Cuando Colombia ganó la Copa América, pero perdió la paz

Hace 18 años nuestro país organizó el evento de selecciones más antiguo del mundo. La hoja de ruta de la edición de 2020 se sorteó este martes en la noche en Cartagena. La tricolor debutará el 13 de junio ante Ecuador, en Bogotá.

Camilo Amaya
04 de diciembre de 2019 - 03:49 a. m.
Iván Ramiro Córdoba recibió la única Copa América que ha ganado Colombia. / AP
Iván Ramiro Córdoba recibió la única Copa América que ha ganado Colombia. / AP

Fue un tema de Estado para el Gobierno de Andrés Pastrana, acorralado por las matanzas y las bombas, por la violencia en la Colombia profunda, que tenía un eco enorme en la capital. También en el sur del continente, donde los directivos de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) prestaban atención a lo que sucedía en un país incendiado por su propia gente y por las intenciones de los grupos al margen de la ley para que la Copa América de 2001 no se realizara.

(Cuando Colombia fue campeón de América)

“Cambiemos las bombas por los goles”, dijo el primer mandatario un mes después de la masacre de Chengue, en Sucre, población de agricultores de aguacate que fue arrasada por los paramilitares, por personas que, dicen las mujeres que sobrevivieron, usaban prendas del Ejército Nacional.

Ese descontrol interno generó pánico en algunas selecciones, en Argentina más que todo, delegación a la que no le importó que los colombianos fuéramos más grandes que nuestros problemas y sin titubeos canceló su participación.

En un principio fue Julio Grondona, presidente en ese entonces de la AFA, el que se mostró reacio, incluso temeroso, y dijo que no quería arriesgar a su delegación en Medellín (la sede de su grupo), ciudad que sufrió una ola de petardos, uno tras otro, en las semanas previas al torneo.

“La gente allá está acostumbrada a vivir a la defensiva. Nosotros no”, fueron las palabras de Carlos González, presidente de Lanús y otro con voz y voto.

Mientras Pastrana llamaba a la calma y a la sensatez, los sucesos tenían más peso. Por ejemplo, el secuestro de Hernán Mejía Campuzano, vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol y coordinador del certamen. El directivo fue retenido en las afueras de su finca en Cartago, Valle del Cauca, cuando se disponía a viajar a Pereira. “No iba dirigido contra él. Fue un error. Esto no puede derrotar el gran espíritu que tenemos de realizar la Copa. El Eln, las Farc y las Auc se comprometieron para que vengan los mejores del continente”, agregó un Pastrana medroso y al que poco a poco se le fue cayendo el discurso pacifista y conciliador.

Al final, un día antes de la inauguración en Barranquilla (11 de julio), el comité de la AFA respaldó a su presidente y por unanimidad dijo que no, que la selección albiceleste no viajaba a Colombia, ni siquiera con juveniles. Y hubo enojo de un presidente que tocó fondo en la popularidad con su gente, y del mismo embajador argentino en Bogotá, Carlos Alfredo Carrasco, que desvirtuó una posible amenaza de muerte contra la selección dirigida por Marcelo Bielsa.

“Cada uno es dueño de su propio miedo”, concluyó Pastrana, mientras que Luiz Felipe Scolari, DT de Brasil, soltó otra frase que tocó la soberbia argentina: “No ir a Colombia sí es una cuestión de cobardes”. Este mensaje también aplicó para Canadá, campeón de la Copa de Oro, que prefirió no asistir.

En menos de cuatro años se desmoronó el proceso de paz con las Farc, el crimen fue el gran campeón del período presidencial entre 1998 y 2002, y lo único que le dio un bálsamo de nueva vida a Colombia fue el título de la Copa América, un trofeo que sirvió de baluarte en una época en la que el país se derrumbaba con tanta fuerza que fue imposible contener la hemorragia. El fútbol ejerció presión, sí, pero lo que se sabía, aunque no se quería reconocer, es que el sangrado ya era muy grande.

Se ganó de manera invicta

Sin Argentina en el torneo, con Honduras como reemplazo y Brasil participando con un equipo mixto (no vinieron las grandes figuras que el año siguiente ganarían el Mundial de Corea y Japón, en 2002), Colombia asumió el favoritismo de un evento bastante accidentado antes de su primer encuentro, que se empezó a disputar en escritorios y reuniones, en consejos de seguridad y conversaciones que se llevaron a cabo a lo largo de toda Suramérica.

Francisco Maturana, que meses antes había sustituido a Luis Augusto García en la dirección técnica (al Chiqui no le perdonaron el empate 2-2 con los venezolanos en San Cristóbal por la eliminatoria), reiteró que lo más valioso para el país era salir campeón en su casa. Y el camino comenzó con victoria 2-0 sobre Venezuela en el Metropolitano de Barranquilla, después el 1-0 contra Ecuador y, para cerrar la fase de grupos, el 2-0 con Chile. Tres salidas y nueve puntos que ubicaron a la selección en la primera llave de cuartos de final, que la mandaron al estadio Centenario de Armenia para enfrentar a Perú en choque que finalizó 3-0 con dos goles de Víctor Hugo Aristizábal y uno de Giovanny Hernández.

El delantero paisa, figura con Deportivo Cali en ese momento, tuvo dos semanas perfectas, dos de las mejores de su carrera, como lo ha dicho en repetidas ocasiones: “Tenía la confianza en lo más alto. Y todo me entraba”.

En semifinales, ante el sorprendente equipo catracho que eliminó a Brasil, Colombia se impuso 2-0 con goles de Gerardo Bedoya y Aristizábal y obtuvo su tiquete a la final en Bogotá para medirse con México. “Tenía un grupo adelantado a su tiempo. Sabía que era complicado encontrar a un Asprilla o a un Rincón y por eso busqué talento en otras zonas, por eso jugamos el duelo más importante sin un delantero claro”, recordaría Maturana.

Y fue así, pues Aristi tenía libertad para moverse por los extremos, Elkin Murillo podía arrancar más atrás y Jairo Castillo no se sentía cómodo si permanecía en el área un tiempo prolongado. No en vano la única anotación de un choque apretado, de fuerza y vehemencia, fue de un central, Iván Ramiro Córdoba, el capitán. Gracias a él y su cabezazo, Colombia levantó el trofeo el 29 de julio de 2001, el día en el que uno de los países más divididos del continente dejó a un lado la política, el odio y el rencor para festejar un suceso que obnubiló lo malo durante noventa minutos.

La Copa compartida

En los últimos años, y tras los escándalos por corrupción en los altos estamentos del fútbol, FIFA y Conmebol, el torneo continental sufrió un cambio. Y en la idea de acomodar los calendarios internacionales para que la Eurocopa y la Copa América se disputaran el mismo año, se decidió hacer el torneo de selecciones más antiguo del mundo en 2020.

No importó que en los últimos cuatro años se hubiera realizado tres veces. En 2015 en Chile, con el equipo local como campeón. Un año después en Estados Unidos, en la celebración del centenario, en la que el equipo austral repitió. Y este año en Brasil, al que ya se le había prometido la sede y que finalmente se quedó con la corona.

No había muchas opciones para 2020, pero inexplicablemente Conmebol decidió que Colombia y Argentina fueran sedes conjuntas del campeonato, a pesar de que apenas hace ocho años, en 2011, la Copa se hizo en territorio albiceleste.

Será la primera vez en la historia en la que el torneo se juegue en dos países, aunque en los años 70 cada selección ofició como local en su capital, pues era serie de eliminación directa en partidos de ida y vuelta.

En las más recientes ediciones las selecciones se dividían en tres grupos de cuatro equipos, con los diez de Suramérica y dos invitados, pero en 2020 la primera fase contará con dos hexagonales, en los que se enfrentarán todos contra todos.

Tras el sorteo celebrado este martes en la noche en el Centro de Convenciones de Cartagena, en el grupo A, la zona sur, quedaron ubicados Argentina, Australia, Bolivia, Uruguay, Chile y Paraguay. En el B, la zona norte, Colombia, Brasil, Catar, Venezuela, Ecuador y Perú.

El torneo se disputará entre el 12 de junio y el 12 de julio del año entrante y los cuatro mejores equipos de cada grupo avanzarán a los cuartos de final. El partido inaugural lo disputarán Argentina y Chile en el estadio Monumental de Buenos Aires, mientras la final se celebrará en el Metropolitano de Barranquilla.

La selección colombiana, que en marzo comenzará su camino al Mundial de Catar 2022 con la primera fecha de la eliminatoria, debutará en el certamen continental el 13 de junio con Ecuador. Lo hará en el estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá.

Como cada selección disputará cinco partidos en lugar de los tradicionales tres, el torneo tendrá doce compromisos más que los que se disputaban bajo el formato clásico. La Copa América 2020 tendrá 38 encuentros, lo que implica mayores ingresos por recaudación, derechos de televisión y publicidad, que es lo que busca Conmebol.

Los cuatro mejores equipos de cada grupo jugarán los cuartos de final, ronda en la que no podrán enfrentarse contra los países que ya hayan jugado. Los ganadores de esas llaves pasarán a semifinales y quienes se impongan ahí disputarán el partido definitivo.

En Colombia, las ciudades sedes serán Bogotá, Medellín, Cali y la capital del Atlántico, mientras en Argentina se jugará en Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y San Juan.

Conmebol anunció que el 17 de diciembre realizará en Asunción los sorteos de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana de 2020, así como el de la eliminatoria a la próxima Copa del Mundo.

Por Camilo Amaya

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar