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Tras un par de rebotes, Elye Wahi recibe el balón, marcado por los dos centrales del Racing de Estrasburgo; hace una pequeña pausa, se inventa un tierno taco que lo libera de la presión y dispara desde la media luna; el portero queda imposibilitado, preso en su propio cuerpo, y se convierte en un mero espectador.
Wahi sale disparado hacia la banda, con la boca abierta, cubierta por una sonrisa genuina y desprendida; abraza a sus compañeros y celebra el gol que le da la victoria a su equipo, con la mente en otro lugar, ausente, dubitativa.
Esa mañana todo había sido diferente, todo se mostraba distante y lúgubre. Luego del partido, en rueda de prensa, Elye, con la cara intranquila y el semblante serio, hablaba sobre Alexis Beka Beka, su amigo, jugador del Niza.
🔴 Communiqué#OGCNice
— OGC Nice (@ogcnice) September 29, 2023
“Antes de hablar de fútbol, quiero decir que estoy con mi amigo Alexis Beka Beka, que hoy atraviesa una situación difícil. Pensé mucho en él cuando entré al campo antes del partido”, aseguró.
Este viernes, Alexis Beka Beka iba en su auto, destruido. Hizo una parada inesperada, se bajó del auto, y caminó decidido hacia el borde del puente Magnan de la autopista A8, atravesó las barandas de seguridad y amenazó con saltar, a 100 metros de altura, indefenso y taciturno.
El jugador del Niza, proveniente del Lokomotiv Moscú en octubre del 2022, estuvo tres horas ahí, plantado al borde del abismo; mientras la policía, los bomberos y un psicólogo enviado por el club trataban de disuadirlo; para que permaneciera seguro, con ellos, vivo.
Niza, por su parte, alegó prudencia en un comunicado posterior a los hechos; “Sobre todo, nos sentimos aliviados de que todo haya terminado bien hoy para Alexis. Fue atendido.
“Continuaremos respetando la confidencialidad médica y pedimos a todos que hagan lo mismo y respeten su privacidad. Contamos con su apoyo y el de todo el club”, declaró Jean-Pierre Rivère, presidente del OGC Nice, con un tono autoritario y afable.
El fútbol está atento a lo que le pueda pasar al jugador, de apenas 22 años, que, preso de un momento de debilidad, estuvo a punto de saltar, ante los ojos de todos, ante el desinterés de muchos. Los jugadores manejan mucha presión; pero son humanos, aunque muchas veces se les desprenda de esa humanidad.
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