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Cuando no había largueros...

En el amanecer de los tiempos del balompié hay un lugar y una fecha que marcaron el punto de partida de su espectacular evolución con un acontecimiento del que hoy se cumplen exactamente 148 años: la disputa del primer partido internacional.

David Ruiz especial para El Espectador
30 de noviembre de 2020 - 04:04 p. m.
el 30 de noviembre de 1872 se disputaba el primer partido entre selecciones. Escocia e Inglaterra empataron 0-0.
el 30 de noviembre de 1872 se disputaba el primer partido entre selecciones. Escocia e Inglaterra empataron 0-0.
Foto: Cortesía - Cortesía

El Hamilton Crescent de Partick (Glasgow), modesto hogar del West of Scotland Cricket Club, acogió el 30 de noviembre de 1872 el primer partido internacional. Enfrentó a Escocia con Inglaterra, su rival eterno, por vez primera lejos de un campo de batalla y ante 4.000 aficionados

La recaudación de tan histórico duelo alcanzó en taquilla los 102 pounds y el resultado final, pese al vibrante embate de tan irreconciliables hordas y un remate del escocés Robert Leckie a la cuerda que unía los postes ingleses, fue el mismo del inicio, 0-0.

La reglamentación de un deporte que luchaba por salir del ostracismo al que le había condenado su hermano mayor, el rugby (se había escindido poco antes), era aún bastante arcaica: no había portero; no existía el fuera de juego; ni los córners y tampoco había largueros ni redes.

El Daily Telegraph cubrió la información de tan singular efeméride, disputada en una cancha de cricket, resaltando “el pundonor defensivo del equipo local”, y destacando las figuras del capitán inglés Ottaway; y sus compañeros Kirke-Smith y Brockbank como los ‘men of the match’.

La diminuta crónica del Telegraph reseñó también que el combinado anfitrión jugó aquel duelo con un esquema táctico de 3-2-6, mientras que ‘Los Tres Leones’ plantearon un ofensivo 2-2-7. Por aquel entonces no se permitían cambios y los equipos carecían de ‘manager’.

El once escocés estuvo integrado sólo por jugadores del Queen’s Park FC de Glasgow, el club más antiguo del país del cardo y uno de los cinco más viejos del planeta. Fundado el 9 de julio de 1867, se mantuvo como el único equipo amateur del balompié escocés hasta el año pasado.

Suya fue la invención del llamado ‘combination game’, una sucesión sistemática de pases entre sus jugadores para superar al rival y ganar metros camino de la portería contraria. Tan novedosa aportación, puesta en práctica en 1872 ante Inglaterra, cambió la naturaleza del juego.

Queen’s Park fue el gran dominador del fútbol en su país hasta la creación de la Liga, en 1900. Su pertinaz negativa a dar el salto al profesionalismo forma parte de su esencia fundacional, reflejada en el lema de su escudo: Ludere Causa Ludendi (jugar por el placer del juego).

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Los Spiders, actualmente en 4ª división, ganaron 10 veces la Scottish Cup entre 1874 y 1893, siendo el tercer club con más títulos tras Rangers y Celtic. Además, es el único equipo escocés que ha jugado la final de la FA Cup (1884 y 1885), ambas perdidas ante el Blackburn Rovers.

Su progresiva pérdida de protagonismo sobre el césped a causa de la condición amateur de sus jugadores le llevaría al descenso en 1922. Desde entonces, se convirtió en un equipo ascensor hasta la temporada 1957-58, a la sazón su última en la Scottish Premier League hasta ahora.

Una notoria particularidad del equipo en el que dio sus primeros pasos como jugador Sir Alex Ferguson (con 16 años) es que ha estado 117 temporadas jugando como local en Hampden Park, el Estadio Nacional donde juega Escocia y se disputan las finales de la Copa de Escocia y de la Copa de la Liga.

La Scottish FA ha permitido dicha licencia al Queen’s Park, a la sazón dueño de los terrenos donde se levantó el estadio en 1903, pese a llevar 500 seguidores a un recinto con capacidad para 52.000 personas, por haber sido el impulsor del nacimiento de la Asociación en 1873.

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A fines del año pasado el Queen’s Park vendió la propiedad de Hampden a la SFA por 5 millones de libras, dinero que el club invertirá en la construcción de un estadio propio para 1.700 aficionados en Lesser Hampden, donde tiene en la actualidad sus campos de entrenamiento.

La historia del equipo que posibilitó la disputa del primer duelo internacional fue recogida por F.H.C. Robertson en el libro ‘The men with educated feet’ (Los hombres con pies educados).

Por David Ruiz especial para El Espectador

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