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Unión Berlín: la suma de las manos y el resultado de un sueño colectivo

Desde su fundación en 1906, este equipo de la capital alemana se ha caracterizado por construir una identidad arraigada a los trabajadores, al fútbol que hace parte de la gente y no tanto de las grandes arcas de dinero.

Andrés Osorio Guillott
29 de mayo de 2020 - 05:22 p. m.
La identidad del Union Berlín y de su hinchada siempre ha estado asociada a los valores obreros y colectivos.
La identidad del Union Berlín y de su hinchada siempre ha estado asociada a los valores obreros y colectivos.
Foto: Getty Images

Muchos conocimos al Unión Berlín por una imagen que se hizo viral en redes sociales el año pasado. Muchos de los hinchas del club capitalino asistieron al primer partido en la primera división del fútbol alemán con siluetas que llevaban los rostros de aquellos familiares que fallecieron y no alcanzaron a ver a su equipo jugando en la máxima categoría del balompié en ese país.

Fue a mediados del 2019 que el Unión Berlín se enfrentó al Stuttgart para pelear por un cupo en la Bundesliga, el torneo de primera división en Alemania. Un empate 2-2 en el estadio Mercedes Benz, del Stuttgart, y otro empate sin goles en la casa del Unión Berlín dictaba un hecho sin precedentes, pues sería ese el primer ascenso en la historia del club berlinés. Esa tarde el estadio, que es propiedad de los hinchas, fue el epicentro de un jolgorio sinigual. Luego del pitazo final, los jugadores se abrazaron y se amontonaron unos con otros; los aficionados saltaron las vallas y el verde del césped desapareció entre las camisetas rojas, entre las banderas que ondeaban los cánticos de la gloria y entre las bengalas que alumbraron el cielo que por fin lograron tocar con las manos.

Union Berlín se fundó en 1906. Sus orígenes y su propio camino estuvieron ligados a los movimientos obreros de una Alemania que, a lo largo del siglo XX, tuvo que adaptarse a las derrotas, a las dictaduras, a las guerras y a los amaneceres como pequeñas oportunidades cotidianas para poder reinventarse y sanarse de los traumas que deja el totalitarismo.

Justamente por los aires del nazismo el equipo se refundió en sus propias calles. Muchos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el club fue refundado con su misma identidad. Un grupo de trabajadores del metal se encargaron de darle vida a un equipo que fue también trinchera, que fue también la voz de los obreros y el espacio para ir contracorriente. Desde aquel 1966, año en que resurgió de la clandestinidad, el Unión Berlín ha mantenido su arraigo al pueblo y su rebeldía ante las dinámicas del capital que después estarían situadas en una de las partes de la capital alemana.

En el contexto de la Guerra Fría, el Unión Berlín, que se llamó hasta antes del 66 como SC Unión 06 Berlín, estaba compuesto por personas que se declaraban disidentes de cualquier discurso oficial de la política. Su rival más acérrimo, que no es el Hertha, es el Dynamo de Berlín, equipo que se fundó en 1953 y que fue controlado por el servicio secreto del comunismo alemán, representado en la República Democráta de Alemania (RDA). La Oberliga, campeonato creado para la Alemania del Este, tuvo al Dynamo como dueño del trono durante varios años entre las décadas de 1970 y 1980, todo esto por el respaldo que el club tenía con el servicio secreto comunista, conocido como Stasi. De esa forma, no solo fue en la cancha, sino también en las ideas, que el Unión y su afición construyeron una rivalidad con el Dynamo y, a su vez, con los discursos del Este.

"No queremos a los cerdos de la Stasi", se veía en pancartas y se escuchaba en las voces de los hinchas del Unión cuando enfrentaban al Dynamo; "Todos los partidarios del Unión no son enemigos del Estado; sin embargo, todos los enemigos del Estado son partidarios del Unión Berlín". Esa frase, célebre entre la hinchada, también volvía una y otra vez en los bares, canchas y demás lugares que solía frecuentar una afición que nunca permitió que en su club mandara la élite que ya controlaba su ciudad. El Unión era el refugio y la voz de protesta. En el equipo no solo había gritos de gol, sino también de protesta e inconformidad.

El muro cayó y el capitalismo se hizo más rampante. Las huellas de esa cortina de hierro se ven por las calles de Berlín y algunos pedazos del mismo quedaron para no olvidar esa división. El mercado obliga a unirse a él, y el que no lo haga termina por ser tragado y por verse vencido. Al Unión Berlín lo quisieron derrumbar en varias oportunidades. Por defender sus ideales han estado a punto de caer en la quiebra, pero esa misma solidaridad del pueblo ha sido la que lo ha mantenido y lo que lo llevó, hasta el año pasado, a lograr su ascenso a la Bundesliga. Una victoria que es de todos, un mensaje que dice que resistir tendrá siempre su grito de gloria y su puño en el cielo.

Un ejemplo de las manos unidas y de los ideales en comunidad, que va más allá de la historia ya contada, se da con la casa del Unión Berlín. El equipo estaba sin dinero. Debían vender el estadio. Los hinchas compraron partes de la que también es la casa de los amantes del fútbol. Fueron 10.000 personas que compraron partes del lugar por una suma de 500 euros cada uno. Así salvaron el hogar de todos, pero no fue esa la única lucha, pues también se encargaron de construir, sin cobrar un peso, el Estadio An Der Alten Försterei “ El estadio de la vieja caseta del guardabosques". Cada uno puso su ladrillo, su mano de obra, pues la remodelación del viejo hogar era imposible de realizar, así que todos, durante 300 días, se encargaron de levantar la moral y la morada, reafirmando que la palabra “unión” no solamente hace parte del nombre del club, sino que ella es también la filosofía y la base del equipo.

Para los resultadistas en un proyecto sin sentido; para los que puedan ser románticos e idealistas, la historia del Unión es un ejemplo de autonomía y de resistencia, no la resistencia como palabra gastada, como sinónimo de una revolución sin rumbo, sino de una resistencia para no caer en el sendero de todos, para no ser el club que ve en los fajos de billetes el éxito, y que pese a que sueña con un palmarés de trofeos, se mantiene correspondido a lo que ha sido su historia y a lo que sus hinchas demandan: un equipo de obreros, de luchas, de trascender en esa Unión de Hierro, como dice su himno, y de ver en el fútbol otro espacio para esa trinchera de los indignados y de los que creen en las utopías de mundos menos exitosos y más humanos.

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