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Así ha sido la conquista de América

Marcela Gómez, presidenta del club femenino, recuerda los cinco años de exitoso proceso de las escarlatas, que están a 90 minutos de alcanzar la gloria continental. Este domingo, desde las 5:45 p.m., enfrentan a Ferroviaria de Brasil, por el título de la Copa Libertadores.

Luis Guillermo Ordoñez
21 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.
Marcela Gómez (arriba a la derecha), presidenta del América femenino. En algunas prácticas comparte con sus futbolistas y juega como defensa central.
Marcela Gómez (arriba a la derecha), presidenta del América femenino. En algunas prácticas comparte con sus futbolistas y juega como defensa central.

Proceso, esa palabra tan poco utilizada en el fútbol colombiano, fue lo que llevó al América de Cali a la final de la Copa Libertadores Femenina, en la que enfrentará a Ferroviaria de Brasil (5:45 p.m., por Win).

Planificación, apoyo y perseverancia fueron las claves del trabajo que se ha realizado en el club escarlata durante los últimos cinco años para ir alcanzando metas y estar a noventa minutos del sueño mayor, un título continental.

Y más allá de que en la institución se priorice el colectivo, dentro y fuera de la cancha, buena parte de los resultados tienen nombre propio: Marcela Gómez y Andrés Usme, por supuesto, a la par del plantel de jugadoras, finalmente las grandes artífices del éxito.

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“Yo he sido deportista toda la vida. En el colegio Bennett de Cali jugué fútbol, baloncesto y tenis. Participaba en todos los intercolegiados. Como a los trece comencé más en serio en el tenis y dejé el fútbol, pero siempre me encantó verlo. Sigo mucho la Liga Premier y al Arsenal”, dice Marcela, quien fue tenista profesional durante un par de temporadas y estuvo en el puesto 1.023 del escalafón de la WTA, antes de explicar cómo inició la aventura del América femenino.

“Mi papá (Tulio Gómez) era accionista del América, pero en junio de 2016 compró la mayoría de acciones y llegó a la presidencia. Entonces me dijo que le colaborara. En ese momento el objetivo era lograr el ascenso: regresar a primera división. Desde entonces comencé a trabajar en la base, en las divisiones menores. Vinculé a Mirtha Brock y Álex Sánchez, preparadores de deportistas de élite. Y cuando Dimayor hizo la convocatoria para la Liga Femenina vimos la oportunidad de hacer un buen proceso”.

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Y tenía claro lo que había que hacer. “En Colombia, las mujeres juegan fútbol hace mucho tiempo, tienen gran técnica y calidad, pero sabíamos que era necesario mejorar en el aspecto físico, que había muchas deficiencias de biotipo, talla, musculatura y preparación. La mayoría de las futbolistas se dedicaban a otras cosas: trabajaban, estudiaban y practicaban apenas en las noches”.

En octubre de 2016 se comenzó a formar el plantel. En la primera edición de la Liga América perdió en cuartos de final contra Santa Fe, que fue campeón. En la segunda cayó en semifinales con el Huila, que también se llevó la corona. Ese equipo lo dirigía Jerson González, quien en 2019 asumió las riendas del equipo sub-20 masculino y le cedió su puesto a Andrés Usme, quien era el preparador físico y asistente. Y ese mismo año las escarlatas quedaron campeonas y jugaron su primera Libertadores. Perdieron la semifinal ante Corinthians.

“Pero haberlas enfrentado, haber vivido esa experiencia, nos motivó a dar un salto de calidad. Cada paso fue un aprendizaje y además de que fuimos formando la columna vertebral del equipo, fortalecimos otros aspectos, como la nutrición, el apoyo tecnológico, el control de cargas y rendimiento y la caracterización de las posiciones en la cancha”, explica Marcela.

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El objetivo era el bicampeonato en 2020, pero la pandemia trastocó los planes. Aún así mantuvieron la base del equipo y lograron el subtítulo, detrás de Santa Fe. Y en esta Libertadores están haciendo historia. Ganaron sus dos primeros juegos contra Universitario de Perú (5-0) y el Nacional de Ecuador (5-1), antes de caer ante Corinthians (3-0). En cuartos de final superó a Boca Juniors de Argentina (2-1) y en la semifinal, ante todos los pronósticos, menos los de ellas mismas, vencieron a Corinthians en la definición por penaltis, luego del 1-1 en el tiempo reglamentario.

“Una de las claves ha sido la continuidad. Andrés implementó un modelo de juego que ha necesitado tiempo, sobre todo porque no tenemos casi competencia. De hecho, este plantel, la base con los refuerzos, jugó por primera vez unido frente a Universitario. Pero siempre vimos más factible pelear el título en la rama femenina que en la masculina, porque las chequeras de los equipos brasileños y argentinos no son tan grandes. Nosotras tenemos cinco o seis jugadoras de la selección, varias con mucha experiencia en Copa Libertadores; eso para un equipo colombiano masculino es casi imposible. La historia y tradición del América nos exigían dar el máximo y, después de cuatro finales continentales perdidas, vamos por la hazaña”, dice convencida Marcela.

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Argumenta que “el fútbol femenino genera hinchada, pues es seguido por niños, mamás y familias enteras. Con nuestro título de 2019 acabamos con una sequía de once años sin títulos en la institución. La gente lloraba de felicidad. Fue un bálsamo tras una época mala del equipo masculino, que ahora vive una era exitosa. Hay gente que no es hincha del América, pero sí del femenino”.

Claro que el camino no ha sido fácil, especialmente porque la Liga Femenina no es rentable. “La plata siempre es el problema. Lo más difícil ha sido sostener económicamente el proceso, más allá del apoyo de la junta directiva del club, que en el plan estratégico les ha dado la misma importancia a los equipos profesionales de las dos ramas. Para comercializar, conseguir patrocinadores y generar recursos es fundamental una Liga duradera y no la hemos tenido. Es duro trabajar doce meses para un torneo que dura uno y medio, pero este grupo ha sido muy unido. Hemos hecho bazares, actividades en la sede de La Candela, rifas, eventos sociales... Las familias de las jugadoras han sido un gran apoyo. El único año que salimos medio a ras, con un poquito de déficit, fue 2019, por las buenas taquillas y el premio de Dimayor, pero ha sido duro”.

La estabilidad laboral de las futbolistas depende del momento, aunque América intenta tener un grupo base con contrato durante todo el año o la mayor cantidad de tiempo posible. Los refuerzos para torneos específicos, como esta Libertadores, sí tienen un acuerdo temporal, porque no es viable tener treinta contratos anuales.

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A pesar de los obstáculos, la incredulidad y el desarrollo tardío, Marcela cree que el fútbol femenino tiene un espacio inmenso para crecer, “pero la competencia es clave. Podemos dar un gran espectáculo, entretener y emocionar al hincha con buenas jugadas, gran técnica y partidos intensos si se estructura bien la Liga”. Lo sabe porque en América hacen un trabajo integrado con los equipos juveniles masculinos y cada vez es más evidente el buen desempeño de las mujeres.

Destaca, por ejemplo. la manera como poco a poco en el club se han consolidado referentes para las nuevas generaciones: “Catalina Usme está con nosotros desde el comienzo. Sobra decir la calidad de jugadora y persona que es, alrededor de ella fuimos armando la columna vertebral. Después llegó Carolina Pineda, que tiene el club Atlas, con el que tenemos un convenio y hemos promovido jugadoras como Natalia Giraldo y Gisela Robledo. Ya la chicas ven el fútbol como una verdadera opción y lo asumen con el profesionalismo que se requiere”.

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Por eso, explica que “estamos en un punto de compromiso y entrega en el que, como debe ser, importa más el equipo que una sola jugadora y eso nos hace confiar en que podemos ser campeonas. Las semifinales fueron muy parejas y la final se va a definir por pequeños detalles”.

Marcela, que cada vez que puede se une a las prácticas y juega como defensa central para recordar sus tiempos de futbolista, considera que todavía hay “muchas barreras por romper, pues en el fútbol a las mujeres les toca mostrar más resultados, pero somos necesarias, porque tenemos una mirada especial, nos fijamos en pequeños detalles y aportamos cosas distintas, así sea duro lograr credibilidad”.

Por ahora no se ve vinculada al fútbol masculino. Quiere seguir promoviendo el femenino y espera que el éxito de su América tenga más repercusiones que el de Atlético Huila hace dos años. “Yo no siento nervios sino hasta que suena el pito. Hasta ahí va mi labor, hasta ese momento puedo hacer algo, aunque tengo la tranquilidad de que este equipo va a dejar la vida en la cancha; ojalá le podamos dar el título a Colombia y a la gran hinchada americana”.

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