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El cerebro

Andrés Marocco
13 de mayo de 2021 - 01:19 a. m.

Así le puso Miguel Simón y es tal vez uno de los apodos más justos, brillantes y precisos con jugador alguno. No hay que dar muchas explicaciones al verlo en la cancha para entender por qué el mejor relator que conozco decidió bautizarlo así. Siempre sabe qué hacer, cuándo y dónde. Un interior moderno de las dos áreas, siendo su gusto por tener la pelota mucho mayor que su destreza para quitarla, como lo demostró con lujo de detalles en el Barcelona y en la selección española.

Andrés Iniesta cumplió 37 años y de paso anunció su renovación hasta 2023 con el Vissel Kobe japonés, equipo que lo va a disfrutar tal vez hasta el último día de su bella carrera. Ojalá no se retirara nunca, que se mantuviera en cancha mucho tiempo más, que le prohibieran irse, pero sabemos que, como aquella clásica canción salsera lo afirma, todo tiene su final. Lo único bueno de su jubilación va a ser el partido de despedida con sus viejos amigos que seguro nos encharcarán los ojos a los pocos románticos que quedamos. Un juego que debería contar con las estrellas del Pep-team culé y de la roja campeona de la euro 2008 y del Mundial 2010 , haciéndole la calle de honor al manchego de oro que alquilará todos los balcones posibles.

Pero viajemos al pasado antes de angustiarnos con lo que vendrá. Regresemos hasta cuando el pequeñín número cinco del Albacete se ganó un lugar en La Masía. Volvamos al torneo que le abre las puertas del futuro. Fue en Brunete cuando, sin ser siquiera la figura del certamen con su club que llegó por las vacantes que dejaron el Sevilla y el Celta, llamó la atención de Albert Benaiges, representante del Barça que alertó a Germán Vaya y al profesor Oriol Tort, quien le abrió finalmente las puertas al hijo del albañil de Fuentealbilla, José Antonio, quien aprobó que diera el paso clave en su vida para convertirse en leyenda.

Su ingreso fue traumático, porque a sus escasos 12 años tuvo que dejar su familia y sus amigos para vivir en una casa que si bien le iba a formar durante los próximos cinco años y conducirlo al éxito, le aterraba desde su primera noche, que recuerda sobre todo por lo mucho que lloró. La línea cruel que tuvo que cruzar del sacrificio de juventud, para cumplir sus sueños de acuerdo con su talento. Desde que era un niñito de 8 venía demostrando en cada partido que era diferente y los Iniesta lo tenían claro, pero lo que no sabían era lo difícil que iba a ser separarse de su hijo. Lo que vino después ya es una bella historia, sus títulos, sus goles determinantes como aquel en semifinal de Champions de 2009 contra el Chelsea o el de la final frente a los holandeses en el Mundial de Sudáfrica 2010, pero lo más importante para mí, e insisto en lo asertivo del apodo de Miguelito, su capacidad única de entenderlo todo en el campo, de saber el momento indicado para una pausa, para un pase, para un remate, para la finta, incluso para aparecer o no. Su magia ya es eterna y le quedaron debiendo al menos un Balón de Oro.

Andrés Marocco

Por Andrés Marocco

Periodista javeriano. Radioactiva, 88.9, 40 Principales, Caracol Radio. Dementes Deportivas, Telepolémica, Pelotas. Hoy en ESPN. Bumangués, del leopardo.

 

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