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Brasil-Uruguay 1970, 20 años después del 'Maracanazo'

La semifinal en México terminó 3-1 a favor de los brasileños que después fueron campeones ante Italia.

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Manuela Bernal Serrano
05 de mayo de 2014 - 08:43 p. m.
Archivo El Espectador / Archivo El Espectador
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Brasil para ser campeón en el mundial de México 70 tuvo que enfrentar en semifinales a Uruguay. Los celestes llegaban a Guadalajara luego de vencer a la Unión Soviética por 1-0, mientras los brasileños anotaron cuatro goles ante Perú que logró dos tantos para un marcador final de 4-2.

Ambos equipos suramericanos llegaron al estadio de Guadalajara con diferentes propuestas, Brasil tenía planeado mantener el balón, confiar en las individualidades de Gerson, Pelé y Jairzinho, a la vez que impondrían un juego veloz como se habían mostrado durante todo el mundial.

Los uruguayos tenían otro plan. La idea era marcar, como fuera, a Gerson, el cerebro del equipo brasileño. El jugador no podía recibir el balón, pues era el creativo y peligroso que ponía pases perfectos para que Pelé y Jairzinho anotaran. Además, los de la celeste jugarían con la concentración brasileña, por lo que al iniciar el encuentro, mientras se saludaban los jugadores, entregarían un banderín y les recordarían el ‘Maracanazo’

Y así empezaría el encuentro, un partido que Pelé describiría años después como “el partido más violento que jugué”.

Uruguay empezó pegando, marcando, haciendo faltas que el árbitro español José María Ortiz nunca pitó. Fue tal la violencia de los uruguayos que hasta Pelé se salió de casillas y codeó en la cara al uruguayo Fontes.

Así, entre faltas, empujones y choques, al minuto 19, Cubilla anota el primer gol del partido, luego de un pase de zurda de Morales. Uruguay se adelantaba así en el marcador. Los brasileños, nerviosos y con una marca personal sobre Gerson parecían perdidos y empezaron a entrar en el juego uruguayo, ese que les impedía mostrar la magia y velocidad que habían mostrado durante todo el campeonato.

De pronto, Gerson, se acerca a Carlos Alberto, capitán del equipo brasileño, y le propone cambiar de posición con Clodoaldo quien se desempeñaba como marcador, más retrasado. Así, los jugadores cambian de posición y Brasil cambió su juego y actitud.

“Clodoaldo nunca pasaba el centro del campo” aseguró Carlos Alberto. Sin embargo, así llegó el gol. El marcador subió sin que los uruguayos lo notaran, solo recibió un balón de Rivelino quien se encontraba en la banda izquierda. Clodoaldo hace, luego, una pared con Tostao y al quedar frente al arquero anota su único gol del campeonato.

Así, ambos equipos se iban a los vestuarios, y Brasil saldría con otra actitud, otro fútbol, aunque las faltas continuarían siendo parte esencial del partido.

En el segundo tiempo, Brasil, entre las patadas y los empujones de los uruguayos, mostraba las individualidades de Pelé y Jairzinho que con su gol pondría al equipo por encima de Uruguay. Pero no quedaría así, Rivelino aumentaría la cuenta y cerraría el marcador que finalizaba 3-1 a favor de Brasil.

Aunque en el partido sólo hubo cuatro goles, este juego marcó la historia y es recordado por una jugada de Pelé que se llamaría, años después, como ‘el gol que nunca fue gol de Pelé’. Tostao avanzaba por el centro de la cancha, hizo un pase entre líneas para que Pelé tomara el balón, de primera le hiciera un ocho al arquero uruguayo, y con un potente derechazo intentara anotar un gol que pasó a centímetros del palo de la mano derecha del portero, Ladislao Mazurkiewicz.

“Culpa de la FIFA que perdiéramos”

Juan Eduardo Hohberg, técnico de Uruguay, culpó a la FIFA de la derrota de su equipo ante Brasil, por cambiar el lugar del partido. En los planes iniciales, el juego de la semifinal se debía realizar en el estadio Azteca en México D.F., sin embargo, lo cambiaron para la ciudad de Guadalajara, por lo que el equipo celeste debió hacer un vuelo imprevisto para actuar ante Brasil.

Guadalajara, Brasil

Luego del partido entre Uruguay y Brasil que ganaron los brasileños 3-1, el presidente de la delegación ganadora, propuso a su presidente, Emilio Garrastazu, nombrar una ciudad, una plaza o una avenida en Brasil con el nombre de Guadalajara, ya que los brasileños “nos hemos sentido como en nuestra casa”.

Para bajar los ánimos

El Lobo Zagalo aceptó luego de finalizado el partido, que se había  metido al campo de juego “para calmar a mis muchachos, que estaban muy excitados”. De esta manera los brasileños empezaron a jugar más tranquilos y dejaron de cometer faltas que acercaban a los uruguayos al pórtico que defendía el arquero, Felix.

Por Manuela Bernal Serrano

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