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Millonarios necesita un título con urgencia. Pero este 2017 tampoco será. Al menos, su nómina no da para creer esto. Aunque en el fútbol cualquier cosa puede pasar, el conjunto azul por más que tenga el mismo discurso de equipo grande y de competir para ser campeón. De puertas para adentro sabe que no es así, porque simplemente no hay con qué.
En el primer semestre Millonarios demostró que tiene un buen técnico y jugadores que se entregan hasta el último minuto. Pero también quedó evidenciado que necesitaba dos o tres futbolistas de jerarquía que complementaran la plantilla.
Para este semestre llegaron Jader Valencia (delantero de 17 años), Matías de los Santos (defensor uruguayo de 24 años) y Robinson Aponzá (delantero de 28 años). Tres refuerzos, no siete como lo quiso presentar el equipo azul en cabeza de su presidente Enrique Camacho. Una falta de respeto para sus hinchas que vieron como hacían pasar como contrataciones a los jugadores de las divisiones menores que subían al primer equipo.
Los rumores del arribo de otros futbolistas siguen latentes, sin embargo, ninguno de peso. Y ya Millonarios debuta en la Liga el próximo sábado. Es verdad, de los siete que se fueron (Brayan Silva, Cristian Arango, Harrison Henao, Gabriel Díaz, Pedro Franco, Alexis Hinestroza y Enzo Gutiérrez), ninguno era imprescindible. Pero, en el embajador, aún sigue la vacante para el jugador que marque la diferencia.
Lo más preocupante de todo es la falta de sinceridad de los directivos azules. Pues si bien, Millonarios tiene una nómina competitiva y se está muy lejos de las épocas negras del club. El hecho de hacerle creer a la gente que “no trabajamos para entrar a los ocho ni estar en los primeros puestos sino para ser Campeón”, según su presidente Camacho. Es mentirle en la cara a esos hinchas que han comprado más abonos que cualquier otro equipo, que sí se reforzó para obtener un título.
Esos mismos hinchas no tendrían ningún problema si Camacho sale con toda la sinceridad del caso a afirmar que el objetivo del club es apostarle a las divisiones menores, tener un proyecto a largo plazo y así buscar sanear las golpeadas finanzas del club. Para nadie es un secreto que sería un golpe duro, pero al menos, el discurso de ser campeón se aterrizaría a un plano terrenal.
Russo no tendría necesidad de afirmar en plena rueda de prensa con asombro que “no esperaba tener una nómina juvenil” y sus aficionados apoyarían sin ningún problema un proyecto serio, honesto y con objetivos claros.
Aquí el problema no es de los jugadores. Pues en más de una ocasión han demostrado que dejan hasta la última gota de sudor y pelean con lo que tienen. Tampoco del técnico. Russo mostró que puede hacer maravillas con lo que le dan. Son los directivos, en cabeza de su máximo accionista, Gustavo Serpa y su presidente Enrique Camacho, que no han podido con una institución que, con buenas decisiones, los enriquecería aún más de lo que lo ha hecho.
Eso sí, la ilusión siempre va a estar presente en sus hinchas. Como cada año, creerán ciegamente que está vez sí va a ser. Pero en el fondo, todos saben que estos problemas por lo general hacen la diferencia entre un equipo que busca el título y otro que se aferra a esos misterios del fútbol para conseguirlo.