Yashin y Carrizo, los mejores arqueros del siglo pasado

El soviético y el argentino fueron dos leyendas del arco. Ahora no solo están unidos por un legado en el fútbol, sino por la fecha de su fallecimiento. Ambos partieron un 20 de marzo. La “Araña Negra” murió en 1990 y el ídolo de River Plate y Millonarios, hace tres días.

Andrés Osorio Guillott
23 de marzo de 2020 - 02:00 a. m.
Amadeo Carrizo, ídolo de River Plate y Millonarios (izquierda) y Lev Yashin, ídolo del Dinamo de Kiev.  / AFP y EFE
Amadeo Carrizo, ídolo de River Plate y Millonarios (izquierda) y Lev Yashin, ídolo del Dinamo de Kiev. / AFP y EFE

Pier Paolo Pasolini tuvo una pasión paralela al cine: el fútbol. Y sobre él escribió un texto con un título maravilloso: “El fútbol es un lenguaje de poetas y prosistas”. Y en ese lenguaje ha logrado comunicarse el mundo desde hace varias décadas. A mediados del siglo XX, dos arqueros construyeron un manifiesto en el deporte desde dos latitudes diferentes. En la fría Unión Soviética estaba Lev Yashin, la Araña Negra; en la Argentina surgía La Máquina de River Plate: Amadeo Carrizo.

Era la noche del 5 de febrero de 1969. Alianza Lima jugaba un amistoso contra el Dinamo de Kiev, uno de los equipos más poderosos de Europa en aquella época. Los soviéticos, que en su gran mayoría hacían parte de la selección de su país, inspiraban respeto y hasta temor, como lo exigía el momento, pues los deportistas debían ser un espejo de fuerza para los gobiernos totalitarios. Los peruanos asistieron masivamente al Estadio Nacional de Lima para ver lo que bien pudo ser una noche mítica en la que dos cuidapalos fueron vistos como titanes más que nunca . De un lado estaba Lev Yashin y una leyenda que seguía construyéndose, luego de haber ganado con el Dinamo el torneo de primera división en 1954, 1955, 1957, 1959 y 1963 y la Copa de la URSS en 1967 y 1970; participado en tres mundiales (Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966); ganado una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 y logrado la Eurocopa en 1960, año en el que se realizó su primera edición. También obtuvo, y hasta el momento es el único arquero con esta distinción, el Balón de Oro en 1963.

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Del otro lado, con los blanquiazules de la capital peruana estaba el argentino Amadeo Carrizo, famoso en el continente por descolgar el balón con una mano, a quien el club inca contrató solamente para ese compromiso. El ídolo de River Plate para ese entonces ya contaba en su palmarés con los títulos de Primera División de 1945, 1947, 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957. Además de la Copa Aldao. También fue el arquero de la selección de Argentina entre 1954 y 1964. Con ella disputó el Mundial de Suecia de 1958 y ganó la Copa de Naciones Brasil 1964.

En ese partido la Araña Negra solamente jugó el primer tiempo. Yashin tuvo tres intervenciones en las que mostró sus credenciales. El público aplaudió sus atajadas, pese a que en las gradas añoraban el gol de los locales. Por su parte, Carrizo recibió un gol de penalti antes de finalizar el primer tiempo. En esos 45 minutos el soviético ganaba el enfrentamiento directo. Al iniciar la segunda parte el argentino recibió otro gol en contra y su actuación parecía quedarse solamente en las expectativas. Sin embargo, con el pasar de los minutos empezó a demostrar que su leyenda no era únicamente por la forma en que bajaba el balón al cortar los centros ni por los títulos que logró en una de las épocas doradas de River Plate, sino por el hecho de ser pionero en salir del área jugando con balón dominado, de demostrart que los guardametas también hacen parte del juego ofensivo, por ser los encargados del primer toque o del pase sorpresa.

Precisamente de los pies de Carrizo nació uno de los goles del empate 2-2, del que los asistentes salieron satisfechos de ver a los que serían, para muchos, los mejores arqueros del siglo XX, una frase que tiene el peso de cien años tde historia y de varios grandes guardametas que quedaron detrás de ellos en muchas listas.

“Lo mejor que le puede pasar al arquero es nada. Es un destino atroz. Lo peor que le puede pasar al escritor es que sus lectores no se involucren, pero no es lo mismo que ir a buscar la pelota dentro del arco. El puesto del arquero requiere una idiosincrasia muy particular”, explica Eduardo Sacheri, escritor argentino.

Y aunque Yashin y Carrizo sufrieron ese suceso trágico de las goleadas en contra, de las celebraciones por los balones que no lograron detener, ambos fueron autores de una nueva concepción de la posición de arquero, que dejó de ser simplemente el salvador de la derrota para convertirse en una parte clave del eslabón en la cadena del gol.

La muerte de ambos jugadores nos hace pensar en esas preguntas que nunca tendrán respuestas, en los hilos, en las manos, en los designios de fuerzas que están por fuera de nuestro entendimiento y que deciden cuándo y por qué debemos partir.

También tuvieron en común su relación con Colombia. Yashin fue víctima de una de las grandes hazañas de nuestro balompié, el 4-4 ante la Unión Soviética en Chile 1962, nuestro primer mundial, con gol olímpico de Marcos Coll incluido. Carrizo vino a Millonarios para cerrar su carrera. Tapó 80 partidos con el club embajador, entre 1969 y 1970.

Los dos murieron un 20 de marzo. La Araña Negra falleció en 1990 a los 61 años. En la memoria quedan los colores oscuros que siempre lució y los reflejos que lo hicieron acreedor a su apodo. En Rusia 2018 muchos de los afiches promocionales del evento llevaban la figura de Yashin, uno de los símbolos de un país muy futbolero que durante muchos años lo tuvo como su gran referente e ídolo. Carrizo abandonó este plano el pasado 20 de marzo, como uno de esos hechos místicos que encierran las muertes de los seres humanos.

La casualidad de morir en la misma fecha nos devuelve a preguntas existenciales sobre las coincidencias o los motivos que conectan la vida y la obra de muchos personajes en nuestra historia. Su partida, que por sí sola enluta a clubes grandes y tradicionales, y significa un vacío importante para los hinchas del fútbol en América Latina, evocó también en la memoria colectiva a un arquero como Yashin, que dejó su testimonio al otro lado del mundo.

Por Andrés Osorio Guillott

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