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Con el nuevo contrato de patrocinio del campeonato rentado, sin duda ganó el fútbol profesional colombiano, pero no sólo las empresas cuyas propuestas fueron desestimadas resultaron vencidas. Según dirigentes consultados, Ramón Jesurún, presidente de la Dimayor, también perdió fortaleza en su cargo después del manejo que le dio a la elección del nuevo sponsor e incluso a la renovación con la empresa del balón oficial.
Si bien después de ocho horas y media de deliberaciones, el jueves pasado en la Casa de España, el máximo directivo de la rama profesional salió a entregar a la opinión pública los puntos principales del acuerdo, obvió varios detalles que hoy cuestionan sus críticos, por el papel que cumplió en la negociación, que incluyó diferencias en miles de millones de pesos y muchos intereses creados.
Tantos, que los propios directivos del fútbol se vieron sorprendidos al enterarse de que Coca Cola había organizado una rueda de prensa en la misma sede de la reunión para oficializar el arreglo, sin consentimiento previo de los socios de la Dimayor. De hecho, la mayoría vino a conocer pormenores de esa frustrada negociación y de las otras dos propuestas que compitieron, en plena asamblea.
De acuerdo con el presidente de uno de los clubes profesionales, quien prefirió mantener su identidad en reserva, “Jesurún se tomó más atribuciones de las debidas a la hora de negociar y mantuvo en secreto asuntos claves desde agosto, cuando comenzó el proceso de buscar el nuevo patrocinador”. Una gestión que empezó con la invitación de parte del ente rector de la rama profesional a empresas importantes del país para auspiciar los torneos de las categorías A y B.
En dicha comunicación se estableció que las decisiones se tomarían únicamente en la asamblea del jueves, por lo que sorprendió que desde el martes la firma Femsa, que representa a la multinacional Coca Cola, previamente enviara invitaciones a los medios de comunicación para anunciar que era el nuevo patrocinador del campeonato.
En principio, la Dimayor no se acercó a Postobón, al considerar que siendo patrocinador de la Copa Colombia y empresa del grupo empresarial propietario del canal privado que transmite los juegos de televisión abierta, era mejor buscar una alternativa diferente, que espantara la sombra del monopolio. Además, estimó que la oferta de Coca Cola por $75 mil millones, $30.000 de ellos en efectivo y el resto en infraestructura, era suficientemente fuerte, desconociendo la que presentaría el BBVA.
A su vez, esta entidad financiera, que actualmente auspicia la costosa Liga Española de Fútbol, presentó una atractiva fórmula que pretendía masificar la marca en diversos torneos y competencias, con un jugosa oferta que no distaba mucho de la presentada por Coca Cola. En otras palabras, el asunto parecía una competencia cerrada entre la multinacional norteamericana y el banco de origen español.
Pero en la noche del martes les llegó a los presidentes de los equipos una sorpresiva carta de la empresa Postobón, en la que la firma lamentaba que no se le tuviese en cuenta y a última hora anexaba su propuesta. Llegó entonces la reunión del jueves y a cada uno de los proponentes les dieron 10 minutos para hacer la presentación de su fórmula.
Coca Cola ratificó su oferta, BBVA presupuestó $45 mil millones y Postobón $47.000. Terminadas las tres intervenciones, Jesurún se acercó a los representantes de las empresas y les manifestó que la asamblea había decidido cambiar la metodología de la adjudicación y que las compañías podían hacer contraoferta, a lo cual el banco no accedió, por considerar que era un cambio en las reglas propuestas.
Los representantes de Coca Cola ya se habían retirado de la reunión, de tal manera que la empresa colombiana, sin oponentes en la mesa, con el formalismo de una decisión apretada, sencillamente se quedó con el patrocinio. Los representantes de Postobón se abstuvieron de entregar aspectos de la negociación, que ha sacudido el mercado por la cantidad de dinero acordada y la forma en que se firmó.
Sin embargo, no fueron las únicas dudas. El inconformismo también existe respecto a la prórroga del contrato con Golty para que siga siendo el balón oficial de los torneos profesionales durante los próximos cuatro años. Según fuentes consultadas por El Espectador, a los representantes de la multinacional Wilson, que había presentado su propuesta, no se les permitió siquiera exponerla. Simplemente Jesurún les informó a los presidentes de clubes que continuaba la empresa nacional para no exponer a la Dimayor a una demanda.
En conclusión, nunca se presentó formalmente el ofrecimiento de Golty, sólo se mencionó que era superior al del otro aspirante y cuando la presión de algunos asistentes a la asamblea obligó a revelar cifras, la diferencia mínima dejó más dudas que certezas. Los norteamericanos habían ofrecido mil millones de pesos en efectivo y la empresa nacional $1.025. En cuanto a la cantidad de balones, a los 41.200 prometidos por Wilson, la industria colombiana presentó 41.400.
En resumidas cuentas, tanto en la elección del nuevo patrocinador del fútbol colombiano, como en la escogencia del balón oficial para los torneos, quedaron muchos cabos sueltos, que el presidente de la Dimayor no tiene mucho interés en explicar.