La buena hora de Ramiro Sánchez

El portero manizaleño será el encargado de reemplazar al venezolano Wuilker Faríñez en el arco de Millonarios, que este miércoles busca su paso a la final del fútbol colombiano ante América (3:30 p.m., Win).

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Andrés Montes - @amontes023
05 de junio de 2019 - 01:05 p. m.
En 2017 jugó 16 partidos y alternó el arco azul con el uruguayo Nicolás Vikonis.  /  Óscar Pérez-Archivo EL Espectador
En 2017 jugó 16 partidos y alternó el arco azul con el uruguayo Nicolás Vikonis. / Óscar Pérez-Archivo EL Espectador
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“La camiseta de un equipo grande pesa si no se tienen los pies en la tierra”, dijo Ramiro Sánchez cuando levantó el título de campeón de Liga Águila con Millonarios en 2017. Esa vez se sintió protagonista. Ese mismo papel, el de dejar de ser un actor de reparto y pasar a ser protagonista, es el reto que asumirá hoy, cuando el conjunto embajador deba definir con América su pase a la final de la Liga Águila (3:30 p.m., Win). El manizaleño, a sus 35 años, va a reemplazar a Wuilker Faríñez, el mejor jugador del cuadro albiazul este semestre, quien ya está concentrado con Venezuela para jugar la Copa América. Una tarea complicada, pero que ya conoce. Los retos de ponerse al frente del arco de Millonarios en instancias decisivas son algo a lo que ya está acostumbrado.

En la última conquista del conjunto azul, Sánchez se puso los guantes y les respondió a un equipo y a una hinchada que tenía en el uruguayo Nicolás Vikonis la total confianza de que todo, por más complicado que pareciera, iba a salir bien. Quizá la misma confianza que se tiene ahora con el portero venezolano.

En 2017, una lesión y el bajo rendimiento de Vikonis hicieron que por casi tres meses el arquero titular de Millonarios fuera él. Pero, un esguince acromioclavicular, producto de un choque con los palos del arco en un juego con Huila, hizo que perdiera el puesto que se había ganado con paciencia y trabajo.

Por eso se sintió tan feliz cuando el equipo derrotó a Santa Fe en aquella final. Esa alegría fue algo que siempre estuvo buscando.

Para hablar de sus inicios en el fútbol profesional hay que ir hasta 2007. Ese año debutó con el Once Caldas y compartió el arco con Juan Carlos Henao y Cristian Bonilla, pero un año después su destino lo llevó a la capital del país a ponerse la camiseta de Santa Fe.

En el conjunto rojo estuvo de 2008 a 2012, no logró destacarse, en parte porque allí estaba Camilo Vargas. Llegó a ser el cuarto arquero.

Esa situación hizo que aceptara, gracias a un convenio entre Fortaleza y el conjunto cardenal, jugar en la segunda división. Fue allí donde conoció a uno de los entrenadores de arqueros que más lo han marcado en su carrera.

Esa temporada en Fortaleza trabajó con César Augusto Rico, un preparador de porteros que hoy también recuerda lo flojo que era Ramiro con los pies. “Cuando llegó tenía un potencial impresionante. Sus condiciones siempre fueron de gran portero”, cuenta Rico.

Y aunque venía de Santa Fe, no le ganó el pulso a su compañero y fue suplente, a excepción de un par de juegos sin mucha trascendencia. Tristemente, esa ha sido una constante en la carrera de Sánchez.

En 2013 regresó a Santa Fe y tan solo atajó en dos ocasiones: en la fecha 18, en la derrota 4-3 ante el Atlético Huila y en un empate a un gol con Tolima en Ibagué. Esa vez ingresó por Juan Manuel Leyton. Con esos registros se despidió de la capital de la República.

En la siguiente temporada las cosas cambiaron y prefirió volver a la segunda división a buscar lo que más quiere un futbolista: continuidad.

Con Jaguares consiguió consolidarse por primera vez en su carrera y ser importante. Con ese equipo atajó 23 partidos. Jugó 2070 minutos, la cifra más alta en toda su carrera, y consiguió el ascenso a primera división.

Esas buenas actuaciones llamaron la atención de Millonarios, que por entonces quería formar un proyecto alrededor de Vikonis y encontró en Ramiro el hombre perfecto para que fuese su suplente. Otra vez, la alternativa.

“Esencialmente, nunca ha sido por falta de condiciones. Lo que ocurre es que las mismas circunstancias de la vida, donde él ha estado, le han traído arqueros que han pasado por su mejor momento”, reconoce Rico, quien es su amigo desde 2012. Tanto que, así ya no lo entrene, lo sigue aconsejando y enseñando. “Le envié un par de videos de movimientos de definición que hace América, especialmente con Fernando Aristeguieta y Yesus Cabrera”.

Ese mismo conocimiento hace que hoy reconozca una mejoría en su saque y en los achiques. Rico y quienes lo conocen siempre rescatan su forma de ser, de hombre respetuoso y tranquilo. Además de que, en los partidos, en el banco de suplentes, ha sido uno de los más activos esta campaña: ayuda a dar indicaciones o va a buscar al jugador que está calentando a un costado y que va a ingresar. Es un hombre con otro rol. “Es casi la mano derecha del profesor Pinto”, admite Faríñez.

Esa misma facultad humana la rescata el profesor Rico: “Él siempre ha sido un hombre clave en los desarrollos de grupo. Es una persona muy tranquila. Confía siempre en su trabajo. Te aseguro que ha esperado esta oportunidad más que nunca y está tranquilo por eso”.

Esas circunstancias de la vida, que por momentos lo relegaron a ser uno más, son las mismas que hoy le dan la posibilidad de que sea el portero que salga en la foto oficial de la que sería la estrella 16 de Millonarios. Antes espera que sus atajadas sirvan para vencer a América y llevar al equipo embajador a la gran final de esta Liga Águila.

Por Andrés Montes - @amontes023

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