Alejandro Capuccio, el entrenador que vive el fútbol como “solo” un juego
El uruguayo de 44 años logró levantar el título de campeón del torneo Apertura de la Primera División en su país tras vencer a Nacional, uno de los equipos más grandes del continente, en la final.
Los más afiebrados hinchas o los tuiteros más redundantes repiten sin cesar la frase “para los que dicen que el fútbol es solo un deporte”, acompañado de un video emotivo de algún gol o una gesta dentro de un campo de juego o por uno de sus protagonistas, para demostrar que este deporte trasciende las barreras de la cultura, los sentimientos o la misma lógica. Puede que sí sea así, pero, al fin y al cabo, es solo un juego.
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Los más afiebrados hinchas o los tuiteros más redundantes repiten sin cesar la frase “para los que dicen que el fútbol es solo un deporte”, acompañado de un video emotivo de algún gol o una gesta dentro de un campo de juego o por uno de sus protagonistas, para demostrar que este deporte trasciende las barreras de la cultura, los sentimientos o la misma lógica. Puede que sí sea así, pero, al fin y al cabo, es solo un juego.
Que 22 hombres -o mujeres-, corran detrás de una pelota en un terreno rectangular de 70 metros de ancho por 105 de largo, aproximadamente, se ha convertido en un negocio, un estilo de vida y lo más importante de las cosas menos importantes de la vida. La estratégica, las tácticas, las ligas, las estadísticas y demás han llegado al mundo del balompié con la tecnología y el deseo de poder contar con toda la información posible para poder mejorar cada día.
Si bien todas estas cosas son ciertas, todavía existe el lado romántico de este deporte que cree en los equipos ‘pequeños’, en los milagros y en el trabajo de un grupo humano que pueda superar las adversidades a partir de la unión, el esfuerzo, el compromiso y la paciencia. Alejandro Capuccio logró inculcar eso en sus jugadores del Club Atlético Rentistas de Uruguay.
Capuccio nació el 7 de febrero de 1976 en Montevideo y como muchos niños en un país tan futbolero, se enamoró de la pelota a primera vista. A los 14 años empezó su camino hacia el profesionalismo cuando ingresó a la séptima categoría del Club Nacional de Fútbol de la capital ‘charrúa’. Durante cuatro años ascendió entre los diferentes equipos juveniles del cuadro ‘tricolor’ hasta que, en 1994, Humberto Grondona (el hijo mayor del expresidente de la Asociación de Fútbol Argentino, AFA, Julio Grondona) rompió sus sueños.
Alejandro era defensor central, pero Grondona lo mandó a estudiar ya que pensaba que era bajo, rubio y de ojos celestes y no era el perfil que un zaguero debía tener. El uruguayo tomó nota y decidió empezar una carrera en educación física. Aun así, también fue encargado de dirigir el equipo sub 19 de Nacional, cuando él solo tenía 20 años.
El tiempo pasó y el ‘Ale’, como lo conocen, fue desarrollando su conocimiento en el fútbol, en la estrategia y en la idea de juego. Por estar vinculado a uno de los equipos más grandes de fútbol de su país, tuvo la posibilidad de atender a diferentes charlas con otros entrenadores a nivel mundial y en una de esas conoció a quien sería el encargado de implantar la semilla de la dirección técnica en su cabeza: el sueco Sven-Goran Ericksson.
Para 2001, Capuccio ya había terminado su carrera en educación física y era notario de la ciudad de Montevideo. Ese mismo año llegó a dirigir el equipo de fútbol de la escuela Seminario Bíblico. Allí, según cuenta uno de sus antiguos dirigidos, llegó a entrenar a unos jóvenes que “no podían ´patear una pelota ni con la rodilla”.
Sin importar el nivel de sus jugadores, les enseño las bases del deporte, la táctica, la técnica, los términos más importantes, las diferencias entre marcaje zonal y marcaje personal. Con ellos decidió formar una familia, un equipo que luchara hasta el último momento y que tuviera algo claro: el fútbol era solo un juego que iba más allá de los resultados o los premios.
Su preparación no cesó, mientras entrenaba al Seminario B terminó sus estudios como abogado y siguió con su sueño de llegar a dirigir en primera, algo que le repetía a sus alumnos a diario en los entrenamientos.
En 2011 llegó a Wanderers para dirigir al equipo juvenil, en 2013 pasó a Juventud, en 2014 estuvo en Fénix, en 2015 llegó a Peñarol y en 2017 regresó a Wanderers, pero siempre estuvo a cargo de las fuerzas básicas. Su forma de ser y su estilo de entrenador buscaban siempre crear un vínculo con los jugadores para así poder potenciarlos y sacar provecho de sus mejores cualidades.
Para 2018, Rentistas llamó a Capuccio para que se encargará del primer equipo, quien había caído a la segunda división en 2016 y no había logrado regresar. En su primera temporada logró el ascenso al terminar tercero en el campeonato y en su primer partido en el regreso a la élite, debía enfrentar al equipo que lo vio crecer dentro del campo, el Club Nacional de Fútbol de Uruguay.
Aquel primer encuentro en primera supuso una victoria por 2-0 frente al vigente campeón y mostrando un estilo de juego ofensivo y atractivo para los espectadores. ‘Ale’ cumplía uno de sus sueños, pero ese era tan solo el comienzo.
En los primeros tres partidos del torneo Apertura 2020, Rentistas iba invicto con puntaje ideal, pero la pandemia del coronavirus interrumpió el certamen y el balón dejó de rodar por varios meses. Fiel a su filosofía, estuvo pendiente de sus jugadores, de su staff y los colaboradores de la institución.
“Para mí fue duro, pero ellos lo sufrieron mucho más. Por ejemplo, en el aspecto económico”, aseguró el entrenador en una entrevista. Este tipo de cosas sabía que iban más allá de la pelota y que era responsable de un grupo de personas que estaban pasando por momentos difíciles y que él podía ayudar.
Junto a los entrenamientos virtuales que preparó junto a su cuerpo técnico, Capuccio organizó varias videollamadas para que los jugadores pudieran hablar con él o entre ellos como personas, como humanos y no como futbolistas. ""El sustento emocional y la capacidad de emocionarse del equipo y de poder seguir fabricando sueños hizo que todo sea más llevadero", dijo el uruguayo.
Pese a la situación de salud pública que se vive en el mundo entero, se preparó y siguió estudiando para que su equipo llegara en mejor forma y con ideas renovadas al regreso del campeonato.
Estudió a sus rivales en todos los aspectos, sus partidos anteriores, como atacaban, como defendían, la pelota quieta, entre muchas otras cosas. Con esta información, cuando llegaba a hablar con sus jugadores, estos le creían lo que decía ya que eso luego terminaba sucediendo en el campo.
Con un grupo unido y tirando para el mismo lado, Rentistas disputó un partido de desempate ante Nacional para determinar el campeón del fútbol uruguayo y el 14 de octubre de 2020, los ‘bichos colorados’ vencieron al todopoderoso ‘tricolor’ y Capuccio junto a su equipo tocaron el cielo con las manos.
Más allá de la idea dentro del campo, la cultura alrededor de este deporte, los negocios que toman vida a causa de la pelota, las decisiones políticas que se puedan tomar -o no- por culpa del fútbol, Alejandro Capuccio inculcó en sus futbolistas una idea distinta en un mundo que se ha transformado para olvidarse de lo esencial: ese es un juego que muchos amamos y disfrutamos a pesar de todo.