
Hugo Rodallega, en la celebración del título de Santa Fe.
Foto: Santa Fe, vía X
A casi 10 minutos del final todo se había quebrado. Todo, menos el espíritu. Segundos antes de anotar el gol que le daría la décima estrella a Independiente Santa Fe, Hugo Rodallega no podía dejar de llorar. Desde antes del partido le molestó el aductor. Pero, sobre el final del juego, ya no podía más. Sintió el pinchazo y las piernas dejaron de responderle. Intentaba correr, pero el dolor lo superaba. Paró y las lágrimas empezaron a caer. Vinieron a abrazarlo hasta los rivales, mientras sus compañeros intentaban consolarlo. Los médicos le...
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