Millonarios y el fútbol de vértigo, de correr, meter y gritar. Once Caldas y la calma con la pelota, el orden en las líneas, la inteligencia para jugar. Los dirigidos por Miguel Ángel Russo y la necesidad de remontar y la rapidez de jugar con el balón. Los de Hubert Bodhert, más funcionales y más tranquilos.
Dos estilos diferentes que hicieron del partido de este viernes en El Campín un electrocardiograma, de picos azules, como el gol de Juan Camilo Salazar luego de cinco toques, de un contragolpe perfecto, de ir a toda y sin pensarlo tanto. También de momentos altos del cuadro blanco, de enfriar todo y de ir una y otra vez hasta siendo cautelosos para quebrar la defensa del otro, para generar el erro, como pasó en el penal que concretó de César Amaya para el 1-1, marcador que perduró hasta los 90 minutos y que le dió al club de Manizales el tiquete a la final de la Copa Colombia
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Once Caldas jugó con el nerviosismo del rival, con la necesidad del otro, y tocó, y no solo igualó las cosas sino que se blindó de un Millonarios que hizo lo mismo que sabe hacer, a lo que no renuncia así lo esté haciendo mal. Y por eso los ataques del cuadro embajador se estrellaron contra la muralla blanca en repetidas ocasiones. De hecho, los locales quedaron tan expuestos que por poco se van derrotados en su casa, pues Ramiro Sánchez cometió un par de equivocaciones que corrigió su zaga.
Y el partido se fue apagando, con el club bogotano desesperado, yéndose para adelante por los gritos de su gente, de ellos mismos, que no supieron revertir la situación, tampoco concretar las pocas opciones. Ni Ayron del Valle ni Roberto Ovelar ni nadie pudo marcar el segundo tanto que hubiera mandado todo a los penales. Y todo se esfumó y vino la frustración, las malas entregas, las malas definiciones. Y Bodhert arrojó por los aires el palo del Bom-Bom-Bun, que siempre come para calmar los nervios, cuando escuchó el pitazo, pues su equipo, que es el que mejor juega en la Liga Águila, ahora peleará por el trofeo de la Copa Colombia, certamen del que ya fue finalista en 2008 cuando cayó con Equidad.
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Desazón para Millonarios que en menos de dos semanas se quedó sin la Copa Suramerica y ahora sin la posibilidad de seguir en carrera en el torneo en el que la luz parecía más clara. Ahora solo queda el certamen local, el único evento que queda para salvar un mal semestre, un desorden que no parece tener fin. Todavía Russo y los suyos pueden hacer algo, eso sí si entienden que del afán solo queda el cansanció y las duras eliminaciones.