Londres es hoy la capital del fútbol mundial

Arsenal y Chelsea disputarán este miércoles la final de la Europa League (2:00 p.m., por Espn) y el sábado Tottenham buscará la Champions League ante Liverpool. La cultura y el deporte han ido de la mano en una ciudad a la que le sobran los equipos y los hinchas, donde la pelota va más allá de un simple partido.

Camilo Amaya
29 de mayo de 2019 - 03:00 a. m.
Pierre Emerick Aubameyang, jugador de Arsenal y Eden Hazard, volante de Chelsea. / EFE
Pierre Emerick Aubameyang, jugador de Arsenal y Eden Hazard, volante de Chelsea. / EFE

“El fútbol es una expresión cultural como muchas otras, pero diferente a todas”. La frase es de David Goldblatt, historiador y sociólogo que ha estudiado el origen y el impacto de este deporte en Inglaterra. Pero para hablar de Londres habría que añadirle algo más: el fútbol es la cultura misma y, por ende, un elemento de la columna vertebral social de una ciudad de ocho millones de habitantes en la que ser hincha de un equipo parece ser obligatorio.

Por ejemplo: solo en el área metropolitana hay 14 clubes que juegan de manera profesional, además de los 13 estadios. En Londres la gente toma partido con respecto a la política, a la economía y, por supuesto, a una camiseta. Y eso convierte a una de las metrópolis más importantes de Europa en una población que cuenta con derbis en cada punto cardinal.

Está el del norte, que lo protagonizan Tottenham y Arsenal, instituciones que en sus inicios tuvieron gran cantidad de simpatizantes judíos, por allá a finales del siglo XIX. No en vano una de las barras de los Spurs se hace llamar la Yiz Armi y tiene, encima del símbolo de la institución, la estrella de David. Por el otro lado, eran obreros de una fábrica de armamento, de producir cañones. En Londres el barrio dictamina no solo la manera de vivir, sino también a qué equipo seguir, incluso genera afinidad de creencias y sueños.

En el oeste, Chelsea, Fulham y Queens Park Rangers componen una rivalidad que se respira por todo el sector de Fulham Broadway y a lo largo del trayecto de nueve minutos en carro, entre Stamford Bridge y Craven Cottage, escenario ubicado a las orillas del río Támesis en el que se ha puesto la belleza por encima de la capacidad, con una fachada colonial de la época en la que fue fundado (1896) y ha sido declarado patrimonio arquitectónico de la ciudad.

Al este la competitividad está entre Millwall y West Ham United, dos conjuntos que con el paso de los años se dejaron de encontrar en competencias oficiales (el primero milita en la segunda división de Inglaterra). Aun así, los cánticos de uno siempre son alusivos a otro, por tiempos pasados, para no olvidar una disputa entre quienes cargaban los botes y sus constructores a finales del siglo XIX. Por último está el del sur, el clásico entre Charlton Athletic y Crystal Palace, el de la zona con menos equipos de fútbol, de barrios humildes, de hinchadas más tranquilas y no tan efusivas como las demás, pues la escasez de títulos los ha hecho más tolerantes e igual de incondicionales, ya que la asistencia a los encuentros entre ellos sigue siendo grande.

Más allá de lo anterior, las gradas de los diferentes estadios se han convertido en una muestra de la variedad racial que convive en una ciudad que abre las puertas a toda Europa, incluso al mundo oriental. Por eso es habitual ver a hindús con la camiseta de Chelsea, iraníes con la de Arsenal o hasta japoneses con el escudo de Tottenham pintando en el rostro; pero no solo de los clubes más grandes, pues se sabe que West Ham tiene un pequeño grupo de polacos que acompañan al equipo y que Crystal Palace es alentado por daneses.

Y los aficionados están metidos hasta con el tema del brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea). Los de Tottenham respaldan las posiciones más radicales con respecto al tema, mientras que los de Chelsea han mostrado pancartas apoyando la unión y la continuidad del acuerdo. Es la vida misma detrás del balón, es irse por un club porque se siente representado, más allá del juego, con la sociedad que se quiere construir, en la que se quiere vivir.

Este miércoles, en el estadio olímpico de Bakú (Azerbaiyán) no habrá una silla disponible. Tanto los simpatizantes del Chelsea como los del conjunto Gunner montaron todo un operativo de traslado para no dejar a sus equipos solos, para vivir un partido de carácter internacional como se si tratase de un clásico local, para demostrarle al mundo que más allá de las fronteras, la pasión que suscitan los clubes de Londres es diferente, es algo que genera pasión y alegría, algo muy preciado con relación a lo que simplemente es un juego.

@CamiloAmaya

Por Camilo Amaya

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