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Como si se tratase de la manzana de la discordia, más de un mordisco ha tenido que soportar. Primero, al ser impuesto en su momento por un miembro de la junta, propició el divorcio entre el directivo y el entonces técnico Fernando Castro; también ha padecido la suplencia durante las tres temporadas vestido de rojo y blanco y recién al año y medio de su llegada a Bogotá vino a marcar un gol.
Nada ha sido fácil para Cristian Nazarit en Santa Fe, al que llegó como una promesa anotadora que hasta el momento no pasa de ser eso. El de Villarrica, Cauca, nunca ha negado tal deuda, como tampoco dejado de luchar por saldarla a puro grito.
Al menos así parece demostrarlo su arranque en los cuadrangulares, con tres festejos en dos juegos, los cuales han empezado a silenciar los silbidos y cambiar las críticas por ovaciones, como la que recibió el miércoles anterior a su salida del gramado de El Campín, estadio al que volverá esta tarde en busca de otra noche de gloria frente al Huila (6:20, RCN).
Ya como goleador de Santa Fe en el Clausura con cinco tantos, Nazarit es de los que creen que su presente “no es revancha, simplemente es la recompensa a un trabajo hecho con mucho esfuerzo”, aunque lo refuerza en parte con “las creencias que tengo desde niño y que me han dado la fortaleza para aguantar de todo, lo bueno, regular y malo”.
Por eso los collares multicolores en su cuello no son un adorno que contrasta con su tez morena, por el contrario, “cada uno tiene un significado especial, de protección, de fuerza, en fin, de muchas cosas que en la santería se manejan”.
Aferrado a sus convicciones, este sábado espera extender la racha frente al Huila, un rival que le trae más que buenos recuerdos porque su primer gol con Santa Fe lo consiguió en el Plazas Alcid de Neiva aquel 25 de julio de 2009.
Fecha imborrable para Nazarit, quien recuerda “que fue de tiro libre, y aunque esa vez no sirvió de mucho porque terminamos perdiendo (2-1), gané en confianza y sobre todo para que me tuvieran en cuenta en los cobros de pelota quieta”.
Justamente la media distancia fue la que le permitió celebrar el miércoles pasado, cuando su derechazo puso el dos a cero contra Equidad, recurso que para nada es cuestión del azar, “porque desde que estaba en las inferiores del América me quedaba después de los entrenamientos practicando tiros libres”.
“Es una bestia para pegarle al balón y tiene una virtud que pocos pueden mostrar, la de mezclar potencia y ubicación”, destaca Félix Noguera, otra alternativa albirroja en la táctica fija, mientras Yulián Anchico, con quien el caucano apuesta frecuentemente en las prácticas con el muro metálico de por medio, confiesa que “jamás estaría en una barrera con ese negro al frente”.
¿Primero fuerza y luego colocación? “No tengo una técnica definida, simplemente intento entrarle pleno a la pelota con el empeine, nada más”, suelta el nueve de Santa Fe, que este sábado tendría como complemento ofensivo a Efraín Viáfara, a quien define como “un jugador muy rápido, inteligente en sus movimientos y bastante desequilibrante”.
Puede que Nazarit no tenga muchas de esas características, pero es el que está gritando la palabra sagrada del fútbol que venía buscando hace rato y parece haber llegado en el mejor momento.