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Pékerman, un trabajador del fútbol

Una persona humilde, seria y guerrera que vendió helados, sirvió pizza y manejó un taxi, es la misma que volvió a hacer soñar a todo un país.

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María Alejandra Castaño C.
08 de septiembre de 2013 - 02:25 p. m.
El técnico argentino, de 64 años, José Néstor Pékerman dirigirá su segundo mundial, pues con su país estuvo en Alemania 2006. / AFP
El técnico argentino, de 64 años, José Néstor Pékerman dirigirá su segundo mundial, pues con su país estuvo en Alemania 2006. / AFP
Foto: AFP - JUAN MABROMATA
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El 5 de enero de 2012, José Néstor Pékerman firmó el contrato para dirigir a un equipo que desde Francia 98 no iba a una Copa Mundial. Desde ese día, con un camino lleno de triunfos, permitió que más de 47 millones de colombianos se ilusionaran y celebraran, como lo hacen hoy, el regreso de la selección al máximo evento del fútbol.

El exitoso técnico que nació en Entre Ríos, Argentina, hace 64 años, se ha convertido en uno de los entrenadores más triunfadores y reconocidos de Latinoamérica.

Serio, responsable y de espíritu trabajador, desde pequeño, para ayudar en la economía de su casa, salía a vender helados, luego volvía a la casa y se divertía jugando con un balón. Cuando su familia se trasladó a Buenos Aires, sus padres montaron una pizzería, donde José ayudaba a pasar los platos. Ahora ese lugar es el local de la agencia de lotería “Pékerman”.

En sus ratos libres, José veía fútbol, lo analizaba y discutía con sus amigos. Su mundo giraba en torno al balón y, como casi todos los niños de su generación, soñaba con ser futbolista.

En 1964 entró a las divisiones menores de Argentinos Juniors, el mismo equipo en el que años más tarde debutó como profesional, mientras terminaba sus estudios en educación física y kinesiología.

En la primera división de su país jugó 133 partidos y marcó 12 goles, antes de trasladarse a Colombia, en donde actuó para el Medellín entre 1975 y 1977. Vistió la camiseta roja en 101 oportunidades y logró 14 anotaciones, aunque su mayor alegría en nuestro país la representó el nacimiento de su hija Vanessa.
Era un volante de buena técnica, manejo y claridad para entregar la pelota. Sin embargo, con apenas 28 años de edad sufrió una lesión de rodilla que lo alejó de las canchas. 

Apenas regresó a Argentina tuvo que rebuscarse la vida, por lo que pintó su carro de amarillo y se dedicó a trabajar como taxista. Mientras conducía, escuchaba atentamente las historias que los pasajeros le contaban y opinaba apenas lo necesario, tal y como lo hace ahora con sus jugadores.
Pero el deporte era su pasión y no quiso olvidarlo. Hizo el curso de director técnico y comenzó una nueva etapa en el banquillo. Dirigió a Chacarita, Argentinos Juniors y Colo Colo, de Chile.

Luego se ganó un concurso de la Asociación del Fútbol Argentino para manejar las selecciones juveniles, con las que alcanzó la gloria.
Se coronó campeón mundial sub 20 en Qatar 1995, Malasia 1997 y Argentina 2001, un logro que ningún otro colega suyo ha conseguido. Pékerman les puso el nombre de esos tres países a sus mascotas, en honor a esos éxitos deportivos.
Esos títulos le dieron prestigio y reconocimiento, al punto que fue nombrado coordinador general de selecciones de Argentina. Y en 2004 asumió la batuta de la selección mayor en reemplazo de Marcelo Bielsa.

Clasificó al equipo albiceleste para el Mundial de Alemania 2006, en el que llegó hasta cuartos de final, cuando cayó ante el combinado local en la definición por cobros desde el punto penalti.

Sin embargo, este metódico y riguroso técnico nunca se separó de las categorías de formación y siguió descubriendo y apoyando jóvenes talentos, tal y como lo ha hecho en su etapa con Colombia.

Juan Román Riquelme, Pablo Aimar, Javier Saviola y Esteban Cambiasso fueron algunos jugadores que pasaron por sus equipos y con quienes mantiene una cercana relación.

Después de dejar la selección y disfrutar de un año sabático, Pékerman asumió nuevos retos. Entonces probó suerte en México, en donde dirigió al Toluca y a Tigres, al que salvó del descenso.

Luego regresó a su país, en donde desechó un par de ofertas antes de que fuera contactado por Luis Bedoya, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, casi a finales de 2011, cuando la Eliminatoria a Brasil ya había comenzado.

Escuchó la oferta del directivo, hizo algunas peticiones y desde el momento en el que aceptó la oferta comenzó a aplicar su estrategia para lograr la clasificación.

Seriedad, compromiso, respeto y planificación sonlas claves de su éxito, porque está pendiente hasta del más mínimo detalle. Hombre de pocas, pero precisas palabras, el argentino se ganó rápidamente la admiración de sus jugadores, de la afición, del periodismo y de los directivos.

Como ninguno de sus predecesores, Pékerman supo aprovechar el inmenso talento de los futbolistas colombianos. Blindó a la selección y la supo aislar en los momentos cumbres de la Eliminatoria. Nunca se prestó para polémicas o confrontaciones.

Y puso a vibrar a todo el país, como hace 15 años no lo hacía. Llevó al equipo nacional hasta el tercer lugar del escalafón de la Fifa y seguramente lo dirigirá en Brasil, un premio muy merecido para este verdadero trabajador del fútbol.

Por María Alejandra Castaño C.

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