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En noviembre del año pasado Millonarios anunció con bombos y platillos la contratación de Jorge Luis Pinto como su nuevo entrenador. Después de haber quedado eliminado prematuramente en los dos torneos de 2019, los directivos buscaban un entrenador que les garantizara volver a pelear títulos.
La primera decisión del estratega santandereano fue no contar con Andrés Felipe Cadavid, el capitán y bastión de la defensa, idolatrado por un sector de la hinchada, pero criticado por otro. Al central antioqueño le llegó entonces una oferta del Colón de Argentina y la aceptó. Así, su salida no causó polémica. También dejó el club el goleador Ayron Del Valle, quien se fue para México.
Aunque se quedó sin un líder en la zaga, pues no hubo quien asumiera la voz de mando de Cadavid, el equipo hizo una buena campaña en el primer semestre. Se reforzó con Luis Payares, procedente del Tolima, quien en el primer semestre no desentonó, hasta que sufrió un golpe en la cabeza que le impidió actuar en la recta final del campeonato.
Pinto trajo también a Felipe Jaramillo, un volante de buen rendimiento, y a Fabián González Lasso, quien venía de Perú y marcó varios goles.
Millonarios lucía a imagen y semejanza del entrenador santandereano, era un equipo luchador, serio y ordenado, que aunque no brillaba, sacaba resultados. Sin embargo, cuando todo parecía estar servido para que clasificara a la final, cayó en El Campín frente al América y dejó a sus hinchas ilusionados.
El segundo semestre pintaba muy parecido, aunque la salida del central uruguayo Matías de los Santos se sintió mucho más. El equipo embajador perdió la solidez defensiva, pero se las arregló para seguir entre los punteros hasta la mitad del todos contra todos. Tanto que a falta de siete fechas tenía 26 puntos y parecía clasificado.
Pero se le vino la noche. De los últimos 18 puntos que disputó, logró solamente uno y no estará en los cuadrangulares semifinales.
Anímicamente el plantel se cayó tanto como en lo futbolístico. Aunque nunca dejó de correr, meter y pelear los partidos, perdió la contundencia del primer torneo y evidenció las grandes limitaciones de la defensa. Con la derrota frente a Santa Fe, se confirmó la debacle y desde el miércoles sus hinchas exigen la renovación de la plantilla.
Los arqueros Wuilker Faríñez y Jéfferson Martínez pasaron el año. En la defensa no se salva ninguno, aunque los más criticados, y con razón, son Felipe Banguero, Jaír Palacios y Deivy Balanta, quien llegó con el visto bueno del DT.
John Duque, Felipe Jaramillo y César Carrillo tuvieron altibajos, pero también se ganaron la continuidad, así como David Macallister Silva y Juan David Pérez, quien sufrió muchas lesiones y al final bajó su nivel. Tiene contrato hasta diciembre.
Este año regresaron al club, pero no aportaron nada Cristian Arango, Óscar Barreto y Juan Camilo Salazar. Los dos primeros ya habían pasado sin pena ni gloria por el equipo y el tercero apenas había debutado en el primer equipo y hecho un par de buenos partidos antes de irse a San Lorenzo de Argentina, en donde tampoco rindió.
En lo que sí acertó Pinto fue en la contratación del costarricense José Guillermo Ortiz, goleador del equipo.
Santiago Montoya se volvió a lesionar, mientras que Hansel Zapata apenas tuvo chispazos. Elícer Quiñones, Carlos López y Cristian Huérfano apenas actuaron unos minutos, más por necesidad que por convicción del entrenador.
Y aunque la hinchada espera la renovación, no habrá más de cuatro o cinco cambios, pues no hay dinero para refuerzos, sobre todo tras la eliminación, que le significa al club dejar de percibir cerca de $2.000 millones netos.