Natalia Gaitán, la capitana con voz de cambio

Con la misma responsabilidad con la que ha liderado a la selección de Colombia en mundiales y olímpicos, la jugadora del Valencia CF analiza el momento del fútbol femenino en nuestro país, admite que hay mucho por mejorar, pero alimenta la esperanza en el talento de las nuevas generaciones. En España se prepara para su tercer tiempo en el deporte.

Fabián Mauricio Rozo Castiblanco / Valencia
23 de febrero de 2019 - 03:25 a. m.
Natalia Gaitán, jugadora colombiana del Valencia de España.  / Valencia
Natalia Gaitán, jugadora colombiana del Valencia de España. / Valencia

De una histórica vuelta olímpica de Copa Libertadores a denuncias de todo tipo. En apenas dos meses y medio, el fútbol femenino en Colombia ha pasado del éxtasis a la preocupación, lapso en el que además el presidente del Tolima lanzó fuertes críticas a quienes lo practican y el país solicitó la sede para la Copa del Mundo de 2023.

Demasiadas cosas para tantos kilómetros de distancia, en el caso de Natalia Gaitán Laguado. La capitana de las selecciones que cambiaron el rumbo no se apresura a la hora de evaluar lo que pasa y, aun más, lo que viene. Su entorno invita a la reflexión, al análisis. En su cuarta temporada con el Valencia CF, la palabra “consolidación” es cuestión del pasado. El brazalete que también porta en el club de la primera división española así lo confirma.

Y es que no solo es el factor tiempo. La experiencia tricolor también la avala: un título suramericano sub-17 y la primera clasificación mundialista (Nueva Zelanda), una copa del mundo sub-20 (Alemania 2010) y dos de mayores (Alemania 2011 y Canadá 2015), además de dos participaciones olímpicas (Londres 2012 y Río 2016).

Ninguna voz más autorizada, en pocas palabras. Esa que, a sus 27 años, fortalece con el liderazgo, valor fundamental a la hora de encarar cualquier transformación. Natalia anhela el cambio del fútbol femenino colombiano, pero lo hace desde su propia experiencia con el ejemplo. Desde ya se prepara para dejar los vestuarios y jugar en otra cancha, la del mercadeo y la administración deportiva. Se viene el revolcón, y lo pide a su estilo. En vez de señalar, ella prefiere proponer.

¿Cómo analiza el momento de sus compañeras en Colombia?

Desde lejos se veía muy bien, sobre todo porque habíamos luchado durante mucho tiempo para que se hiciera una liga profesional, que nos apoyaran y estuviéramos en constante preparación y competencia para los distintos retos; algo que no tuvimos al comienzo. La primera final Santa Fe-Huila con El Campín lleno fue impresionante, luego el título de la Libertadores emocionó, pero analizando lo de la Liga como tal siguen faltando cosas. Dijeron que para el segundo semestre de este año se jugará, pero es muy vago todo y así es complejo.

¿Por qué lo ve tan complicado?

Porque se deja un espacio muy grande sin competencia y eso hace que se pierda la recordación, que se debilite el nexo que se estaba creando con los espectadores. Ya se deberían tener noticias de que Millonarios formó equipo y va a estrenarse esta temporada, que se vaya conociendo a las jugadoras y a los equipos, pero es mínimo lo que se sabe y divulga. Si dejas más de un año sin competencia, el trabajo realizado se pierde, la constancia es clave en el proceso de afianzamiento. Es casi empezar desde cero en mercadeo y muchas otras cosas en las que se venía avanzando.

¿Ese sería el primer punto a reforzar desde su experiencia?

Por supuesto. Si va a ser corto el torneo, que se hagan dos ediciones en el año, o una larga de seis meses y que se genere información. Que los clubes se encarguen de mostrarse como un solo equipo. Acá en el Valencia, por ejemplo, hacemos muchas actividades conjuntas entre el equipo femenino y el masculino, sesiones de firmas, foros o un calendario deportivo. Todo esto ayuda. Obviamente eso impulsa y mucho más vincular todo en el mismo club, porque en definitiva somos jugadores del club.

¿Allá pudo compartir con Jeison Murillo?

No lo conocía personalmente y tuve la oportunidad. Cuando él llegó, yo justo me lesioné, entonces tuvo un detalle muy lindo de enviarme un mensaje a través del departamento de prensa y comunicaciones. Empezamos a hablar, me invitó a su casa, conocí a su esposa, a su hija y la verdad son personas maravillosas. Un gran apoyo. Tener cerca ese calor humano del colombiano es importante y más en ese momento.

¿Se alcanzó a despedir antes de fichar por el Barcelona?

Sí, el día antes de ir a presentar las pruebas médicas y firmar contrato nos vimos acá en la Ciudad Deportiva y es un orgullo que haya llegado a uno de los mejores clubes del mundo.

¿El fútbol femenino en Colombia ha crecido lo suficiente como para aportar a ligas como la española?

Sí, lo he dicho siempre: el talento está, lo hemos demostrado, así los dos últimos años no hayan sido los mejores en cuanto a resultados, pero la condición es innata. La gran diferencia pasa por la preparación y la dedicación, el respaldo que hay para el fútbol colombiano.

¿Y ese respaldo cómo debe ser?

En el Valencia por ejemplo, desde los cinco años las niñas ya empiezan a tener ese primer contacto con el balón para ver si les gusta o no. De igual manera, la disciplina es algo que podríamos aprender. Al no tener el respaldo suficiente no le brindas el mismo tiempo ni lo practicas con la misma pasión e intensidad, entonces te dedicas a otras cosas y no rindes al ciento por ciento.

¿Lo ven más como un hobby que como una opción profesional?

Exactamente. Esa es la gran diferencia, porque a nivel de técnica es muy parejo. En el aspecto físico, insisto, hay que trabajar mucho más. Esta es una temporada larga acá en España: son ocho meses, de septiembre a mayo, y debes estar a tope para evitar cualquier tipo de lesión. Y no solo dentro del campo; también afuera, porque debes cuidarte en la alimentación, la recuperación. Todo un combo.

Y eso vinculado a un verdadero proceso de formación…

Sí, con un respaldo más continuo, no solo en competencia. A las niñas que están pequeñas y vienen detrás las invito a que investiguen y lean cómo hemos llegado a vivir este momento, quiénes lo han hecho y así cuando les pregunten quiénes son sus ídolos no solo hablen de Falcao o James, sino que digan que son Daniela Montoya, Yoreli Rincón o Natalia Gaitán.

¿Cómo recibió las palabras de Gabriel Camargo, presidente del Tolima, sobre el fútbol femenino?

Para mí, están fuera de todo contexto.

¿Le dolieron?

No, porque estoy dentro del fútbol femenino y sé cómo es en realidad. Solo quisiera decirles a las personas que no estigmaticen ni generalicen. Cada cual es libre de hacer lo que quiera, pero con respeto. Lo que dijo no me afectó; sí lo que causó, pero al mismo tiempo me alegró el rechazo que se produjo ante esas declaraciones y no solo de la gente del deporte, sino del país en general. Esa solidaridad es importante.

¿Mereció una sanción?

La Dimayor es la que decide, aunque al menos el comunicado ofreciendo disculpas fue un buen paso.

A propósito, ¿cuándo dio usted el primero en el fútbol?

Oficialmente a los 11 años, aunque desde los cuatro o cinco jugaba con mi padre y hermano en el barrio, en las canchas. Yo era la mascota de los equipos de ellos. En el colegio de mi hermano, en La Morena, en San Carlos. Jugué tenis, voleibol, practiqué natación, pero el fútbol era lo mío y me inscribí al único club que había en ese momento en Bogotá. Se llamaba Internacional y ahí inicié todo el proceso con selecciones de la capital, luego las de Colombia y en el 2008 con el club Gol Star decidí irme a Estados Unidos a buscar una beca deportiva y académica. Fue cuando estudié Administración de Empresas en la Universidad de Toledo, en Ohio.

Ahí ya el fútbol fue su proyecto de vida…

Así es, marcó un antes y un después. A vivir por y para el fútbol, en el que luego pasé al Zaragoza, volví a Estados Unidos para firmar con el Houston en la segunda división y luego del Mundial de Canadá, en 2015, se me abrió la posibilidad de llegar al Valencia.

Luego de cuatro temporadas, ¿qué balance hace?

Ha sido una experiencia muy enriquecedora en todos los aspectos, incluso por los momentos difíciles, como fue el año pasado cuando me rompí el cruzado anterior de la pierna derecha, que me dejó al margen siete meses.

¿Las lesiones le han impedido afianzarse?

Ha sido duro, pero a su vez una motivación extra para salir adelante. En mi primera temporada tuve un accidente que me dejó dos meses afuera, así que a punta de golpes he aprendido más. Hoy soy una de las capitanas del equipo, me siento muy bien. Valencia es un club histórico de España y a nivel femenino estamos escribiendo esa historia. Esta no ha sido la mejor temporada, pero seguimos creciendo y esperando ganar un título.

En lo deportivo, ¿qué le ha dejado su etapa en España?

He podido afianzarme, acumular experiencias que me han ayudado a plasmar en el campo la jugadora que soy hoy. En el aspecto personal también he crecido en una linda ciudad.

El crecimiento también ha sido en lo académico…

También y es algo que agradezco. Hice un máster en dirección deportiva internacional con la Universidad Católica de Valencia, gracias al convenio que tenía con el club y el año pasado hice un posgrado en mercadeo deportivo en el Instituto Johan Cruyff de Barcelona.

¿Cómo hace para sacarle tiempo al estudio?

No es fácil, pero como bien dicen, querer es poder. Mi deseo es seguir vinculada al deporte, pero desde otra perspectiva. Cuando juegas fútbol profesional, no es que tengas mucho tiempo libre, pero sí cuentas con espacios suficientes, así tu disponibilidad esté al servicio del club. En mis ratos libres he tratado de seguir formándome.

Su contrato vence a mediados de 2020, ¿qué viene después de eso?

Espero seguir vinculada al deporte en general, no solo en el fútbol, porque es una herramienta de transformación social. Obviamente en Colombia, fomentar un proyecto y ayudarle a las niñas a que lo vean como opción de vida, al menos como elemento de distracción o un medio para alcanzar los estudios, como lo hice yo.

¿Que lo vean no solo como una salvación económica sino una oportunidad social?

Tal cual. A eso es a lo que debemos apuntarle. El deporte en general te aleja de muchas tentaciones y te acerca a cosas buenas. Con el simple hecho de ir a entrenar, aprendes a trabajar en equipo y eso es algo valioso. La disciplina y otros tantos valores que promueve serían una alta inversión social, que Colombia necesita.

¿Organizar un mundial serviría para impulsar el fútbol femenino?

La noticia de solicitar la sede para 2023 da esperanza de que las cosas sigan mejorando, aunque la realidad del fútbol femenino en Colombia no es la mejor. Esperar que, si así es, se dé el apoyo adecuado, cumplir con semejante reto y hacer un gran papel en lo deportivo.

Igual, Colombia ya ha organizado eventos FIFA.

Ya acogimos el Mundial Sub-20, el de Futsal y creo que son buenos antecedentes para esta iniciativa; obviamente hay cosas por mejorar, pero se tiene con qué responder.

En caso de confirmarse la sede, ¿cambiaría sus planes a mediano plazo?

Cambiaría un poco. Es un mundial en mi país y sería la forma ideal de retirarme. He disputado varios, pero en casa sería diferente: lo máximo.

Por Fabián Mauricio Rozo Castiblanco / Valencia

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