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No jugar ni un solo partido en 2017. Porque así es el oficio del tercer arquero: desagradecido. Estar en las sombras, esperando esa remota oportunidad que presumiblemente no va a llegar. Una realidad difícil de digerir: ser un simple actor de reparto cuando los reflectores apuntan a otras direcciones. Vivir en el anonimato y constatar cómo tus compañeros son acosados por los periodistas, mientras tú pareces invisible.
Pero ese no es el caso de Miguel Solís, el tercer guardián del arco cardenal. El vallecaucano de 35 años disfruta de la espera. Acepta con humildad su lugar y tiene una personalidad arrolladora. Es uno de esos hombres que le meten chispa al vestuario, los que sacan carcajadas. “En los equipos me recuerdan más por lo que hago en el camerino que por la parte deportiva”, dice entre risas en diálogo con El Espectador.
Un negro “bien crazy”, como él mismo se denomina. Alias Mr. Desidentify, por su lema de vida: “No se identifique hermano, desidentifíquese”. ¿El significado? “Cuando te identificas con algo, estás identificado. Cuando no lo estás, estás desidentificado. Yo puedo decir: ‘Esta persona es inteligente’, pero otra puede opinar: ‘No la identifico, la desidentifico’. Es como lo contrario: un sí y un no”, apunta el cancerbero de las categorizaciones. La vida depende del cristal con el que se le mire. Y Miguel la mira desde uno muy peculiar. Filosofar, su pasatiempo favorito.
“No lo veo como el momento en el que tengo que destacarme sobre el resto. Es mejor competir con el león en la selva que sin él. No hay que tener en cuenta las individualidades. La historia ha demostrado que el que trabaja para la gente siempre va a quedar; el que trabaja para sí mismo puede hacer cosas importantes, pero no tanto como quienes ayudan a la humanidad. Soy nada más una pieza del carro, esperemos que encaje bien”.
Ser el tercer arquero del primer campeón del fútbol colombiano no lo ve como una carga. Al contrario, como una bendición. “Yo tengo una edad prolongada, un trasegar. No he jugado mucho, pero no estoy en cualquier equipo, estoy en uno de los mejores. Llevamos seis años seguidos en copas internacionales y afuera nos tienen respeto. Aparte, trabajo con los mejores: Rufay y Castellanos han sido arqueros de selección. Somos muy amigos, no los veo como competencia sino como hermanos. Me entreno con la misma exigencia que los demás, cada quien mira las cosas como las quiere ver. Hay que luchar, si una hormiga no trabaja hoy, mañana no tiene qué comer”.
Con esa mentalidad ganadora encarará estos partidos que vienen. “Estamos convencidos de que vamos a pasar. Dios les da sus batallas más duras a sus mejores guerreros”.
Miguel es primo hermano del mundialista Jefferson Lerma, actual jugador del Bournemouth de Inglaterra. Antonella y María de los Ángeles, sus dos hijas, son su vida. Y tiene a su hijo Miguel Ángel alentándolo desde el cielo, pues hace tres años, cuando él tenía dos de vida, partió. Pero nada le quita la alegría y la actitud a Mr. Desidentify.
“Miguel es un tipo muy extrovertido. Sonríe por todo, nunca se queja y le gusta trabajar. A veces le digo que toca parar. Es de los primeros en llegar y de los últimos en irse. Le llegó la hora de demostrar lo que sabe y le va a ir bien porque es un tipo que colabora en todo”, señala Juan Carlos Quintero, preparador de arqueros de Santa Fe. “Ya le di la bendición al negro”, agrega entre sonrisas.