Histeria en el fútbol argentino

El panorama en la selección albiceleste es cada vez peor. A la crisis dirigencial en la AFA se suma la angustia de poder quedar fuera del Mundial de Rusia 2018.

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Daniel Avellaneda - Buenos Aires
01 de abril de 2017 - 03:39 a. m.
El técnico Edgardo Bauza es uno de los principales blancos de las críticas por la crisis en el fútbol argentino. / AFP
El técnico Edgardo Bauza es uno de los principales blancos de las críticas por la crisis en el fútbol argentino. / AFP
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La imagen del errante equipo celeste y blanco en La Paz es todo un síntoma del viacrucis que vive Argentina. Ahí están los futbolistas, cabizbajos, vencidos por Bolivia, acaso el peor seleccionado del continente, mano a mano con Venezuela. No está Lionel Messi, que tuvo que ver el partido en el vestuario, a través de un pequeño monitor. Había sido suspendido por la FIFA unas horas antes, agregando más leña al fuego albiceleste. Y las críticas se multiplican, lapidarias, en medio de una situación impensada a sólo cuatro fechas del final de las eliminatorias suramericanas. Con Edgardo Bauza como principal destinatario. Un técnico que llegó de la mano de una Comisión Normalizadora que este jueves dejó sus funciones para darle paso a un nuevo gobierno en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

Hay histeria en el país. Desde Ushuaia hasta La Quiaca, del norte al sur de Argentina, subcampeón del mundo, está en la zona de repechaje. Pensando en Nueva Zelanda, Tahití o Papúa Nueva Guinea como esa hendija para entrar al Mundial del año próximo. Y cuando se mira al espejito, espejito, Brasil —el otro grande de Suramérica— es el más bonito.

Bajo esta coyuntura, y frente a una sociedad crispada por una grieta política que se ramificó en el fútbol, ni el propio Messi se salva. Aunque es el mejor jugador del mundo, es la cara de una generación frustrada. Jugadores de élite del otro lado del océano Atlántico, tapa de los diarios y portales de Europa, pero apuntados cada vez que se visten de celeste y blanco.

Las miradas son dispares. Mientras hay hinchas que valoran haber sido protagonistas de los partidos definitorios del Mundial de Brasil y las Copas América de Chile y Estados Unidos, hay otros que los definen como perdedores de finales. La crítica especializada fue muy dura. Resultadista en su máxima expresión, parte del periodismo vilipendió a los jugadores. Otros defendieron a capa y espada a un grupo que llevó a la Argentina a disputar ese título que nunca llegó. Sí, la selección divide, igual que la política. La realidad es que Messi, Javier Mascherano y compañía jugaron cuatro finales en una década (2007, 2014, 2015 y 2016) y no consiguieron ningún laurel.

Ya lo dijo el propio Mascherano antes de la última decepción en suelo norteamericano. Fue tapa del diario deportivo Olé: “Ahora no alcanza con jugar finales; hay que ganarlas”. Y fue otra vez triunfo de Chile, en la definición por penales. Con los memes de los fanáticos mofándose de Gonzalo Higuaín, ese goleador extraordinario en Nápoli y Juventus, un delantero que ya tiene récord de actos fallidos en la selección. Pipita, Sergio Romero, Mascherano, Kun Agüero, Ángel Di María y Ezequiel Lavezzi forman parte del “Club de Amigos” de Messi. Y parecen intocables. Sin ir más lejos, y más allá de su buena actuación en la Copa América del año pasado, el Pocho fue citado por Bauza cuando apenas jugó un partido en nueve meses en la Superliga china. Todo un indicio de que el volante del Hebei Fortune suma más en la convivencia que dentro de los márgenes del campo de juego. Enojados, no hablan con la prensa desde octubre, luego del triunfo sobre Colombia.

¿De quién es la culpa? ¿De Bauza, los jugadores o los dirigentes? “Hace 10 años que juegan juntos y no se ve armonía. Pareciera que recién se conocen. Cambiar de técnico ahora sería una locura. Llamar nuevos jugadores, muy acertado”, afirmó Mario Alberto Kempes, campeón del mundo en 1978. Dio en el clavo. Pero hay resistencia de los futbolistas. Lo admitió Carlos Dibos, expreparador físico de Alfio Basile, quien dirigió la selección entre 2006 y 2008: “Mascherano entrega la lista de socios del Club de Amigos. Hay que terminar con eso”.

El miércoles, Claudio Tapia fue elegido presidente de la AFA. Exbarrendero, titular de Barracas Central, club de la tercera categoría del fútbol argentino, es yerno de Hugo Moyano, mandamás de Independiente y líder sindical. Impulsado por Daniel Angelici, capo de Boca Juniors, ocupó el histórico sillón de Julio Humberto Grondona, fallecido el 30 de julio de 2014. Lo hará después de un año y medio de agitación institucional, con el recordado 38-38 del 3 de diciembre de 2015, un empate de fábula en las elecciones (votaban 75 asambleístas), uno de los papelones más grandes de la historia de la casa madre de la pelota. El flamante comité ejecutivo resolverá qué hacer con Bauza. La mayoría de los dirigentes no quieren saber nada con el Patón. Sin embargo, echarlo tiene su costo político. ¿Qué pasa si su reemplazo no puede encauzar el rumbo y Argentina queda afuera del Mundial? A Gerardo Martino todavía tienen que pagarle el contrato. Romper el vínculo con Bauza significa una inversión de US$900.000. Y traer a otro entrenador —el principal candidato es Jorge Sampaoli, del Sevilla—, otros US$2’500.000. AFA está saliendo de un estado de cesación de pagos. ¿Hace falta sacudir la tesorería?

Peor es quedarse afuera del Mundial. Aunque la matemática juega a su favor. Según un estudio realizado por la Universidad de Chile y el Instituto de Cálculo de la Universidad de Buenos Aires, Argentina apenas tiene un 4,5 % de posibilidades de quedarse afuera del próximo Mundial. Además, tiene un 70,5 % de probabilidad de ir directo y un 25 % de acceder al repechaje. ¿Podrá contar con Messi? AFA hará lo posible. De hecho, Tapia apelará ante el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo). Hoy por hoy, el crack del Barcelona debe cumplir otras tres fechas de suspensión: contra Uruguay, Venezuela y Perú. Volvería en la última jornada, contra Ecuador. Quizá la suerte esté echada.

Por Daniel Avellaneda - Buenos Aires

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