Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Así como el vacío en la parte frontal de su camiseta y las mismas graderías de la tribuna oriental de El Campín parecían corresponder al ambiente pesado y cargado de incertidumbre de las últimas semanas, Santa Fe tuvo fútbol de sobra en la cancha del Nemesio para que la sonrisa volviera a dibujarse en rojo y blanco.
Después de tres partidos en los que se había refundido la victoria, el líder del Clausura volvió al triunfo y no lo hizo ante cualquiera. Al frente estaba el Júnior, campeón en el primer semestre, que llegaba a Bogotá en busca de un milagro —ganar todo lo que le restaba para clasificar— y se fue de la capital eliminado y con una realidad ineludible: la dependencia de su capitán y referente, Giovanni Hernández, ausente por suspensión, además de un nivel irregular, le pasaron factura.
Tal vez desde la segunda era de Dragan Miranovic con los barranquilleros, tres temporadas atrás, el equipo rojiblanco no decepcionaba de tal forma en el estadio de la calle 57, aunque en buena parte por el rival, que de principio a fin lo superó y la mejor muestra de ello es que a los 26 minutos de juego ya le vencía por dos a cero, resultado que se mantendría hasta el final para que los cardenales se confirmen en el primer lugar con 30 puntos.
“Acá todos estamos para aportar, en los últimos partidos me han brindado la confianza de ser titular y gracias a Dios se sacó un resultado que necesitábamos mucho. Los compañeros me tienen fe en la pelota quieta, me deja contento haberles respondido y más porque se ganó jugando bien”, fue el balance de Cristian Nazarit, quien abrió el marcador con un tiro libre que tuvo su sello: potencia y ubicación.
El delantero caucano de 20 años y que celebró por primera vez en el Clausura, reconoció además la importancia de clasificar anticipadamente a los cuadrangulares semifinales, para centrarse en la Sudamericana, donde “el miércoles necesitamos el aliento de la gente, para entre todos, darle la vuelta al marcador con Mineiro y seguir en la Copa”.
“Ni en fútbol ni en uniforme el equipo estuvo”, dijo un sensato Diego Édison Umaña, técnico visitante, al referirse al pobre desempeño de sus dirigidos, que lucieron un uniforme amarillo que distó del tradicional blanco alterno. “Jugaron mal, sin entrega ni actitud, estamos eliminados y ya miraremos qué hacer al respecto”, agregó el DT, que no quería entrar al improvisado vestuario norte, tal vez por evitar un enfrentamiento con el plantel ante su autocrítica.
En Santa Fe, en cambio, todo fue elogio, pero entre jugadores y cuerpo técnico, porque en un momento tan crítico como éste, la respuesta en las gradas no aparece y la conclusión es una sola: equipo hay, falta hinchada.