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Hace 64 años nació en Quibdó, Chocó, uno de los hombres que más le ha aportado al balompié colombiano: el odontólogo, exfutbolista y director técnico Francisco Maturana, quien le ha dedicado gran parte de su vida a este deporte.
Hombre de amores y odios, de respeto por el buen juego y amor por el talento futbolístico, Pacho sabe lo que dice. El estratega, que llevó a Colombia a los mundiales de Italia 90 y Estados Unidos 94, también logró la primera Copa Libertadores de Colombia con Atlético Nacional en 1989 y la Copa América con la selección nacional en 2001.
“Pacho le dio estatus al jugador, él nos dignificó. Recuerdo que alguna vez me dijo: Si usted gana como gerente, compórtese como tal. Si tiene la oportunidad de que sus hijos vayan a excelentes colegios, pague y que así sea, ellos se tienen que educar mejor que uno. También tenemos que vivir en buenos sitios, porque para eso ganamos buen dinero’, recuerda Óscar Córdoba, exarquero de la selección.
El experimentado timonel, quien goza de mucho prestigio internacional, habló con El Espectador de su vida y de la selección, que está muy cerca de Brasil 2014.
¿Qué ha sido lo más importante que le ha dejado el fútbol?
Enseñanzas. Hay una historia que marcó mi vida. Cuando empecé a jugar en el Atlético Nacional había una persona que quería de una manera muy especial, me parecía que era un excelente jugador y, además, facilitaba mi trabajo. Él es el señor Abel Álvarez. Un día cualquiera no jugué y vi el partido desde la tribuna. En ese momento recuerdo que oí toda clase de improperios, la gente descalificándolo, pidiéndole que se retirara, que ya estaba viejo. Eso me tocó el alma, porque lo apreciaba mucho y sabía la importancia de él como jugador. Entonces me propuse que a mí no me iba a pasar eso y, por lo tanto, me retiré cuando muchos creían que podía seguir jugando. Siempre he considerado que lo importante es el mensaje y, sobre todo, el último, la imagen que uno deja y por eso la importancia de irse en el momento justo.
Con su experiencia, ¿qué cree que es lo que más importa en el fútbol?
Las formas importan mucho. Freddy Rincón, El Pibe, El Tino, Leonel, toda esa generación de jugadores tiene un espacio muy grande en el corazón del hincha, pero hay que decirlo, ellos no ganaron nada. En cambio hay una generación que logró lo más grande que ha ganado Colombia, que es la selección de Totono Grisales, Víctor Aristizábal, Mario Yepes, Gerardo Bedoya, Iván R. Córdoba... Ellos ganaron la Copa América, pero no tienen esa recordación que si generan los que lograron clasificaciones al Mundial. Pero ahí entra la forma, la manera de jugar. Y pasa con equipos que marcan historia. Por ejemplo, a uno le cuesta acordarse de que el campeón del mundo en 1982 fue Italia, porque tenemos toda la memoria ocupada en la belleza que hizo Brasil. Otro ejemplo: hace poco más de 40 años apareció un Holanda brillante que aunque no ganó nada, seguimos recordando todavía. Por eso digo que son las formas lo que a la gente le queda. Los resultados son fantásticos, pero mueren al otro día.
¿Qué podría decir de la actual selección de Colombia?
Hay muchas cosas en este nuevo grupo. No pienso que éste haya sido un momento mágico o que sea el producto de una generación nueva, porque es el resultado de una época, que al igual que la de los 90 ha derramado lágrimas de alegría y tristeza años atrás.
¿Por qué nos demoramos tanto en clasificar a un mundial?
Siempre faltaba muy poco, de pronto madurez. Este grupo que va a clasificar es el mismo de hace unos años, pero cuando fueron a la búsqueda de sus objetivos con Eduardo Lara o con Hernán Darío Gómez no lo consiguieron. Esa es una similitud con la selección de los 90, los dos grupos tienen tiempo de fermentación, no aparecieron de un momento a otro. Éstos muchachos fueron los mismos que lloraron, y toda Colombia con ellos, cuando Perú nos eliminó de la Copa América con el penalti que botó Falcao García. Somos parecidos porque hubo maduración, hubo tiempos y espacios para mejorar. Ahora ellos son jugadores con un amplio contenido profesional, ya se fortalecieron y ahora están en la élite del fútbol, ya han alcanzado algo que nosotros no teníamos, una mayor competencia, talento y ritmo, y eso sólo se alcanza día tras día, jugando.
¿Se emociona con las victorias de este equipo?
Sí, quiero mucho a ese grupo, pude convivir con él un tiempo y la verdad cualquier cosa buena que ellos consigan es poquito para lo que merecen como seres humanos. La verdad es que como personas son fantásticos, entonces todos los éxitos que logren son un premio justo que la vida les da.
Cabe mencionar la labor de los dirigentes en todo el proceso de clasificación.
Claro que sí. Hay que resaltar el trabajo de la dirigencia en todo lo que ha pasado. Ellos también son los grandes ganadores y por eso hay que felicitarlos.
¿Se atrevería a decir hasta dónde llegará esta nueva selección?
Vale soñar, pero siempre es bueno hacerlo con los pies en la tierra, que sea algo real que se pueda lograr, o si no uno queda al límite de la frustración. Se consigue algo importante, pero como no es ese imposible, se cree que no se logró nada. En este momento el campeón del mundo es España, después de 100 años por fin llegaron a esa historia. Ojalá algún día Colombia pueda hacerlo, pero la historia es muy clara y dice, por ejemplo, que hubo un país que encandiló a todo el mundo, todos éramos hinchas de Holanda y siempre decíamos: “Ellos son los campeones”, y han pasado 40 años y desde ese primer aviso no han sido los ganadores. También desde que yo era niño oí que decían: “ojo con los africanos” y resulta que ellos llevan toda su vida y no han sido campeones del mundo. Entonces, ¿quiénes son los que ganan? Los mismos de siempre, ¿por qué? Por magias del fútbol, nadie lo entiende, pero así es. Eso es lo que hace que el campeonato se lo repartan Argentina, Uruguay, Brasil, Alemania, Inglaterra o Francia, cuando hizo el Mundial en su casa. Somos 209 federaciones y el título siempre queda entre los mismos, ¡algo tiene el fútbol! Y por eso insisto, hay que saber cuáles son tus límites, porque si no los conoces, corres el riesgo de que hagas algo extraordinario y la gente no le dé la dimensión que tiene.
Hace pocos días celebramos los 20 años del 5-0, ¿por qué la gente sigue recordando este resultado?
Son situaciones cíclicas que pasan. Mi generación creció durante 28 años con una tarjeta de identidad que era un 4-4 que Colombia había hecho en un mundial, hasta que llegó esta selección y puso una moda, un mensaje futbolístico y un signo de identidad. Es muy bueno ser reconocido y respetado, en el 4-4 con Rusia el mundo nos reconoció y nos respetó, supieron de nosotros, y el 5-0 fue un amplio triunfo que tuvo resonancia internacional, sobre todo por el rival.