Boca vs. River, el partido del siglo

La máxima rivalidad entre clubes en el fútbol mundial se definirá en la final de la Copa Libertadores de América 2018, con protagonistas colombianos en ambos bandos. Un par de duelos para alquilar balcón.

Daniel Avellaneda - Buenos Aires
05 de noviembre de 2018 - 03:00 a. m.
El estadio de La Bombonera  será sede del primer partido de la final de la Libertadores, este sábado 10 de noviembre.
El estadio de La Bombonera será sede del primer partido de la final de la Libertadores, este sábado 10 de noviembre.
Foto: AP - DANIEL LUNA

Se necesitan uno y otro. A fin de cuentas, la vida está cruzada por antagonismos. ¿Qué sería de Supermán sin Lex Luthor o de Batman sin el Guasón? Son pasiones encontradas, frente a espejos que devuelven imágenes similares, aunque no quieran verse parecidos. River Plate y Boca Juniors, colosos del fútbol argentino y sudamericano, serán los protagonistas de la final de la Copa Libertadores. Será un duelo inédito para la competencia y el partido más trascendental de la historia entre ellos. Nunca antes hubo un mano a mano con tanta carga emocional. Las derivaciones de este choque pueden tener un impacto demasiado fuerte. La gloria, la burla exacerbada y una posible definición del Mundial de Clubes, seguramente, ante Real Madrid en Abu Dhabi. La tristeza, el oprobio de la tribuna, un mazazo anímico que requerirá mucho esfuerzo en la recuperación. Así se vive el superclásico, con extremismo.

El diario inglés The Observer aseguró en sus prestigiosas páginas que River-Boca es uno de los cincuenta eventos deportivos que hay que presenciar antes de morir. Y no se equivocan. Por la rivalidad, por la adrenalina que fluye dentro y fuera de los márgenes del campo de juego, por los grandes futbolistas que vistieron la banda roja sobre el pecho blanco y la franja amarilla con torso azul. Serán los próximos dos sábados, el 10 en La Bombonera y el 24 en el Monumental, ambos a las 2:00 p.m. de Colombia, dos horas más aquí. Y serán actores principales los colombianos: Juan Fernando Quintero y Rafael Santos Borré en River; Wilmar Barrios y Sebastián Villa en Boca. Edwin Cardona corre de atrás. El enganche antioqueño no fue tenido en cuenta para las semifinales con Palmeiras.

Cuestión de Estado

Argentina está atravesando una crisis económica feroz, con una recesión que golpeó el consumo y un ajuste que jaquea los bolsillos. A fin de mes, llegarán los líderes mundiales a la cumbre del G-20. Pero el superclásico domina la atención. Y hasta el presidente de la nación, Mauricio Macri, se involucró en el tema. El viernes por la mañana publicó un mensaje en su cuenta de Twitter y luego se expresó en una entrevista en radio. “Es una final histórica. Es único, maravilloso, irrepetible. Tenemos que demostrar que estamos cambiando y así como lo vemos en otros países del mundo tenemos que poder organizar esta final con público visitante también”, afirmó el mandatario.

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Macri, quien fue titular de Boca entre 1995 y 2008 durante la etapa más gloriosa del club, no quería que este espectáculo, que será transmitido por canales de todo el mundo, tuviera la tribuna visitante vacía. Observaba como una incapacidad no poder garantizar la seguridad para un evento tan especial. Hace cinco años que no se registra un encuentro con público visitante en la ciudad de Buenos Aires. El último superclásico con hinchas de los dos equipos fue el 5 de mayo de 2013 y empataron 1-1. Los clubes pusieron el grito en el cielo. Y por la tarde, el propio Macri moderó su discurso. Lo que parecía una imposición, terminó siendo una sugerencia. Ni Boca ni River estaban dispuestos a recibir hinchas en La Bombonera y el Monumental. Y el costo político de un episodio de violencia, a un año de las elecciones, se lo iban a facturar a la Casa Rosada.

Lo cierto es que tanto Daniel Angelici como Rodolfo D’Onofrio, presidentes de Boca y River, respectivamente, se pusieron de acuerdo y resolvieron tener la exclusividad de las canchas para sus hinchas. No habrá visitantes. “Yo no me quiero hacer cargo de un muerto. El Monumental no está preparado para recibir visitantes”, declaró D’Onofrio.

Quedó claro, con estos vaivenes presidenciales, que este partido mueve la aguja de la política nacional. También la del propio fútbol argentino. Sin ir más lejos, la Superliga tuvo que reprogramar la duodécima fecha en función de esta superfinal.

El día después de mañana

Nada será igual para Boca y River después de esta Copa Libertadores. Se juega el honor. Hay mucho por ganar, claro. En definitiva, ser campeón de América no solo llega acompañado con un cheque millonario. También, con la posibilidad de jugar el Mundial de Clubes en Emiratos Árabes. Y la supremacía del “gaste”, como decimos los argentinos. ¿Qué hincha se animará a burlarse del otro si el trofeo queda en su poder? River llega vigorizado por los antecedentes. Ya eliminó a Boca de la Sudamericana 2014 y de la Libertadores 2015. Le ganó la Supercopa Argentina el 14 de marzo en Mendoza y lo derrotó en el campeonato doméstico, 2-0 en La Bombonera. Boca necesita una victoria reivindicatoria ante su archirrival.

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Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Schelotto tendrán un partido especial. El Muñeco, suspendido por cuatro partidos al punto de que ni siquiera podrá acceder a La Bombonera, tiene una estadística notable en el mano a mano: ganó 40 de 48 duelos. El Mellizo se quedó en las semis de la Libertadores 2016, sorprendido por Independiente del Valle de Ecuador. Y quiere una revancha necesaria.

River parece más sólido en defensa con su arquero Franco Armani y una línea de cuatro muy compenetrada. Boca cuenta con un ataque más contundente, que tiene a Mauro Zárate, Villa, Wanchope Ábila y Darío Benedetto. En el medio, el coloso azul y oro apuesta a un mediocampo más combativo con Nahitan Nández, Pablo Pérez y Barrios. El gigante de la banda roja tiene mayor gestación. Con Nacho Fernández, Juanfer Quintero y Pity Martínez. Leo Ponzio, el capitán, se perderá la primera final por un desgarro.

Un poco de historia

¿Por qué River y Boca son enemigos íntimos y clásicos adversarios si sus canchas están separadas por 17 kilómetros y se yerguen en los extremos de la ciudad? Esta rivalidad nació a orillas del Riachuelo. Es que la cancha de River no estaba en la zona norte de Buenos Aires, como asoma majestuoso el Monumental desde 1938. El primer estadio riverplatense se construyó en la Dársena Sur, detrás de la carbonería Wilson. Tuvo una mudanza breve a Sarandí y luego regresó a la Boca. Hasta 1923, cuando dejó el barrio y se mudó a Alvear y Tagle, en la Recoleta. Entonces, comenzó otra historia. Pero a esa altura, ya empezaba a gestarse un antagonismo con el viejo vecino boquense.

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El 24 de agosto de 1913 jugaron el primer Boca-River oficial en primera división. Se enfrentaron 247 veces, con 88 victorias xeneizes y 81 triunfos millonarios. Empataron en 78 oportunidades. Pero nunca jugaron dos partidos tan trascendentales como esta final, una final que tiene paralizada a la Argentina y de la que se habla y se hablará durante noviembre en todos los rincones del planeta fútbol.

Por Daniel Avellaneda - Buenos Aires

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