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Luego de estar un día en cámara ardiente en la Casa Rosada, para que el pueblo argentino le diera el último adiós, el cuerpo de Diego Armando Maradona dejó la sede del Gobierno de ese país para dirigirse al Jardín de Bellavista, a 35 kilómetros de Buenos Aires, donde fue enterrado en una ceremonia pequeña en la que solo estuvieron presentes sus seres queridos.
En medio de aplausos y gritos, y de miles de personas que se acercaron hasta la Plaza de Mayo, el cortejo fúnebre partió en una calle de honor hecha por los aficionados que cantaron y a la vez lloraron al paso del auto que llevó los restos del exjugador de la selección albiceleste.
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Maradona se convirtió así en el segundo deportista en ser velado en la Casa Rosada, lugar reservado para jefes de estado y en el que solo había estado Juan Manuel Fangio, el pentacampeón de la Fórmula 1.
Un adiós multitudinario
Luego de conocerse que Maradona sería velado en la Casa Rosada, muchas personas se dirigieron a la Plaza de Mayo desde la noche anterior para hacer fila y poder ver el féretro del exfutbolista. Desde temprano, se abrieron las puertas del lugar, donde el paso de los hinchas fue corto, muy corto, debido a las medidas de salubridad y para evitar aglomeraciones.
Las gentes arrojaron camisetas y banderas al lado del ataúd que ya tenía la camiseta de la selección, la de Boca Juniors, y que estaba envuelto en el pabellón nacional.
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La familia de Maradona decidió terminar todo para seguir con el itinerario y esto generó molestias en quienes seguían haciendo fila (se habla de cuatro cuadras a la redonda). De hecho, se presentaron enfrentamientos con la fuerza pública cuando se hizo el anuncio por los parlantes.
Mientras el carro recorría la ciudad, las calles y los puentes estuvieron colmados de personas. Incluso, al pasar por la cancha de Vélez Sarsfield hubo fuegos artificiales.
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Tras llegar al cementerio, se llevó a cabo una pequeña ceremonia en la que el sacerdote ofició unas palabras y, en medio de aplausos y el llanto de los seres queridos, se le dio el último adiós a Maradona.
El campeón del mundo en México 1986 fue enterrado al lado de sus padres, Doña Tota y Don Diego.