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Una vez conoció a su rival en los cuartos de final, la selección chilena intensificó el trabajo en el juego aéreo pensando en el poderío de Uruguay, el campeón vigente, al que enfrentará el miércoles por un cupo a las semifinales de la Copa América.
El frío del invierno austral no arrecia en Santiago y la contaminación tiene a la capital chilena bajo su quinta preemergencia ambiental. Pese a ello, la roja hizo una práctica intensa, que partió con trabajo físico alrededor de una de las canchas de su centro de concentraciones.
Luego, el técnico Jorge Sampaoli mandó a sus pupilos a realizar ejercicios de salto y cabezazo al balón para así intensificar la técnica del equipo en ese aspecto, ante la reconocida fortaleza del juego aéreo de Uruguay, muy superior en estatura y fortaleza física a los chilenos.
Uruguay amenaza con sus dos centrales Diego Godín (1,86 m) y José María Giménez (1,85 m), ambos defensas del Atlético de Madrid de España, ante un Chile cuya defensa no supera los 1,74 metros de promedio, la más baja del torneo.
Sampaoli tiene a todos sus jugadores en óptimas condiciones físicas y sólo Alexis Sánchez, del Arsenal de Inglaterra, sufre una molestia que le impediría jugar ante los charrúas, vigentes campeones y quienes son los mayores ganadores del torneo, con 15 títulos desde 1916.
Chile y Uruguay se enfrentarán el miércoles desde las 6:30 p.m. (Gol Caracol), en el estadio Nacional, y a los locales únicamente les sirve ganar, pues organizaron el torneo para conseguir el primer título de su historia.
El optimismo entre la afición ha ido creciendo con el paso de los partidos. En el estreno los australes vencieron 2-0 a Ecuador y, aunque no brillaron, dejaron en claro que tenían con qué pelear.
Después, el empata 3-3 con México calmó los ánimos e incluso desanimó a un sector de la hinchada, sobre todo porque el seleccionado azteca estaba conformado por jugadores de segunda línea, ya que los titulares no asistieron al torneo pues participarán el mes que viene en la Copa Oro de la Concacaf, a la que le dan prioridad.
Para colmo, la gran figura del equipo, el volante de la Juventus de Italia, Arturo Vidal, incurrió en actos de indisciplina en la jornada de descanso, justo después del juego con los mexicanos.
El jugador, que había marcado tres goles en los dos juegos de Chile, conducía en estado de embriaguez y estrelló su lujoso Ferrari cuando regresaba a la concentración del equipo nacional.
La noche del martes fue detenido por la policía y pasó la noche en una celda. El miércoles, sin embargo, fue puesto en libertad y se unió a sus compañeros. El perdón que le concedió puso en tela de juicio la autoridad del técnico argentino Jorge Sampaoli, quien por mucho menos ha expulsado o sancionado a otros futbolistas en oportunidades anteriores.
“Hay que ganar la Copa como sea”, parece ser la consigna en el interior del plantel, incluso permitiendo comportamientos como el de Vidal, quien se disculpó llorando ante el país.
Con el número 8 en cancha, Chile enfrentó en su último juego de la fase de grupos a Bolivia, a la que superó con contundencia 5-0 en un partido en el que la selección se reconcilió con la afición.
Goles de todas las facturas prendieron la fiesta en el estadio nacional y en todos los rincones de Chile. Hasta los incrédulos entendieron que el equipo tenía cómo ganar la Copa y se montaron en el bus de la victoria.
Y en medio de un ambiente triunfalista se viene Uruguay, el equipo más ganador de la Copa América y un rival siempre peligroso, especialmente cuando no tiene nada que perder. Los dirigidos por Óscar Washington Tabárez no tienen a su máxima figura, el delantero Luis Suárez, siempre fundamental en el esquema ofensivo.
Los charrúas, que vencieron 1-0 a Jamaica, perdieron 1-0 contra Argentina y el sábado igualaron 1-1 con Paraguay, no serán un hueso fácil de roer.