Publicidad

Leonel Álvarez y Guillermo Berrío, frente a frente

Los dos técnicos finalistas se estrenan en su labor y ya disputan un título, gracias a campañas que respaldan los números y el buen juego.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Fabián M. Rozo Castiblanco
15 de diciembre de 2009 - 01:02 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

El carácter hecho técnico

El fútbol, como la vida misma, no gambetea a la ironía. El domingo, dos hombres que en el semestre pasado estuvieron sentados en el mismo banquillo y después de junio decidieron independizar sus caminos vivieron situaciones disímiles, radicalmente opuestas si se quiere.

Tras dejar al Medellín en el último lugar del Apertura, Santiago Escobar renunció a la dirección técnica del rojo antioqueño a mitad de año y en su reemplazo la junta directiva ni lo pensó para nombrar al que fuera su asistente, Leonel de Jesús Álvarez.

Sachi esperó unos meses para volver al ejercicio, hasta que a mediados de noviembre le dio el OK al Bolívar de La Paz. Por su parte, Leo, como cariñosamente lo llama, empezó a sacar réditos de un plantel que conocía tanto como su melena, así de entrada aceptara liderar un proceso a largo plazo.

Escobar apenas conoce a la plantilla paceña y mientras el domingo perdía de manera increíble el título en Bolivia con Real Potosí —lo vencía 3-1 y luego cayó 3-4—, en el Atanasio, donde fue ovacionado más de una vez, todos los cánticos eran para Álvarez porque tiene al Medallo a 180 minutos de su quinta estrella.

Leonel recibió al Poderoso de emergencia y ante las afugias económicas, le tocó jugársela con lo que había, una nómina casera, apoyada en algunos jugadores experimentados como Aldo Bobadilla, Samuel Vanegas y John Javier Restrepo, además de contados refuerzos que necesitaban cambiar de aire y en la capital antioqueña dieron una mano importante.

Su primer reto como DT en propiedad lo asumió con el carácter que siempre lo identificó en la cancha, aunque además del orden y fútbol aguerrido que distinguió al legendario 14 de la selección, el DIM tuvo talento y goles gracias a la generación de Luis Fernando Mosquera y Luis Carlos Arias, así como al olfato de Jackson Martínez, que se encargó de sacudir las redes contrarias. En resumen, un equipo que juega bien y gana habitualmente.

Y aunque no se sale del molde de los entrenadores que antes de hablar de individualidades prefiere destacar el colectivo, como buen discípulo de la filosofía de Maturana, Bolillo y compañía, está claro que edificó al Medellín sobre una columna sólida: Bobadilla-Vanegas-Restrepo-Mosquera y Jackson.

‘Choronta’, la fotocopia

Ellos, como el resto de los integrantes, han contribuido a una campaña sin precedentes del Medellín en torneos cortos, porque tanto en la fase regular como en el cuadrangular semifinal A se apoderó del primer lugar con argumentos de sobra.

Y uno de sus preferidos tiene nombre y apellido: John Javier Restrepo. Leonel tiene en Choronta su extensión en la cancha y por eso le hace recordar el tiempo en que vestía de cortos. De hecho lo ha reconocido públicamente, al afirmar que “es un líder nato, el equilibrio del equipo y al saber con la pelota, desde allí se puede construir el fútbol ofensivo del equipo”.

Esa y las demás armas escarlatas hacen que Álvarez mantenga la ilusión de estrenarse como técnica con vuelta olímpica, aunque ahora es cuando más sugiere “humildad, concentración y mucha responsabilidad” a sus dirigidos.

Por eso advierte que en los 180 minutos que restan para definir al dueño del Clausura, “Medellín va a mostrar lo que ha sido durante todo el semestre, un equipo inteligente, proponiendo, con jerarquía, ordenado y con una ambición fuerte”.

El sueño está ahí, es posible y si bien lamenta lo del Sachi y confía en su revancha el próximo semestre, a Leonel lo persigue la casualidad porque 25 años después de haber debutado profesionalmente con la azul y roja del DIM, podría gritar campeón con el equipo de sus afectos, un conjunto que hoy es imagen y semejanza suya.

‘El Teacher’ que nació aprendido

Cuenta Carlos Mario Berrío que su hermano Luis Guillermo, siendo aún jugador del Huila, le advirtió que algún día sería entrenador para hacer historia con el Atlético y hoy que ambos hacen parte del cuerpo técnico de uno de los finalistas del Clausura, esperan que el vaticinio tome visos de realidad y así bordar la primera estrella en el escudo.

El primero tiene más años vestido de amarillo, como quiera que suma década y media en la institución, primero de utilero y ahora en calidad de kinesiólogo, aunque El Teacher goza de más reconocimiento porque fue jugador, emblema por demás de aquel equipo que ascendió en el 93, y ahora al ser el entrenador que por segunda vez lleva al conjunto opita a la disputa de un título en la máxima división.

Y justo esa vuelta olímpica con la que se llegó a la A, fue la que le trazó el camino, con guía incluido: Alberto Rujana. El técnico que hizo del Huila un equipo de primera ha sido, es y será el modelo a seguir por Berrío, quien reconoce en el orientador “a un hombre muy sabio, preparado, estudioso y con el que el fútbol ha sido desagradecido”.

Pero como El Teacher se precia de tener algo de gratitud, hoy más que nunca le ofrece el presente del Huila al DT que estuviera en Neiva entre el 92 y el 95, pero desea tributarle mucho más y por eso espera levantarle la copa de campeón el próximo domingo en el Atanasio Girardot.

A Prince le da lo suyo

A Rujana le aprendió, pero también a muchos otros que prefiere no mencionar para evitar ser injusto, aunque recalca que parte del presente también se le debe a Miguel Augusto Prince, quien llegó en enero con la misión de salir del compromiso con el promedio y fracasó en su intento.

Al Nano lo sucedió con la soga al cuello, pero no temió a terminar colgado porque “conocía al grupo, sabía que había material humano para salir del fondo y a fe que con el paso de los partidos fuimos sumando, ganando en confianza y hoy estamos tan lejos como nos lo propusimos, aunque falta todavía lo más importante”.

No se explica cómo con el mismo grupo los resultados en principio resultaron esquivos, pero sí reconoce que “fue vital que me vieran como un jugador más del grupo, al que le tuviesen confianza, y creo que así la situación empezó a cambiar para bien”.

Pero para que se hiciera la luz en medio de un panorama que tendía a oscurecerse, hubo necesidad del sacrificio y hasta humano, porque la desaparición de Hernán Córdoba y Mario Beltrán en un trágico accidente de tránsito golpeó al grupo, pero en lugar de tumbarlo, le dio una razón más para luchar contra la adversidad del destino.

Todavía consternado por la muerte de dos de sus ‘compañeros’, El Teacher confiesa que “el vacío de su ausencia se siente, pero a su vez ellos interceden por todos nosotros y esperamos darles la alegría de un título a sus familias y más en esta época en que la nostalgia es inevitable”.

Lo que tampoco puede impedir es que la ansiedad aparezca, porque disputó finales y ahora en su primera como DT el cosquilleo asoma, pero sobre todo, “la confianza en un grupo que está donde está por méritos propios porque nadie le regaló nada”.

El Teacher quiere obsequiarles a los huilenses la mejor Navidad posible y cree poder alcanzar la estrella, porque llegó para evitar el descenso y hoy tiene al Atlético cerca, cerquísima de la gloria. 

Por Fabián M. Rozo Castiblanco

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.