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Transitando en los corredores de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, cuando faltaban unos meses para dirigir la Copa del Mundo, Luis Fernando Suárez se cruzó con Luis Chiriboga, presidente de la entidad. Ahí le soltó la idea que no lo dejaba dormir.
–Presi, yo quiero que usted me patrocine una locura.
–¿Cuál?
–Quiero jugar el mundial antes.
–¿Cómo? Explíquese, Luis Fernando.
Agarró una grabadora, una libreta y un lapicero, nada más. Alistó maletas: iba en busca de Alfio Basile, Luiz Felipe Scolari, Daniel Passarella, Marcelo Bielsa, Carlos Alberto Parreira, César Luis Menotti, Francisco Maturana y Hernán Darío Bolillo Gómez. Muchos entrenadores, varias nacionalidades, algo en común: todos habían dirigido por lo menos un mundial de fútbol.
Se fue con tres preguntas. Si hoy volvieras a jugar un mundial: ¿qué repetirías?, ¿qué no harías? y ¿qué innovarías? Con alma de periodista inició su periplo por el mundo en busca de figuras icónicas del balompié que le aconsejaran cómo afrontar su primera cita orbital. Y le dieron todo: desde lo humano hasta lo divino.
Aunque no pudo verse con sir Alex Ferguson, entrenador por ese entonces del Manchester United, sí compartió con su asistente, Carlos Queiroz –actual entrenador de Irán en Rusia 2018–.
“Pero más allá de eso, no me vi con el que más quería hablar: Marcelo Bielsa. Él, en esa época acababa de renunciar a la selección de Argentina, justo después de los Olímpicos de Atenas, y se había ido a vivir al campo. El preparador físico me dijo que estaba encerrado y que verlo era algo imposible. Cuando volví a Ecuador, sonó el teléfono de mi oficina”, dice Luis Fernando en diálogo con El Espectador.
–Aló, profe Suárez. Habla con Marcelo Bielsa, yo fui entrenador de la selección Argentina.
–Profe, usted no me tiene que decir quién es, ¡por favor! –lo invadió la alegría.
–Es que yo quiero decirle algo: no es que no haya querido hablar con usted. Es que estoy podrido con el fútbol. Pero si quiere charlemos.
–Claro que sí, Marcelo. Dígame cuándo.
Plop, se cortó la llamada. Y nunca más lo llamó de vuelta. Tal vez, por eso, le dicen El Loco. “Siempre me quedé con esa espina de no poder hablar con él”, recuerda.
Cada entrenador le sembró algo. Alfio Basile, incluso, le aconsejó que cancelara los duelos amistosos previos al mundial. Y así no le hubiera parecido una locura, los contratos ya estaban firmados
“Luis, es que te metés en un lío. En los días previos vos llegás todo bien puestecito, pareces una pinturita. Y llegás a esos partidos y los jugás tan pero tan feo que empiezas a dudar de tu trabajo, de absolutamente todo. Pero calmate, cuando vos estás a 15 días de jugar un mundial, el futbolista no va a meter la pierna, se va a cuidar como una porcelanita”, le dijo El Coco, extécnico de Argentina, con su singular voz ronca.
Una premisa que se materializó en el empate sin goles de Ecuador ante Colombia y en la caída 2-1 ante Macedonia. “Fueron partidos malos, feos. Y para rematar, Carlos Tenorio se nos lesionó porque fue a tirar la pierna, se arrepintió y chocó mal. Casi se pierde el mundial. Cuando viví todo eso, me acordé de Basile”.
Las pálidas actuaciones, siguiendo los consejos de sus colegas, no lo derrumbaron. Tenía todo milimétricamente calculado desde el comienzo. Suárez, antes de partir a Alemania, se despidió de un amigo y le mostró todas sus cartas tras noches en vela viendo videos de sus rivales.
“Así vamos a jugar contra Polonia, así ante Costa Rica, y con Alemania vamos a hacer esto”.
Ecuador tuvo una destacada actuación y salió viva de la fase de grupos de un mundial, por primera y única vez. El Tri cayó 1-0 en octavos de final ante una Inglaterra a la que le metió miedo.
Al final, en el alargue, la pegada quirúrgica de David Beckham marcó la diferencia. Pero no importó: desde ahí ya todo era ganancia. El país sudamericano había hecho historia –es la mejor participación mundialista de Ecuador–, por lo que los integrantes de la plantilla fueron recibidos como héroes en Quito.
–Luisfer, fuiste a donde la pitonisa a que te leyera las cartas, ¿verdad? Todo lo que me dijiste y que vaticinaste en los partidos, pasó. Al pie de la letra –le señaló su amigo.
–¡No! Lo que pasa es que estudiamos minuciosamente todo lo que íbamos a hacer.
Una vez consumado ese mundial que quedó marcado por el cabezazo de Zinedine Zidane a Marco Materazzi, en el que Italia levantó su cuarta Copa del Mundo, la FIFA organizó una reunión con todos los entrenadores que participaron en la cita orbital. Por esos lados estaba también José Pékerman, técnico de Argentina en ese momento.
En medio de toda la parafernalia del homenaje que les rindieron a Marcello Lippi, técnico campeón, y a Raymond Domenech, subcampeón con Francia, el estratega galo se levantó de su silla, subió al escenario y dijo: “Está muy lindo todo, agradezco mucho estas palabras, de verdad. Pero para mí el único ganador aquí es Marcello. Yo siempre les decía a mis jugadores que íbamos a estar el 29 de julio en la final, lo que nunca les dije es que íbamos a ser campeones. Ahí tienen la razón del porqué Italia levantó la copa. Eso es todo lo que tengo para decir”.
Su discurso chuzó el estómago de Luis Fernando. “Luego de esas palabras vi todo lo que habíamos hecho con otros ojos. Nuestro objetivo, desde el arranque, era pasar a segunda ronda. Tal vez, con ese discurso que les di a los jugadores, los limité. Ellos sabían que habían cumplido, que eran ídolos y ya estaban tranquilos. Es impresionante cómo uno mismo se corta las alas. ‘Hasta aquí podemos y estamos tranquilos’, era el pensamiento que deambulaba en nuestro interior. Y la verdad es que pudimos llegar más lejos”.
Desde ese momento se empecinó en adentrarse en el mundo de la psicología deportiva, rompió paradigmas y se enfocó en entrenar el cerebelo de sus futbolistas en las prácticas. Sus entrenamientos van orientados a adiestrar el subconsciente de sus jugadores. Porque el fútbol es mucho más que la parte física. Algo que continúa haciendo con La Equidad, su equipo actual.
¿La experiencia más grata de la carrera de Luis Fernando Suárez? El Mundial de Alemania. Un evento que empezó muchos meses antes de ese viernes del 9 de junio de 2006. Había mucho que aprender.
En Brasil 2014, esta vez al mando de Honduras, su experiencia no fue tan alentadora, entre otras cosas porque tenía un plantel más limitado que el de 2006 con Ecuador. “Intenté seguir los mismos patrones tácticos y de manejo de grupo que me habían resultado con Ecuador. Y me equivoqué: en esto uno se tiene que reinventar cada día”.
¿Qué consejo le daría a José Pékerman? "Ninguno. Él va por su tercer mundial y no soy nadie para decirle qué hacer", agrega con humildad Luis Fernando. Y confesó un sentimiento que ha sabido desde siempre, pero que no había sido capaz de decirse: “Cambiaría los dos mundiales en los que estuve por dirigir uno con la selección de Colombia”.
Thomas Blanco Lineros - @thomblalin