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A la cancha del barrio Las Palmas de Barranquilla llegó el joven Armando Vargas para probarse con la escuela PCV, una sociedad entre tres leyendas del fútbol costeño: Víctor Danilo Pacheco, Álex Comas e Iván Rene Valenciano. Fueron 20 minutos de fútbol los que necesitó el volante, que había sido formado como futbolista en la escuela Toto Rubio de la capital atlanticense, para ser aceptado en PCV. El dominio del balón y una gran capacidad para patear de media distancia fueron los aspectos que influyeron para que poco a poco se fuera consolidando como una de las promesas de la escuela. Su proyección fue tan rápida, que a los pocos meses fue a prueba al Boyacá Chicó, sin embargo, el técnico Alberto Gamero no lo quiso y por eso le tocó regresar a Barranquilla.
En 2009, cuando Eduardo Dávila Armenta, máximo dirigente del Unión Magdalena, por ese entonces, fue detenido por homicidio agravado, la sociedad PCV pasó a tomar las riendas del equipo samario y 15 jugadores de la escuela pasaron a probarse con el Ciclón Bananero, uno de ellos Armandito, ya convertido en el consentido de Pachequito, Comas y Valenciano, por su talento, pero ante todo por su humildad y sus ganas de salir adelante.
El técnico del Unión, Arnold Silva, lo llevó paso a paso. El estilo de Vargas era el de un futbolista que pensaba sólo en el juego ofensivo, sus capacidades para desequilibrar en el área rival lo hacían fallar cuando tocaba trabajar en marca y retroceder unos metros. “Fue un proceso que costó, pero que dio frutos”, recuerda Silva, quien hacía que su equipo jugara con un solo volante de marca, dos medios mixtos y tres delanteros, ubicando a Armando Vargas como volante por derecha cumpliendo doble función, en donde se consolidó para llevar el 10 en la espalda y por poco cumple el objetivo del ascenso al perder la final del primer semestre de 2012 frente al América de Cali por penales.
Justo antes de lesionarse de su rodilla izquierda había arreglado su paso a Independiente Santa Fe, club que a pesar de su problema físico decidió pagarle la recuperación y esperarlo a que estuviera de regreso. El presidente César Pastrana, un hombre que se ha caracterizado por jugársela por medidas impopulares que luego terminan dando resultado, confió en Vargas. “Desde que lo veía jugar en la B le tenía mucha fe, por eso decidimos apoyarlo en ese momento difícil y esperarlo”, asegura el presidente cardenal, quien tras el brillante partido del barranquillero de 25 años en el juego de ida de la final frente al Medellín, se mostró muy orgulloso porque daba fruto la decisión que había sembrado un año atrás.
¿Con ese partido le comienza a pagar a Santa Fe por la confianza que le tuvieron?
La verdad es que vivo muy agradecido con el presidente Pastrana y las directivas de Santa Fe, porque confiaron en mí en un momento en el que no era fácil hacerlo. Estoy muy contento por lo que le brindé al grupo y espero el domingo poder dar otra mano en el juego definitivo.
¿Qué se siente cuando uno ve que el referente del equipo se lesiona y le toca a uno entrar a reemplazarlo en una final?
No es exactamente miedo, pero sí una responsabilidad muy grande. Para nadie es un secreto que Ómar Pérez significa mucho para nuestro equipo.
¿Qué le dijo el técnico cuando iba a entrar?
No sólo el técnico, sino todos los jugadores me apoyaron y me hicieron sentir tranquilo. Esto es una familia y en esos momentos es cuando uno más se da cuenta de eso. Primero se me dio la función de estar como enganche y luego el profe me dice que me ubique como volante por derecha, en donde creo, estuvo la clave del partido.
¿En estos momentos gloriosos se piensa en lo duro que fue acoplarse al equipo por la lesión?
Sí, es lindo ver que las cosas están saliendo bien. Uno desde niño sueña con jugar finales y ganar títulos. Esperemos que las cosas salgan bien y podamos celebrar.
El técnico Gustavo Costas dijo que la final había que jugarla pensando en 90 minutos y no en 180. Ya se cumplió el primer objetivo, ¿ahora qué se dijo?
Que no hemos ganado nada, porque falta un partido. Todos tenemos eso en la cabeza, porque sabemos las capacidades del Medellín. Por eso hay que prepararnos para el domingo, estar tranquilos y hacer lo mejor posible.
¿Quién es su ídolo?
Mi máximo referente siempre ha sido el Pibe Valderrama. Veo videos de él para inspirarme y para aprender de sus movimientos. Pienso en imitarlo.
¿Y a Ómar Pérez cómo lo ve?
Como un maestro. Compartir juego con él es algo muy bonito. Aprendo bastante y espero que pueda seguir jugando con él por muchos años más.
Si no se recupera para el domingo le tocaría reemplazarlo. ¿Qué se siente?
Estoy tranquilo. Es una responsabilidad muy grande y ahora en lo que pienso es que si me toca jugar daré lo mejor, pero sería importante para nosotros contar con él. Es nuestro líder, el capitán.
lmontenegro@elespectador.com
@luisguimonte