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‘Bilardo’, el utilero paisa de Argentina

John Fredy Rojas es un antioqueño de 35 años que lleva más de una década vinculado a la selección albiceleste como ayudante de utilería.

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Luis Guillermo Montenegro
23 de marzo de 2015 - 01:57 p. m.
John Fredy Rojas, más conocido como ‘Bilardo’ o ‘El Panita’ es el utilero de Argentina. / Andrés Torres
John Fredy Rojas, más conocido como ‘Bilardo’ o ‘El Panita’ es el utilero de Argentina. / Andrés Torres
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Tan pronto se les presentó a Carlos El Pibe Valderrama y a Bernardo Redín en el hotel de concentración del Deportivo Cali en Medellín, previo a un juego frente a Atlético Nacional en 1988, las estrellas del equipo azucarero le llamaron Bilardo. A pesar de tener tan solo ocho años, su parecido físico con el entonces técnico de la selección de Argentina, quien años atrás había dirigido el conjunto caleño, era impresionante. A él le gustó y desde ese momento pidió que no le llamaran más John Fredy Rojas. Como muchos niños, quiso ser futbolista. Salía a las canchas de Bello, Antioquia, a jugar con sus compañeros y se ponía una camiseta de Atlético Nacional, el club de sus amores.

Para poder estar más cerca de sus ídolos, a los seis años se volvió recogebolas en los partidos del cuadro verdolaga y gracias a que era rápido lo llamaron luego para ejercer esa función en los compromisos de la selección de Antioquia. Al llegar temprano a las canchas se daba cuenta del trabajo que hacían los utileros y por eso quiso convertirse en uno de ellos. Cada vez que podía acudía a los hoteles de concentración de los equipos que iban a Medellín, se presentaba a los utileros, jugadores y dirigentes y les ofrecía su ayuda. Fueron muchas horas en la calle, al frente de la entrada de los hoteles sin que nadie le pusiera atención, pero tras tanto insistir, poco a poco se fue ganando la confianza necesaria. “Yo les hacía los mandados, me daban plata e iba y les traía lo que quisieran”, recuerda.
Unos años más tarde les vendía guayos e implementos deportivos a los jugadores de Nacional, así poco a poco los fue conociendo más y por eso fueron ellos quienes le pidieron que ayudara a los utileros en el estadio. Cerca de cuatro horas antes llegaba a organizar todo, para que cuando los futbolistas entraran al camerino todo estuviera listo. No tenía un vínculo directo con el club, simplemente vivía de lo que le regalaban los utileros y los jugadores.

En 1997, River Plate de Argentina llegó a Medellín para disputar la semifinal de la Supercopa Suramericana frente a Nacional. Bilardo fue al aeropuerto para recibir al equipo que un año atrás había conquistado la Copa Libertadores, porque muchos de sus ídolos, como Germán Burgos, Juan Pablo Sorín, Marcelo Gallardo, Marcelo Salas y Enzo Francescoli, integraban ese plantel. Luego siguió al bus que llegó hasta el hotel Intercontinental y ahí fue a buscar a Raúl Quiroga, el jefe de los utileros. Se presentó y ofreció sus servicios. Sin esperárselo, Raúl le entregó la indumentaria de River y luego fue a presentarlo ante los directivos del equipo y el técnico Ramón Díaz. Con su carisma se ganó la confianza de los jugadores y les auguró que pasarían a la final. Así fue. Aunque perdieron 2-1, la ventaja de 2-0 conseguida en el Monumental les fue suficiente. “Los argentinos son muy cabaleros y un dirigente me dijo que como habían ganado, entonces me llevarían a los juegos de la final en Brasil frente a São Paulo y a Buenos Aires”, cuenta Bilardo, quien tras obtener el título con el equipo millonario, siguió trabajando para esa institución en Argentina por varios años. Se quedaba a vivir por meses en los apartamentos de los utileros del club. Cada cierto tiempo venía a Colombia para visitar a su familia, pero luego volvía porque allá era donde había trabajo. Conoció a varios utileros de los diferentes clubes del fútbol de ese país y poco a poco, gracias a su personalidad arrasadora y su eficiencia, se le dio la oportunidad de ser parte del cuerpo de utileros de la selección argentina sub-17. Luego fue la sub-20 y finalmente la mayores, con la cual ha estado vinculado desde 1999, cuando asistió a la Copa América de Paraguay. Han sido cuatro procesos de eliminatorias en los que ha hecho grandes amistades con jugadores. “Ya muchos son hasta técnicos, pero les guardo un gran cariño”, asegura. Por cuestiones de logística, trabajó con la utilería de la selección sub-20 en el Suramericano de Colombia en 2005. Allí compartió por primera vez con Lionel Messi. Luego en el Mundial de la categoría que lograría ganar Argentina en Holanda, bajo la dirección técnica de José Pékerman.

De Bilardo pasó a ser llamado El Panita, para que no se confundiera con el de verdad, Carlos Salvador, quien es coordinador de selecciones de Argentina. “Tengo una muy buena amistad con él. Los muchachos se burlan y le dicen que es mi papá”, dice entre risas. Jugadores como Lionel Messi, Javier Mascherano, Sergio Agüero, Pablo Zabaleta, Ángel Di María, Sergio Romero, entre otros, se volvieron amigos personales de él. Lo llaman, le enviaban ayudas económicas cuando lo necesita, lo invitan a Europa, todo a cambio del trabajo que él desempeña. “Soy un tipo lleno de alegría, siempre estoy feliz y eso es algo que les gusta a ellos. Me ponen a bailar y a hacer el oso. A mí, con tal de que se diviertan, nada me importa”, reconoce. Al primer Mundial de mayores que le dieron la oportunidad de ir fue al de Brasil 2014, cuando por poco Argentina logra el título. “La muerte del periodista Jorge Topo López, íntimo amigo de muchos de los jugadores, entre ellos Leo, fue un golpe anímico muy duro para el equipo. Si eso no hubiera ocurrido, tal vez nos ganábamos la Copa”, explica Bilardo, como sintiéndose un argentino más. “Siempre me preguntan a quién le hago fuerza cuando se enfrentan Colombia y Argentina y mi respuesta es obvia. ¿Cómo no le voy a ir al equipo que me da de comer?”.

Un trotamundos

Cuando la selección de Argentina no juega, Bilardo debe buscar otros trabajos. Por eso junto a su esposa, Mónica María Álvarez, montó un negocio de comidas rápidas en Medellín que se llama El Pipo, en honor a un perro de raza pitbull que tenían en la casa y murió. Claro que alejarse del fútbol, así sea por tiempos cortos, no es una opción y por eso cada vez que un club extranjero visita Colombia, hace las gestiones necesarias para ser utilero. Por ejemplo este año, que Santa Fe y Atlético Nacional están disputando la Copa Libertadores, ha trabajado con clubes como Estudiantes de La Pata, Colo Colo, Mineiro y Barcelona de Ecuador. “Soy amigo de muchos jugadores, sobre todo de los argentinos, así que les pido que me hagan el contacto con los utileros y me ofrezco para ayudarles. Siempre aceptan”, asegura.

En Colo Colo conocía al arquero paraguayo Justo Villar, quien fue el puente para poder trabajar con el cuadro chileno. En Mineiro era amigo de los dirigentes porque durante el Mundial de Brasil la selección de Argentina entrenó en la sede del equipo de Belo Horizonte y con Barcelona de Guayaquil hizo el contacto por intermedio del delantero argentino Ismael Blanco. “Yo caigo muy bien y además de eso traigo suerte. Los dirigentes de Mineiro quedaron de enviarme tiquetes para ir a Brasil al partido frente a Santa Fe y los de Barcelona igual para el siguiente juego. Eran equipos que estaban casi eliminados, pero ganaron y ahora luchan por pasar a octavos”, dice con seguridad este paisa de 35 años, que estará con la selección de Argentina en la Copa América de Chile y por eso aprovecha estos meses en su casa, ubicada en el barrio 12 de Octubre de Medellín, para ver crecer a su hija María Paula, de dos años, quien le ha hecho comenzar a disfrutar más su compañía que el viajar alrededor del mundo en buses, trenes y aviones para convivir junto a los mejores jugadores del mundo.

Por Luis Guillermo Montenegro

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