El museo de Maradona en Nápoles, un tesoro bajo tierra

Este lugar que pocos conocen tiene elementos que usó el argentino durante su paso por Napoli, por una ciudad que lo marcó de por vida.

AFP
23 de diciembre de 2019 - 03:18 p. m.
Alfredo Capozzi
Alfredo Capozzi

¿Quieres ver la bota izquierda de Diego Armando Maradona, con la que marcó su doblete a Bélgica en las semifinales del Mundial 1986? ¿El sofá de su apartamento napolitano, en el cual también se sentó Julio Iglesias? ¿El contrato original de su traspaso del Barcelona al Nápoles? Pues todo está bajo tierra, en un sótano.

El museo de Massimo Vignati es único en su especie. No figura en ningún mapa de Nápoles, no está tampoco en las guías de viaje y la entrada es gratuita. Y sin embargo, todo Maradona está ahí, en el sótano de un edificio normal y corriente de Secondigliano, un barrio duro del norte de la localidad.

Este increíble caos de fotografías, banderines, brazaletes, camisetas -lavadas o no, dedicadas o no- contiene algunos objetos de culto.

Aquí encontramos el banco en el que se cambiaba Maradona en el vestuario del estadio de San Paolo o la mítica chaqueta de K-Way con la que bailó e hizo malabares al ritmo de 'Live is Life' durante un calentamiento antes de enfrentarse a Bayer Múnich.

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Pero esta cueva del tesoro es testigo también del vínculo único entre el genio argentino y una familia que estuvo a su lado durante sus siete años napolitanos, cuando era el mejor jugador del mundo.

"Tuve la suerte de que mi padre fuera durante 37 años el conserje de San Paolo y de los vestuarios del Nápoles. Y mi madre fue la única cocinera de Maradona", explica Massimo Vignati a la AFP.

Su hermana también fue la niñera de Dalma y Giannina, las dos primeras hijas del N.10, y él, Massimo, primero de niño y luego como adolescente, frecuentó a diario al ídolo de su ciudad.

Con el Ferrari

"Estábamos con Diego de lunes a domingo. Él y su mujer nos ofrecieron todas estas cosas porque sabían que éramos muchos hijos, cinco niños y seis niñas", cuenta mientras mira las fotos de la época, cuando el apartamento del argentino en lo alto de Posillipo, un barrio elegante de la ciudad, era como su segunda casa.

"Estuve las siete temporadas de Maradona como recogepelotas. Los lunes, iba a jugar al 'calcetto' con él, no iba a la escuela. Y los martes, a veces, me llevaba al entrenamiento del Nápoles. '¡Diego, vamos con el Ferrari!'".

Durante mucho tiempo, las maravillas expuestas hoy en el sótano de los Vignati se quedaron en el estadio de San Paolo.

"Mi padre tenía dos habitaciones. Una para todos estos recuerdos y otra para beber un buen café napolitano. Luego de su muerte, lo traje todo aquí. Pero el club sabe que este lugar existe. Si hacen un museo, siempre estaré disponible. Espero que todo pueda volver al estadio, era el sueño de mi padre", explica Massimo.

Mientras las cosas no van bien esta temporada en el Nápoles, él tiene otro sueño: que regrese Maradona, un "napolitano nacido en Argentina".

"Con todo lo que está pasando, haría falta un Maradona, que cargue con todo y detenga las polémicas. Es un niño de Nápoles, es del pueblo. Nos reconocemos en él", opina.

 

Por AFP

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