Mateo Casierra, el goleador del futuro

El delantero colombiano de 22 años ya fue campeón con el Deportivo Cali, estuvo dos años en Europa con Ajax y Groningen y sueña con triunfar con Racing de Avellaneda, reciente campeón del fútbol argentino.

Lucas Cardona Camargo, Especial para El Espectador
24 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.
Mateo Casierra, delantero colombiano de Racing de Avellaneda.  / Karen Colmenares
Mateo Casierra, delantero colombiano de Racing de Avellaneda. / Karen Colmenares

Camina tranquilo por los alrededores del histórico estadio Juan Domingo Perón, su nueva casa desde enero. El mes pasado cumplió 22 años, pero sus logros y trayectoria podrían calificarse como los de un futbolista experimentado. Se trata del delantero Mateo Casierra, quien debutó en febrero de 2015 con la camiseta del Deportivo Cali y desde aquel partido en la Copa Colombia sigue ilusionado con el éxito. Ese mismo año se consagró campeón del Torneo Finalización con el conjunto azucarero y contribuyó con un gol determinante en la semifinal ante Millonarios.

Por eso sus actuaciones no pasaron desapercibidas y empezó ser seguido de cerca por algunos equipos del exterior. El 14 de junio de 2016, apenas 16 meses después de su debut, este joven oriundo del municipio de Barbacoas (Nariño) se convirtió en uno de los jugadores más cotizados del fútbol colombiano. El reconocido Ajax de Holanda desembolsó 5,7 millones de euros para hacerse con los servicios del delantero colombiano. Y tras su incorporación al fútbol holandés, el pasado enero llegó cedido al Racing de Avellaneda.

Lleva cuatro meses en la academia y ya pudo celebrar un campeonato. Aunque no jugó para la consecución del título, hoy su presente es muy halagüeño. Tras su proceso de adaptación, ya hizo su debut formal y, según él mismo, cada día conoce más el juego de sus compañeros y se adapta a la disciplina impuesta por el cuerpo técnico que orienta Eduardo el Chacho Coudet. Quienes lo han visto en los entrenamientos dicen que seguirá mejorando, que pronto sumará minutos y que demostrará el potencial que lo llevó a salir rápidamente al fútbol internacional.

¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol? ¿Qué recuerda de esa primera etapa de su carrera?

Aprovechaba cualquier tiempo libre para jugar con mis amigos. Tengo presentes los campeonatos de mi pueblo, Barbacoas. Cada barrio tenía su equipo y el mío se llamaba Samba Negra. En él pude crecer mucho y destacarme. Después no fue fácil. Hubo momentos de sufrimiento mientras me adaptaba a la vida en la ciudad. Me encontré con una realidad distinta. Muchas veces no tenía el dinero para los pasajes. Fueron experiencias que quedaron en el pasado. Hoy es una etapa que recuerdo con alegría.

¿Cómo llegó al Deportivo Cali?

El que me llevó al club fue Héctor Quiñones, el padre del futbolista del mismo nombre que juega en el América de Cali. Gracias a él pude hacer las pruebas que en principio solo duraban un mes, pero tuve que esperar tres hasta que el club me inscribió en la liga.

¿Qué recuerda del momento en que subió al primer equipo?

Fue un proceso. Entrenaba en las inferiores, pero no conocía al Pecoso Castro, solo escuchaba que les daba oportunidades a los jóvenes. Hasta que un día, mientras jugaba videojuegos, me llamaron al celular para decirme que debía entrenar con el equipo profesional. Cuando colgué, quedé trastornado, paralizado por la emoción.

¿Qué representa Fernando “Pecoso” Castro en su carrera?

Es una persona muy importante en mi vida. Fue quien me dio la posibilidad de jugar y de mostrarme a nivel nacional. Contrario a lo que dicen de su temperamento, él es un hombre de alma muy noble, que da muchos consejos y entiende la visión de cada jugador.

¿Un momento para recordar en el Cali?

El gol que le marqué a Millonarios en la semifinal. Habíamos perdido 3-2 en Bogotá y yo no había jugado, pero para el partido de vuelta Miguel Murillo, quién había sido inicialista en la ida, estaba lesionado. Los días antes fueron de incertidumbre por quién iba a ser el titular, hasta que me confirmaron que era yo. Gracias a ese gol empatamos la serie y fuimos a penales. En la final contra el Medellín jugué 85 minutos y terminamos logrando el título.

¿Cómo fue el paso al Ajax?

No sentí presión. Estaba muy enfocado en el Deportivo Cali, hasta que el presidente confirmó que había un acuerdo entre los clubes. Entonces sentí esa posibilidad como algo real. Fue un momento lindo, aunque la familia tenía miedo de que me costara demasiado la experiencia de vivir solo. Cuando llegué allá, nada fue fácil: el cambio de cultura, el idioma, el ambiente... todo fue complejo, pero logré adaptarme. Una de las cosas que me ayudó a acoplarme al club fue que contrataran a Dávinson Sánchez, un mes después de mi llegada. Íbamos a los entrenamientos juntos y tratábamos de apoyarnos.

¿Cómo son los entrenamientos en el Ajax?

Se juega 4-3-3 en el primer equipo y todas las categorías juegan el mismo esquema. Poco a poco me fui acostumbrando a los movimientos, a lo que me pedían. Todos los días se trabaja movilidad, intensidad y posesión, que son las bases del juego del club. En los ejercicios siempre iba de último, eso me ayudó mucho.

¿Qué piensa de todo lo que generó Ajax en esta temporada?

Me da alegría. La gente me pregunta por qué no me quede allá, pero a veces hay que buscar continuidad y el técnico me dijo que, de ser posible, aceptara alguna oferta para tener minutos. En la actualidad hay jugadores de mucha calidad, de gran técnica. Compartí con ellos casi dos años, siempre me asombró la calidad de jugadores como David Neres, De Jong, Tadic y, sobre todo, Ziyech que para mí es un crack.

¿Qué mejoró en su paso por el Jong Ajax (equipo reserva)?

Aprendí mucho. Fui de los jugadores con más experiencia en ese plantel. La mayoría de mis compañeros no habían debutado. Durante la temporada tuve gran rendimiento, pude marcar muchos goles y lo hice en el gol del título. Eso me permitió fortalecer mi confianza.

¿Cuál fue el momento más duro en Holanda?

Durante un campamento en Austria, en pretemporada, cuando el compañero Abdelhak Nouri sufrió un colapso que terminó dejándolo en coma. Ese día el plantel se dividió en dos y cada uno disputó un partido. Yo había jugado primero, venía del camerino y me quedé viendo a mis compañeros. Cuando Api sufrió el colapso estaba a pocos metros de mí. Fue muy duro verlo. El proceso mientras lo atendían y trataban de reanimarlo fue difícil. Volver a entrenar después de eso no es fácil, la imagen se repite en la cabeza. Además, era un compañero que estaba perfectamente sano y tenía la misma ilusión de todos.

¿Cómo surgió la posibilidad de jugar en Racing?

Cuando terminó mi préstamo en el Groningen volví a Ámsterdam a entrenarme con Ajax. Faltaban pocos días para que terminara el mercado de pases y cuando llegó la posibilidad de venir a Racing no lo pensé dos veces. Obviamente siempre está la incertidumbre de no saber si en el futuro vas a poder alegrarte porque tomaste la mejor decisión, pero sabía que llegaba a un club grande, con lindo presente y, sobre todo, que está mejorando cada vez más.

¿Estar en Argentina puede beneficiar una posible convocatoria a la selección?

Por ahora no pienso tanto en eso. Tuve la oportunidad de ir a un Suramericano sub-20, pero el Ajax no me permitió ir, pues no era una competición FIFA. Lo que tengo que hacer es trabajar para encontrar mi mejor rendimiento y marcar goles.

A los pocos meses de llegar el equipo termina campeón, ¿cómo lo vivió?

La adaptación cuesta. He tenido que aprender cosas nuevas. Es un entorno agresivo en el que se corre mucho y hay mucho roce, pero poco a poco se van adquiriendo nuevas cualidades. Vengo de un fútbol, como el europeo, donde no hay tanta fricción y en el que se juega más, pero todo me va a permitir fortalecer aspectos de mi juego que aún no tengo desarrollados. En particular me piden que juegue con intensidad a la hora de marcar, de cortar la salida del equipo rival y que cuando tenga la pelota muestre mis cualidades.

¿Qué hace en sus ratos libres en Buenos Aires?

Me junto con Borré, Fabra, Villa y Campuzano. Compartimos con nuestras parejas, tratamos de no hablar mucho de fútbol. Vamos a comer, vemos series de televisión, jugamos videojuegos.

¿En que equipo sueña con jugar?

En Barcelona, es mi sueño desde niño, cuando juego Play suelo escogerlo. También me gusta el Manchester City.

Y el Ajax, ¿le gustaría volver?

No puedo cerrar oportunidades, vivo el presente y sé que tengo que trabajar duro. Quiero volver a Europa, pero con más experiencia para ser importante. En este momento busco continuidad y en Racing estoy luchando por conseguirla.

¿Cuál es el mejor jugador con el que ha compartido cancha?

En Colombia hay muchos futbolistas de gran nivel, pero en particular recuerdo a Andrés Pérez, uno de los mejores, destaco mucho su liderazgo. Acá he podido compartir con Lisandro López, un gran jugador, con mucha experiencia, lo admiro mucho.

¿Qué extraña de Colombia?

La comida, el ambiente. En Holanda solo escuchaba el sonido de los carros en las calles, aquí en Argentina he sentido de nuevo el ambiente latino; eso ayuda bastante. Extraño mucho el cebiche de camarón que preparan mi mamá y mi novia.

Por Lucas Cardona Camargo, Especial para El Espectador

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