“Vamos paso a paso”: Andrés Ricaurte

El volante paisa, de 26 años, es una de las figuras del Poderoso, que completó cuatro victorias seguidas de la de la mano del técnico español Ismael Rescalvo. “Lo importante no es llegar, sino mantenerse”, dice.

luis Guillermo Ordóñez Olano
19 de febrero de 2018 - 09:08 a. m.
El volante Andrés Ricaurte, del Medellín, es una de las revelaciones de la Liga Águila. / Luis Benavides
El volante Andrés Ricaurte, del Medellín, es una de las revelaciones de la Liga Águila. / Luis Benavides

Estaba escrito que Andrés Ricaurte sería futbolista. Su papá, Carlos, jugó fútbol profesional durante 11 temporadas en Nacional, América y Medellín, con los que disputó 321 partidos y anotó 40 goles. Aunque se retiró en 1989, dos años antes de que naciera su primogénito, le heredó la pasión por el balón y hasta su estilo de juego.

Hoy, a sus 26 años, Andrés es el hombre de las ideas en el medio campo del Independiente Medellín y una de las figuras en lo que va de la Liga Águila.

Su éxito, sin embargo, no se lo debe a su apellido, sino a la calidad que tiene para jugar. “Es un volante con dinámica, muy claro y práctico, como lo exige el fútbol moderno”, asegura su entrenador, el español Ismael Rescalvo, quien le da libertad para que genere acciones ofensivas y llegue a acompañar a los delanteros, pero le exige también que colabore en marca.

Ricaurte ha sido fundamental en las cuatro victorias consecutivas, ante Huila (3-0), Chicó (2-1), Millonarios (1-0) y Cali (2-1), que tienen al Poderoso de la Montaña en lo más alto de la tabla de la Liga Águila.

No había otra opción

Andrés, quien creció en el barrio La Castellana de Medellín, comenzó a jugar en el equipo del instituto Jorge Robledo, en el que hizo la primaria y el bachillerato. También estuvo en la escuela de fútbol de Santiago Escobar y J.J. Galeano, antes de irse al Club Deportivo Estudiantil.

Siempre jugó como creativo, pero cuando cumplió 18 años pensó en dejar el fútbol. El equipo de su categoría se acabó y aunque varios de sus compañeros se fueron para otros clubes, él quedó libre. Aldemar Restrepo le abrió las puertas del Campoalegre y allí tomó un segundo aire.

Itagüí, ahora Águilas, se fijó en él y lo contrató en 2011. El 10 de marzo de ese año debutó en la primera división. Aunque Hernán Torres fue quien le dio esa oportunidad, recuerda con gratitud a otros entrenadores que lo ayudaron, como Alejandro y Aldemar Restrepo, Hugo Gallego, Javier Arango y Carlos Mario Hoyos.

Pasaron cinco temporadas y Ricaurte no se pudo consolidar. En 2016 jugó con Leones, en la B, y el año pasado estuvo en el Atlético Huila, club en el que se convirtió en capitán y figura. “Tuve continuidad y eso me ayudó mucho, gane confianza y mejoré mi actitud”, reconoce el jugador de 1,82 metros de estatura y 75 kilogramos de peso, quien en diciembre pasado estuvo a punto de firmar contrato con el Júnior, pero terminó arreglando con el Medellín.

“Estoy pasando por un buen momento, pero puedo dar más. Aspiro a consolidarme en un club tan grande y a lograr cosas importantes. Este grupo es muy unido, como una familia, trabajar así hace todo más fácil”, señala Ricaurte, quien además explica que “lo importante no es llegar, sino mantenerse, eso nos toca hacer a mí y al Medellín. Creo que todavía puedo dar más, me falta, pero tanto el equipo como yo vamos paso a paso, con ilusión, pero con los pies sobre la tierra, porque el torneo apenas está comenzando”.

Andrés, quien tiene en su padre Carlos a su mayor crítico y mejor consejero, asegura que quiere hacer su propia historia en el fútbol colombiano y precisamente por eso escucha y acepta sus sugerencias. “Me corrige, me ayuda y me conoce mejor que nadie. Sabe, al igual que yo, que puedo dar más”.

Y eso es lo que espera el Medellín, que Ricaurte se convierta en la brújula del equipo, que además de la liga, afrontará desde marzo la Copa Sudamericana, en la que enfrentará al Sol de América de Paraguay, en la primera ronda.

Por luis Guillermo Ordóñez Olano

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