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Antes de que comenzaran los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, Franco Previtali fue el enviado del Atalanta de Bérgamo a Suramérica para buscar nuevos talentos. En Colombia, más exactamente en Barranquilla, quedó sorprendido con Iván René Valenciano, un joven de veinte años que tenía un cañón en su pierna derecha, además en el uno contra uno, a pesar de no ser tan rápido, era potente y se llevaba lo que se le atravesara.
“Yo llegué a Barranquilla después del preolímpico, cuando mi representante, Gustavo Mascardi, nos contó a mi papá y a mí que había una oferta del Atalanta de Italia. No hubo que pensarlo mucho. De una aceptamos”, recuerda Iván René Valenciano en diálogo con El Espectador.
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