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Tan parejos fueron, en lo malo y en lo bueno, que la única manera de definir el duelo entre Argentina y Holanda fue por lanzamientos desde el punto penal, en los que el seleccionado albiceleste no falló y se clasificó para la gran final del Mundial de Brasil 2014 ante Alemania, el próximo domingo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
El equipo que dirige Alejandro Sabella buscará su tercer título, tras los conseguidos en Argentina 1978 y México 1986. Y lo hará ante un rival al que venció en el estadio Azteca la última vez que celebró, pero el mismo que lo derrotó dramáticamente en Italia 1990.
Ahora, como esa última vez, los teutones son favoritos, pero los albicelestes tienen a Lionel Messi, el mejor jugador del planeta, al que solo le falta una Copa del Mundo para que no queden dudas de que es el más grande de todos los tiempos.
Él lo sabe y por eso ayer, aunque jugó mal, celebró más que nunca. La gloria está a su alcance y hará hasta lo imposible por alcanzarla ante una Alemania todopoderosa que no parece tener punto débil. Pero los partidos hay que jugarlos y nadie gana antes del pitazo final.
Holanda, una vez más, falló en las instancias definitivas. Había mostrado argumentos para pelearle a cualquiera, pero ante Argentina no pudo imponer su fútbol ofensivo. Finalista en 1974, 1978 y 2010, esta vez tendrá que conformarse con jugar por el tercer lugar, como en 1998, ante la herida selección brasileña.
Fue un primer tiempo muy flojo, con pocas emociones en las áreas. Tulipanes y albicelestes, más que respeto, se tuvieron miedo. Se preocuparon más por conservar el cero en su arco y mantener el orden, que por agredir al rival.
La tarde-noche más fría del Mundial era también la del fútbol gris, sin alegría. Los carrerones esporádicos de Ezequiel Lavezzi, Lio Messi o Arjen Robben eran lo único que rompía la monotonía, porque ni siquiera el duelo entre las barras resultó atractivo.
Los holandeses eran pocos. Los argentinos no encontraban motivos para armar fiesta en las tribunas y los brasileños, todavía golpeados por el 7-1 ante Alemania, apenas participaban con un nostálgico y melancólico grito de “Pentacampeao, pentacampeao”, que ni ellos mismos se creían, cuando los “Hermanos”, como les dicen entre cariño y burla sus vecinos del sur, coreaban los números hasta siete.
Para completar, llegó la lluvia y terminó por congelar el ambiente, aunque Argentina tuvo la oportunidad más clara de anotar cuando Gonzalo Higuaín desaprovechó un perfecto centro de Enzo Pérez y remató a un lado.
Arriesgó el técnico Alejandro Sabella y mandó a la cancha a Sergio Agüero y Rodrigo Palacios, con quienes buscaba velocidad y desequilibrio arriba, ante una defensa pesada y cansada por el trajín de los dos partidos anteriores, ante México y Costa Rica, que incluso se definió por cobros desde el punto penalti.
Claro que la acción más clara de todo el partido la tuvo Arjen Robben, en el minuto 90, cuando hizo una pared con Wesley Sneijder y quedó solo frente al arquero Sergio Romero, pero cuando remató, Javier Mascherano alcanzó a rechazar.
En el extratiempo, Robben fue el más incisivo con sus regates y media distancia, aunque fue Palacios quien desperdició un mano a mano con Cillessen, porque no supo cómo rematar. Maxi Rodríguez tampoco pudo rematar bien un centro de Messi, quien apenas apareció en el partido.
Ante la imposibilidad de anotar, ambos equipos parecieron acordar la igualdad y jugársela toda en los penaltis, en los que Argentina fue más efectiva. Messi, Ezequiel Garay, Sergio Agüero y Maxi Rodríguez anotaron, mientras que por Holanda fallaron Ron Vlaar y Wesley Sneijder.