La travesía de José Luis Sinisterra

Sinisterra estuvo dos veces en el equipo granate antes de firmar su primer contrato. / Instagram José Luis Sinisterra

Se podría decir que José Luis Sinisterra es un futbolista precoz, pues con veinte años se ha probado en tantos clubes que cuando se le pregunta por la cantidad de camisetas que ha vestido hace una pausa prolongada antes de responder. Y se corrige, pues la memoria le falla y el haber ido de acá para allá lo confunde, pero al final arroja una respuesta que resulta conciliadora con él y los demás: “Muchos”. Aunque su apellido es más el de una estirpe de hombres que han dedicado su vida a la pelota, él se enorgullece al decir que de su familia es el único que llegó al profesionalismo, que los demás se dedicaron al estudio y al trabajo, como debe ser, como hay que hacer para sobrevivir en Buenaventura.

Hijo de una maestra de escuela y de un vigilante, José Luis habló con El Espectador de lo que ha sido este camino a toda máquina, de una carrera que bien pudo terminar en un caos dirigencial, pero que retomó el rumbo gracias a él, a su familia, a sus amigos y, sobre todo, a su fútbol, el mismo que hoy lo tiene en Lanús, de Argentina, como una de las opciones en el ataque del entrenador español Luis Zubeldía, ex-DT de Independiente Medellín.

¿Es verdad que de niño, cuando se probó en el Sporting de Buenaventura, dijo que era defensor para que lo dejaran jugar?

Era muy tímido y no tuve el impulso para decir que era delantero. Todos los niños querían marcar goles, así que yo pensé las cosas y analicé: si quiero tener la pelota y armar juego debo hacerlo desde atrás, y por eso me presenté como un defensor más. Además, como lateral podía subir y bajar sin problemas, porque corría más que los otros.

¿De quién fue la idea de viajar a Brasil para probarse con Palmeiras a sus 14 años?

Yo tengo un tío (Antonio José) que vive allá; él se enteró de que me estaba yendo bien en los torneos infantiles y les dijo a mis padres que sería buena idea ir a probar en Brasil. A ellos les sonó y viajé en el 2012. Era la primera vez que me montaba en un avión, entonces ya te imaginarás las ansias y el susto.

¿Cómo le fue con el equipo de São Paulo?

Era el único colombiano en un grupo de cuarenta niños. Ese día marqué cuatro goles y a ellos les gustó mucho. Estaba en la dupla de ataque con Gabriel Jesus, hoy en el Manchester City. Sin embargo, por la reglamentación de FIFA con respecto a los menores de edad, no me dejaron. Era necesario que mis papás vivieran allá conmigo y eso era muy complicado.

Entonces, ¿qué hizo?

Seguí entrenando con ellos, pero solo disputaba los amistosos. Después echaron al tipo que me había elegido y todo cambió para mal. Recuerdo que mi tío habló con Freddy Rincón para probarme en Corinthians, porque en Palmeiras ya me iban a sacar. Y allá, marcando goles, fue que me vio un representante argentino y me hizo una propuesta.

¿Y cuál fue la propuesta?

Irme para Defensa y Justicia. Pero pasó lo mismo: dos meses, muchos goles, pero nada de contrato por reglamentación. Por eso el mismo representante me presentó la opción de ir a Quilmes. Allí les gustó mi fútbol, pero me enteré de que al otro día River Plate iba a hacer pruebas y no regresé.

¿Cómo le fue en River?

Muy bien, pero el club tenía muchos jugadores extranjeros, todos mayores que yo y muy buenos. Entonces por más que quisieran dejarme, había otros en la fila. No se pudo hacer nada.

¿En ese momento fue cuando llegó a Lanús?

Sí, mi representante habló con Ramón Cabrero y él me vio jugar, habló con los directivos e intercedió por mí. Ese año, gracias a mi trabajo, me gané una convocatoria a la selección de Colombia sub 17.

Pero si le iba tan bien, ¿por qué no regresó y terminó en Atlético Nacional?

Sabía que venían cambios y que no tendría muchas oportunidades de jugar y por eso me quedé en Medellín. En ese entonces Once Caldas y el América también preguntaron, pero la mejor opción era Nacional. Estuve casi un año, en varios torneos, anotando goles, pero hubo un malentendido y me tocó volver a Lanús.

¿Qué pasó?

Es mejor dejar eso atrás.

¿Qué tal estuvo la segunda etapa con el granate?

Nadie me decía nada, que me iban a dar un contrato especial antes de que cumpliera los 18 años, pero nada. Entonces me fui para Estudiantes de La Plata. Tres meses y todos los días repetían que me iban a solucionar la situación. En ese momento había una carta de invitación del Valladolid y la acepté para mirar nuevos rumbos.

¿En Europa también le incumplieron?

Sí y todo terminó muy mal, me quedaron debiendo dinero y por eso volví a Argentina. Eso sí, me quedan los recuerdos de los buenos partidos que jugué con la filial del club, los jugadores de diferentes nacionalidades que conocí y el gol que le marqué a Luca Zidane, hijo de Zinedine Zidane.

¿Por qué volvió a Lanús si ya le habían quedado mal?

Porque tenía muchos conocidos, ya estaba más grande y mi nivel había subido mucho para ganarme un lugar. Llegué a la reserva en enero de 2018, firmé por fin un contrato y después de mitad de año recibí la noticia de que me querían entrenando con el plantel de primera.

¿Cuándo debutó?

El 7 de octubre contra Atlético Tucumán y el 20 del mismo mes anoté contra Patronato. Ese día me fue muy bien: el profe Zubeldía me dijo que le gustaba lo que yo hacía en la cancha y que si seguía trabajando de esa manera me tendría siempre en sus planes.

¿Con quién es más cercano del plantel?

Con todos me llevo bien, pero me la paso con Pedro de la Vega y hablo mucho con Lautaro Acosta. Él me da muchos consejos, me enseña cosas en la cancha y se ríe de mis chistes.

Un sueño a corto plazo

Después de todo, prefiero trabajar primero y soñar después. Pero ya que insistes, me gustaría ser goleador en Argentina. Ya después veremos qué nos trae el fútbol.

@CamiloAmaya