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Hoy se cumplen 40 días desde que el Independiente Medellín quedó a un paso de arrebatarle de las manos al Júnior de Barranquilla el título de la Liga Águila. De ese encuentro de vuelta de la final del segundo semestre en el que por un momento la ilusión hizo soñar a los fanáticos rojos con una remontada épica. Quedaron a un gol (ganaron 3-1 y perdieron 5-4 en el global): tan cerca y tan lejos. Desazón, tristeza. Un cúmulo de emociones se apoderó de los jugadores y del cuerpo técnico encabezado por el ecuatoriano Octavio Zambrano.
Los errores en el juego de ida de esa final les pasaron factura. Esos dos goles en los últimos diez minutos en el estadio Metropolitano de Barranquilla nivelaron la serie a favor del equipo de la costa. No obstante, no todo se tomó de manera negativa. Bien lo dice Francisco Maturana: “Perder es ganar un poco”. Y así, a los golpes, es como más se aprende. “Como en todas las finales, un error, un desliz termina significando un campeonato”, dijo el técnico ecuatoriano Octavio Zambrano. “Esa fue una lección dura para nuestros jugadores jóvenes, muchos de ellos recién jugaron una final por primera vez”.
Siempre queda la sensación de que se pudo haber hecho un poco más, pero esos son lamentos a los que se lleva el viento. “Ciertamente, la enseñanza que nos dejó es que debemos ser mucho más cuidadosos como manejamos los partidos cuando llegamos a esas instancias finales. Fuimos muy laxos en nuestras decisiones y nos cobraron”, resaltó Zambrano.
Tras la desazón, arrancaron con las baterías renovadas el 2019, con dos objetivos claros: el primero, coronarse campeones de la Liga Águila. “Tenemos claro que nuestro norte está en ganar la séptima estrella. Hace un mes la tuvimos cerca, la sentimos, estuvo al alcance, pero no logramos conseguirla. Ese es nuestro enfoque”. En un segundo escalón aparece la Copa Libertadores, sin perder la importancia que se merece. “Debemos enseñarnos a tener un nivel óptimo en Suramérica, poner el nombre del Independiente Medellín en una alta esfera dentro del continente”.
Para lograr estas metas la directiva contrató a seis jugadores: Diego Herazo, Nicolás Palacios, Diego Arias, William Arboleda, Dairon Mosquera y Jonathan Marulanda. Además, lograron retener al goleador argentino Germán Ezequiel Cano después de muchos ires y venires. Y tan solo se fueron del equipo Juan Fernando Caicedo y Elvis Mosquera. Lo que indica que el cuadro rojo mantiene la columna vertebral, que el año pasado los llevó a disputar la final y ser el mejor equipo en la reclasificación.
“Nos interesa que los jugadores que han llegado se adapten lo más rápido posible al sistema de juego que tenemos, a las cosas que hacemos en las prácticas”, subrayó el estratega ecuatoriano. “Arrancamos con gran parte del trabajo hecho debido a que son futbolistas de muy buen nivel, grandes profesionales y buenos compañeros. Lo vi representado en el tiempo en el que estuvimos juntos. Es un equipo que necesita tiempo para retomar el camino y gracias a estos refuerzos no necesitaremos mucho”.
La pretemporada la hicieron en Medellín, Pereira y Manizales. En la capital antioqueña arrancaron trabajos de preparación y luego viajaron al Eje Cafetero, donde disputaron cuatro partidos amistosos: dos frente al Deportivo Pereira y dos frente al Once Caldas. “Fue un proceso que empezó hace muy poco tiempo. La ventaja es que tengo conocidos en Pereira que nos permitieron hacer gestiones para conseguir partidos de preparación. Nos hubiera gustado haber disputado compromisos internacionales para ir adaptándonos a lo que será la Copa Libertadores, pero no se dio. A pesar de ello, estos juegos de preparación nos han dado luces para el inicio de la temporada”.
Precisamente, este primer semestre estará lleno de partidos, debido al apretado calendario de la Liga Águila y las dos eliminatorias que deben jugar en la Copa Libertadores antes de entrar a la fase de grupos, donde enfrentarían a Internacional de Porto Alegre, Alianza Lima y River Plate. “Las contrataciones que hemos hecho nos darán la oportunidad de rotar jugadores. Hay que ser muy específico en las cargas que uno les pone a los futbolistas, tanto en los entrenamientos como en los encuentros, y llevar un control muy detallado, para que cuando salgan a la cancha los once inicialistas estén lo suficientemente descansados y listos para poder enfrentar el compromiso. Eso sin contar que habrá una columna que tal vez repetirá constantemente y esa se tiene que ir calibrando hasta obtener el rendimiento óptimo”, dijo Zambrano.
El proceso de conocimiento ya pasó, ahora arranca un camino lleno de compromisos tanto locales como internacionales. Solo en este primer semestre Medellín podría jugar 38 partidos entre liga local (si llega a la final) y Copa Libertadores (si pasa a fase de grupos) y el primero de todos esos lo afrontará hoy a partir de las 7:45 p.m. contra Patriotas. “Para nosotros es importante hacer un buen fútbol y ganar. Las dos tienen que ir de la mano. Eso es lo que nos exige nuestra afición. Medellín es un equipo en ese sentido muy exigente”, con ese pensamiento saltará el conjunto antioqueño al gramado del estadio La Independencia, de Tunja, con nuevas enseñanzas y el objetivo claro de bordar la séptima estrella en su escudo.