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La peripatesis de Marcelo Bielsa en Leeds

Caminar es una de las actividades más religiosas, también un espacio creativo, del entrenador argentino, que luego de 16 años ascendió al Leeds a la Premier League.

Thomas Blanco- @thomblalin
21 de julio de 2020 - 07:43 p. m.
Bielsa en sus caminatas diarias de cinco kilómetros a Thorp Arch.
Bielsa en sus caminatas diarias de cinco kilómetros a Thorp Arch.
Foto: Archivo

Cuando Marcelo Bielsa aterrizó en Leeds a mediados de 2018 sorprendió con su primera determinación: nada de mansiones, nada de hoteles cinco estrellas; nada parecido a eso. Alquiló una casa sencilla en Wheterby, un pueblo tranquilo de 20.000 habitantes a las afueras de la ciudad.

Desde allí, religiosamente, con su morral y sus auriculares puestos, caminaba cinco kilómetros por 50 minutos hasta Thorp Arch, la sede del club. “Estamos vivos porque estamos en movimiento”, dice el cantautor uruguayo Jorge Drexler en uno de sus temas más reconocidos y que mejor describe su pensamiento.

Esas caminatas son el espacio creativo del DT argentino, que este martes cumple 65 años de vida y acaba de lograr el ascenso del Leeds a la Premier League luego de 16 años entre las sombras de la tercera y segunda división de la cuna del fútbol mundial. En ese movimiento, espacio de introspección, soledad y aire puro es que a Bielsa se le ocurren sus ideas y toma las decisiones.

Una estilo de vida que tiene sus raíces dos milenios atrás en Aristóteles. Uno de los momentos del día más importantes del filósofo griego era pasear con sus discípulos en el jardín del templo de Apolo Licio mientras reflexionaban de la existencia humana. Una actividad que recibió el nombre de peripatesis.

Lejos de las corbatas, colonias finas y maneras delicadas de sus familiares, Marcelo se viste igual todos los días: con unos tenis y la sudadera del Leeds. Porque sus hermanos sí siguieron el legado del abuelo Rafael Bielsa, uno de los fundadores de la rama administrativa en Argentina: María Eugenia es la actual ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat de Argentina y Rafael, quien lleva el mismo nombre, fue ministro de Relaciones Exteriores entre 2003 y 2005. Una familia de abogados alérgica a la personalidad del entrenador rosarino.

A mercar también suele irse caminando, después, mientras come en su restaurante favorito, uno de los pocos que hay en el pueblo, Sant Angelo de comida italiana. Uno que otro día se da el gusto en la panadería Cooplands. Camina, como un mortal más, porque sabe que lo es, por las calles del pueblo. Nunca ha tenido un problema para compartir o tomarse fotos con la gente.

En una de esa caminatas diarias, Marcelo decidió la fórmula para apagar el único escándalo de su carrera: el Spygate. Que ocurrió la temporada pasada a vísperas de un duelo importante ante el Derby County: descubrieron que el argentino había llevado un espía para averiguar los planteamientos del equipo de Frank Lampard. El revuelo le dio la vuelta al mundo y Bielsa optó por dar una rueda de prensa extraordinaria, dos días antes del encuentro. El día después tenía que cumplir con la programada por la organización del Championship. Los rumores de su renuncia eran casi obvios.

Porque las últimas veces que había recurrido a ese modus operandi lo hacía para dar un paso al costado. Bielsa se paró, rompió el protocolo, en contravía con la voluntad del accionista mayoritario del club, Andrea Radrizzan, a quien no le parecía buena idea, y abrió una presentación de Power Point. Por más de 70 minutos explicó cómo estudia a sus rivales y desmenuzó el estilo de juego de cada uno de los equipos del torneo. La conclusión era obvia: no necesita de espías para disecar las costumbres futbolísticas de sus rivales. “He espiado toda mi carrera. ¿Que por qué lo hago? Por estúpido”, fueron sus palabras mientras su traductor Salim Lamrani le explicaba a los periodistas en inglés. Porque el único punto reprochable de su método es no haber aprendido inglés en estos dos años.

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Con su peculiar sistema, que tiene muchas variantes, el eje siempre es el mismo: 3-3-1-3, un modelo táctico atípico durante sus 30 años de su carrera y que sigue y seguirá siendo raro en el fútbol moderno. Con movimientos marcados: el volante Kalvin Phillips retrocede constantemente a la línea de centrales a apoyar la salida. Sus dos extremos tienen un partido de ida y vuelta, en un trabajo de desgaste sofocante tanto en ataque como en defensa.

El español Pablo Hernández es el enganche o volante 10 del equipo y el hombre creativo. La otra figura es Patrick Bamford, un delantero que fue un pedido especial de Bielsa y ha sido el encargado de anotar los goles del equipo. La presión constante en los 90 minutos de juego es el catalizador de su filosofía.

Por eso es un obsesivo con la forma física y la resistencia de sus jugadores. Cuando Bielsa llegó estaban acostumbrados a entrenamientos de dos horas. Ahora han terminado con jornadas de hasta 12 horas hasta las 8:00 p.m. Una de sus primeras órdenes definen los valores que tiene: puso a sus futbolistas a recoger la basura del predio del club por tres horas, el tiempo promedio de trabajo que gastan sus hinchas para comprar una boleta.

Leeds, que estuvo casi toda la campaña 2018-2019 en la punta de la tabla o en el segundo puesto, en el terrero fértil del ascenso directo, se desinfló en el último sprint de la temporada. Necesitaba ganar dos de sus últimos cuatro partidos para garantizar su tiquete en la máxima categoría del fútbol inglés. Y cayó ante el Wigan, el Bretford y empató 1-1 ante Aston Villa en uno de los duelos más polémicos del torneo, pues Klich anotó el gol del Leeds mientras había un hombre del equipo rival tendido en el suelo.

“¡Leave the goal, leave the goal!, fueron las palabras enfurecidas de Bielsa para que su equipo se dejara hacer un gol del Aston Villa sin poner resistencia. El único que no siguió la orden del “Loco” fue el defensor Pontus Jansson -que entre otras cosas ya no pertenece al equipo-, pues se resistió, pero no pudo evitar el tanto rival.

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¿El momento en el que se le escapó el ascenso al Leeds? En 15 días. Cuando entre febrero y marzo perdió de local siendo líder ante sus dos rivales directos: Norwich y Sheffield United, los dos conjuntos que ascendieron.

“Encajó a la perfección en el equipo y la ciudad. Se convirtió en un ícono. Lo quería a él porque necesitábamos a un líder que cambiara la cultura del club y lo consiguió en un solo año”, apuntó el máximo accionista Andrea Radrizzan en la serie documental de aquella temporada del equipo llamado Take us Home.

Cuando el italiano inició la reestructuración del club uno de los candidatos era Marcelo Bielsa. El director deportivo español Victor Orta y el CEO Angus Kinnear viajaron a Buenos Aires a reunirse con el argentino. En una conferencia de casi 12 horas en un restaurante, el DT les nombró la nómina y el sistema táctico de cada uno de los equipos de la segunda división de Inglaterra. Y en tres días se había visto todos los partidos del Leeds de la campaña pasada. “Esto es lo que yo haría diferente”, dijo con modestia.

Las cosas se le escaparon al último suspiro en 2019, pero en una de esas caminatas decidió quedarse y un año después, tras 16 años, volvió a colocar al Leeds en la Premier League, un equipo que descendió por los mismos días en los que él ganaba su último título: la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Caminando, en movimiento, en su peripatesis, Marcelo seguirá estimulando su espacio creativo, su mayor cualidad en un fútbol moderno ultra conservador, predecible y que ha sucumbido ante el resultado y ha dejado de lado la forma para llegar a las victorias.

Thomas Blanco- @thomblalin

Por Thomas Blanco- @thomblalin

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