
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A finales de 2011, justo cuando Santa Fe estaba en un momento clave de transformación deportiva, en el que se les comenzó a dar mayor prelación a las divisiones inferiores y se ascendieron a varios juveniles al primer equipo, Héctor Urrego fue uno de los beneficiados de esa situación. El nacido en Apartadó, Antioquia, había llegado dos años atrás a Bogotá buscando oportunidades, y el cuadro cardenal fue el que se la jugó por él. Claro que mientras se consolidaba y maduraba, fue prestado a equipos de la B como Juventud Girardot y Atlético Soacha, en donde se conoció con Wilson Gutiérrez, quien sería el que le terminaría dando la oportunidad de debutar como profesional en 2012 con la camiseta del club albirrojo.
Ese día jugó junto a varios compañeros con los que se conocía de equipos juveniles, como Francisco Meza, Julián Quiñónez, Hugo Acosta, Camilo Vargas o Juan Daniel Roa. Y aunque en ese año figuró sobre todo en la Copa Colombia, el 15 de julio de 2012 dio su primera vuelta olímpica. En la historia quedará como uno de los que conquistó la tan anhelada séptima estrella, que ha sido sin dudas el título más importante de la historia de Santa Fe, pues ese fue el momento en el que se terminó con una sequía de 37 años sin títulos y tras ese episodio han venido muchos momentos de gloria.
Una particularidad de Héctor Urrego es que ha podido vivir todos los momentos de triunfo que han precedido la séptima estrella. Al día de hoy es uno de los cuatro futbolistas que más vueltas olímpicas ha dado en el cuadro bogotano, junto a Ómar Pérez (9), Yulián Anchico (8) y Juan Daniel Roa (8). Además, él tiene el lujo de poder decir que fue el autor del gol que le dio la novena estrella a Santa Fe, el pasado mes de diciembre ante el Deportes Tolima. “Es el momento con el que había soñado desde que comencé a jugar fútbol. Uno visualiza un estadio grande, lleno de gente y celebrando gracias a un gol de uno. Es una sensación única”, le contó a El Espectador.
Su estilo no es propiamente el de un jugador técnico y preciso, es más bien fuerte y desbarajustado, pero ese es su sello. Un defensor que cumple con su función de salvaguardar, sin importar si lo hace de una manera estética o no. Además tiene una virtud, y es la del juego aéreo. De hecho, los goles que tiene como profesional han sido gracias a sus cabezazos.
Pero consolidarse como titular no ha sido nada fácil para él. No sólo por la dura competencia con los defensores que ha tenido Santa Fe en los años que él ha estado en el club, sino por las lesiones. En la primera etapa de Gustavo Costas como DT cardenal, Héctor se había consolidado como uno de los titulares en el equipo de Copa Colombia. Jugaba como lateral derecho o como defensor central y poco a poco Costas le iba puliendo detalles para convertirlo en un mejor jugador. “Me decía que tenía unas condiciones físicas que me permitirían cumplir una buena función defensiva, que tenía que creer en mí y entregarme al máximo para poder triunfar”, recuerda Héctor. Pero justo por esos días sufrió el momento más duro de su carrera.
En un partido de Copa, en el estadio de Zipaquirá, el pasto estaba más largo de lo normal y en una jugada su pie derecho se quedó enterrado y un jugador del equipo rival le cayó encima, provocándole una lesión de ligamentos de su rodilla derecha.
Y si la recuperación de un jugador querido por la afición y conocido es difícil, la de un futbolista en formación es aún más frustrante, pues la soledad es un enemigo en esos momentos. “Es duro, muy duro diría. Pero nunca me dejé derrotar, siempre confié en Dios y con juicio seguí las recomendaciones del cuerpo médico”, asegura Héctor, quien tardó más de seis meses en volver a jugar. Y claro, cuando regresó su condición física era muy diferente a la de aquel momento en que se lesionó. Además, cuando se reincorporó a los entrenamientos ya no era Gustavo Costas el DT y eso fue algo que le complicó las cosas, porque tuvo que volver a construir esa confianza.
Pero justo en el semestre que volvió a sentirse en óptimas condiciones regresó Costas. “Me dijo que ya me conocía, que confiaba en mí, pero que el que jugaría de titular sería el que en mejor forma estuviera. Así que comencé a esforzarme más en los entrenamientos, a no ahorrarme nada. Cada mañana me levantaba con la ilusión de poder ganarme un puesto como titular”, asegura el defensor antioqueño. Su esfuerzo fue recompensado y Costas se la jugó por él. Por sus condiciones terminó encajando perfectamente en el sistema de tres defensores centrales, pues es rápido y eso le permite relevar con eficacia a sus compañeros en la zaga.
Los días duros quedaron atrás, ahora Urrego camina con la cabeza en alto y con la tranquilidad de saber que ha dado todo por el equipo que confió en él y le dio la oportunidad de hacer lo que había soñado desde niño. “Quiero ganar más cosas con Santa Fe, darle más alegrías al hincha. Sé que muchos no creían en mí, pero espero seguir sorprendiéndolos”, dice con su acostumbrado tono pausado.