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El 27 de mayo de 1981, el Liverpool, el equipo inglés con sólo jugadores británicos, superó 1-0 al Real Madrid y logró su tercer título de la Liga de Campeones. Ese día, un grupo de futbolistas con arquetipo de trabajadores de la posguerra, castrenses en la cancha, entendieron que si no se estaba con la posesión era obligatorio estar en posición. Así, apelando a la acumulación de sabiduría de Joe Fagan, vencieron al que parecía invencible en Europa.
Curiosamente, Alan Kennedy rompió con lo establecido, abandonó su posición y apareció como un atacante más, recepcionó la pelota con su rodilla, la empujó con el vientre y fusiló con pierna izquierda a Agustín Rodríguez. “Me dejaron libre y aproveché la oportunidad”, fue lo primero que dijo en medio de la celebración, cuando todos lo buscaban en la cancha del parque de los Príncipes de París para una explicación.
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No fue un movimiento impulsivo, fue una carrera inteligente, fue buscar en la improvisación la mejor fuente de la genialidad, fue marcar el que fue, en ese entonces, el gol más importante de su carrera. El Madrid, dubitativo en ese instante (minuto 82), perdió un duelo aburrido, un partido sin forma, en el que el fin de ganar corrompió el buen juego y en el que un joven del nordeste de Inglaterra fue más vivo que todos, más despierto que el mismo Vicente del Bosque. Esa noche Liverpool dejó a una generación, la de los García, sin trofeo (Rafael, Antonio) y sembró dudas y cuestionamientos de forma en un equipo que no volvió a llegar a una final de Champions en 17 años (temporada 1997-1998).
Hoy, en Kiev (Ucrania), se vuelven a encontrar el equipo más ganador de Europa y uno de los más ganadores, el portentoso Madrid de Cristiano Ronaldo y el efectivo Liverpool de Mohamed Salah, cada uno con su carácter singular, con su forma de jugar propia. De un lado, Zinedine Zidane y sus respuestas confusas, así como algunas de sus alineaciones, y del otro, Jürgen Klopp y la planeación total, la repetición como camino al aprendizaje. El club español y su nómina repleta de figuras; el inglés y un equipo que se ha hecho figura a lo largo de la temporada, a tal punto de tener el tridente más efectivo en todo el continente (Salah, Sadio Mané y Firmino).
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El Madrid peleará para que el mal recuerdo del pasado se convierta en uno nuevo para el futuro y Liverpool por mantener vigente un triunfo histórico, doloroso para el rival de hoy. En Kiev, una ciudad que hace ochenta años fue testigo de la matanza de judíos engañados por los nazis con una promesa de deportación, será el centro del mundo fútbol, el lugar en el que Europa se reunirá alrededor de un balón para conocer a su nuevo campeón, para ver frente a frente a Cristiano Ronaldo y Salah, para ver si, finalmente, el cuadro merengue puede exorcizarse o, por el contrario, el club de Anfield Road abrirá de nuevo una herida que los españoles dicen que está cerrada.