:format(jpeg)/www.elespectador.comhttp://thumbor-prod-us-east-1.photo.aws.arc.pub/XRj1lIVEBxADYz0c_UgGrU7pbM0=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/DYOSPOI5HZEENC7Z3I6QQ52DEY.jpg)
Édinson González se fue hace más de 30 años a Inglaterra. Su mamá trabajaba en una empresa de mensajería y él viajó a ayudarle. Oriundo de Palmira, recibió la nacionalidad inglesa y más tarde se casó con una mujer caleña con la que tuvo a su hijo Kevin. Le inculcó su amor por la pelota, le transmitió lo hermoso que fue haber jugado en el Valle del Cauca, donde empezó a crecer la adoración por el deporte que se juega con los pies, pero que requiere una notable claridad de pensamientos. Kevin se enamoró del sagrado objeto redondo cuando a los seis años lo acarició por primera vez en la cancha sintética de fútbol cinco del condominio donde viven en Londres.
Hace seis años, hacía parte de Lambeth Tigers, disputó un partido contra el Crystal Palace y este club de la Premier quiso que el talento demostrado aquel día empezara a jugar a su favor. Así sucedió. Desde entonces ha pasado por las categorías menores del equipo hasta llegar a la sub-16 y ha competido en diferentes torneos internacionales en Suecia, Dinamarca, Francia, Estados Unidos y Alemania. Su desempeño le ha valido para ser convocado a las selecciones sub-15 y sub-17 de Inglaterra y para que recientemente el Crystal Palace le ofreciera un contrato profesional. No lo ha firmado porque, junto a su padre y su familia, deben revisarlo en pro de buscar lo mejor para él. Además, porque hay equipos de Alemania, Portugal, España y otros de Inglaterra que están interesados en Kevin, quien recientemente cumplió 16 años.
“El presente es Crystal Palace, que tiene la prioridad, y debemos ver que sea lo mejor para él en todos los aspectos”, le dijo a El Espectador Édinson González, un papá orgulloso y apasionado por el fútbol, uno que entrena a Kevin todos los días, aparte de los trabajos que realiza con el club. Aunque está cursando la secundaria en un colegio de Londres y obtiene buenas calificaciones, Kevin se enfoca en el balón. Se levanta con una camiseta de la selección de Colombia puesta y hace malabares con una diminuta pelota, no le quita los ojos de encima, parece ensimismado con el más hermoso de los juguetes.
Kevin fue convocado por el entrenador Héctor Cárdenas al microciclo del combinado colombiano sub-17 con miras al Sudamericano de la categoría, que inicialmente está programado para celebrarse entre el 6 y el 30 de marzo en Perú y que servirá de clasificatorio para el Mundial que se disputará del 5 al 27 de octubre en el mismo país. Así definió Cárdenas a González después de dirigirlo durante las prácticas en Bogotá. “Pasador, un hombre que asiste muy bien y que lee correctamente los partidos”. Esas características se suman al buen cobro de tiro libre que posee, a su notable visión de juego y a la magia para ejecutar acciones que deleitan la retina de los amantes del balompié. Le gusta divertirse sobre el césped y divertir al público, con un fútbol que, además, produce variantes.
Juan Fernando Quintero es el ídolo de Kevin. El jugador de River Plate engancha desde la derecha hacia el centro para que su pie izquierdo dibuje fantasía: Kevin, derecho en la izquierda, lo hace al contrario. Por eso también intenta copiar cosas de Andrés Iniesta y de Philippe Coutinho, brasileño del Barcelona, club que es el máximo sueño para el colombo-inglés del Crystal Palace. “Él tiene una visión de campo tremenda, te filtra un pase donde tú crees que no lo hay. El estilo de juego de Kevin se acopla más al del fútbol colombiano: es un jugador al que le gusta pasar el balón. En Inglaterra también se toca, pero allá es más vertical”, recalca Édinson González.
Según manifiesta Pedro Blanco, de One Thousand Sport, agencia que representa a Kevin, el futbolista del Crystal Palace “juega en función de las necesidades del equipo, posee un talento descomunal y físicamente es un privilegiado. Además tiene pasaporte inglés y no tendría problema para jugar con Inglaterra o Colombia. Es una decisión de él y su familia, pero yo pensaría que es bastante probable que juegue para Colombia”. El papá de Kevin, el que está comprometido en recorrer el mundo con su hijo en pro de acompañarlo en su carrera deportiva, asegura: “Él es nacido en Inglaterra, pero la sangre de nosotros pesa mucho y él se siente más colombiano que inglés. Le hemos inculcado el amor por Colombia, por nuestra patria. Creo que se inclinaría por jugar con Colombia”.
La primera vez que Kevin González vino a nuestro país tenía cuatro años. Y la última, a ponerse por primera vez la indumentaria de la selección colombiana (hace dos semanas). Llega a Bogotá y la altura lo afecta los primeros días. En la cancha se le olvida, encamina sus capacidades para darle el mejor destino a la pelota, para ganarse un cupo en el Sudamericano de Perú, para hacer valer la emoción que sintió cuando lo sacaron de un entrenamiento del Crystal Palace para informarle que había llegado una carta de la Federación Colombia de Fútbol con el propósito de que viajara por cuarta vez al país donde nació su padre y se uniera a la sub-17. Toda esta experiencia le ha revolcado sus pensamientos, sus sensaciones. Cosas que produce el fútbol.
Los amigos de Kevin son ingleses, en Londres le gustaron las matemáticas y después ya no tanto. Allá pateó por primera vez un balón, lejos de Colombia fue criado y educado. Es visto como colombiano en Inglaterra, y así se siente. Es consciente de que debe trabajar el doble para cumplir su objetivo de estar en el Mundial Sub-17. También lo es con respecto a que posee el ADN del toque y la velocidad mental. Siempre anhela hacer algo especial y distinto mientras enfoca el arco rival, como cuando ha jugado en los estadios del Arsenal, del Fulham y del Crystal Palace, entre otros. “No sé todavía cuál selección escoger: Inglaterra es buena y me gusta, pero yo siento más a Colombia”, sentencia Kevin.