La deuda pendiente del ‘Checho’ Angulo

Fue goleador con Santa Fe, campeón con América, pero nunca levantó un trofeo con Deportivo Cali. Ahora, como entrenador encargado, espera ser la solución a la crisis del cuadro azucarero.

Camilo Amaya
19 de octubre de 2017 - 12:13 p. m.
Angulo tendrá su primer desafío cuando su equipo visite el próximo domingo a Jaguares, en Montería. / DeportivoCali.com
Angulo tendrá su primer desafío cuando su equipo visite el próximo domingo a Jaguares, en Montería. / DeportivoCali.com

Cuando usted escucha hablar a Sergio Angulo, se nota que suaviza las consonantes, que a veces reemplaza las jotas por las eses, de una manera pausada, con un ritmo lento. Un modo de expresarse pegajoso. Aunque haya nacido en Ibagué, ciudad a la que llegó su padre, un maestro de cocina que buscaba trabajo, sus recuerdos más antiguos son en Cali, cerca de la sede deportiva del cuadro azucarero, hasta donde llegaba con un montón de periódicos sin vender con tal de ver, así fuera por entre las rejas, a Jorge Ramírez Gallego.

No le importaba quedarse con decenas de ejemplares de El País o El Pueblo, tampoco tener que caminar durante horas hasta el sur de la ciudad. Mucho menos el cansancio que generaba el calor calcinante. Su obsesión con el máximo anotador histórico del conjunto verde tenía como base un orgullo moderado, pero genuino. Una admiración férrea por el ídolo, por ser como él. Por eso pegaba sus afiches detrás de la puerta de la casa y se repetía varias veces a sí mismo, en voz alta la misma frase: “Te voy a superar a vos, vas a ver”.

Le faltaron 23 goles para hacerlo (en total marcó 48 con el Deportivo Cali), pues una lesión, el castigo inmerecido de los futbolistas, detuvo la carrera que comenzó cuando tenía 13 años, cuando ya entendía que todo iba más allá de pegarle a la pelota, que había que ser un atleta y un mago en el arte de improvisar para tener éxito en un momento en el que los extranjeros le dejaban poco espacio al talento nacional. Que implementar lo aprendido en la calle y en los potreros era la salida para soñar con el puesto que tenía el uruguayo Carlos Amaro Nadal y al brasileño Nilson Severino Dias, jugadores referentes de la década de los 70 y a los que había que imitar.

Hábil, con la capacidad de pocos para esconder la pelota y veloz con el balón pegado a los pies, Angulo tuvo tres etapas en el cuadro vallecaucano, la más exitosa de todas, para él, la de 1985 a 1987, período en el que no ganaron títulos, pero fueron reconocidos por la practicidad y la espontaneidad del fútbol que mostraban. “Nos dieron el diploma por jugar lindo”. Junto a él, Carlos El Pibe Valderrama, Bernardo Redín y Carlos Enrique La Gambeta Estrada, hombres de ataque, temerarios y dispuestos a romper esquemas, que hicieron de la derrota un suceso elegante por la forma de afrontarla. “No fuimos campeones por los malos arbitrajes. Punto”.

Curiosamente los logros más importantes en su carrera los obtuvo jugando con camisetas diferentes a la del Cali. Con la de Santa Fe fue el máximo goleador del torneo nacional en 1988, año en el que sumó 29 tantos, uno más que Carlos Estrada, delantero de Millonarios, y nueve por arriba de John Jairo Tréllez, de Atlético Nacional. Mientras que con la del América se coronó campeón en 1990, junto a Eduardo Pimentel, Freddy Rincón, Jorge da Silva (hoy DT del cuadro escarlata), Álex Escobar, entre otros, en un equipo dirigido por Gabriel Ochoa y que tenía en el arco a Eduardo Niño (preparador de porteros del Cali y de la selección de Colombia). Ese año, en la última fecha, frente al conjunto cardenal, marcó en la igualdad 1-1 que selló la séptima estrella para el equipo rojo (fue el tanto 150 en su carrera).

Esa ha sido una de las paradojas de su vida: no poder levantar trofeos con el club al que le debe una eterna devoción, el que le permitió debutar como profesional en 1979, el que creyó en él en un momento en el que el talento no era escaso, por el contrario, abundaba tanto que triunfar era algo relacionado con la suerte, la buena suerte. Hoy, con 57 años, Sergio volvió a aceptar la palabra del destino tras la destitución de Héctor Cárdenas en el Cali y será el encargado de lograr que el conjunto azucarero consiga al menos el cupo a la siguiente fase del torneo. Como entrenador también tiene antecedentes, pues fue campeón con el Tauro de Panamá en el clausura de 2012 luego de superar en la final a Chepo, por 2-1.

Sin embargo, su excesiva lealtad no le permitió seguir en ese país, ya que el presidente del equipo le pidió que despidiera a Manuel Monroy, el preparador físico, pero él se negó al no encontrar una falta que ameritara su salida. Siempre fidelidad con los suyos y para los suyos. Checho, como lo llamo por primera vez su primo Jairo Ramos cuando jugaba en un club de barrio llamado Sport Boys, procurará seguir siendo el hombre de buenas costumbres que lo que se propone lo consigue, esta vez por el bien del Deportivo Cali. Para que la palabra encargado desaparezca, como un tecnicismo, y solo quede la de técnico.

@CamiloGAmaya

Por Camilo Amaya

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