Edinson Cavani: la reivindicación de la identidad charrúa
Edinson Cavani, delantero de Manchester United y goleador histórico del Paris Saint-Germain, cumplió 34 años el 14 de febrero. Sus celebraciones evocan al pueblo indígena charrúa, y su fútbol le rinde un homenaje a su ídolo: Gabriel Omar Batistuta.
Andrés Osorio Guillott
El fin de semana antepasado, cuando Edinson Cavani le anotó al Everton de James Rodríguez, el Bambino Pons, relator de ESPN, cantó el gol trayendo a colación a Matador, la canción de Los Fabulosos Cadillacs. Así como la canción y ese elemento de la música argentina, el delantero uruguayo, que cumplió 34 años, lleva ese apodo y lleva en su estilo varios símbolos que representan no solo la identidad de sus raíces, sino sus referentes en esta parte del continente americano.
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El fin de semana antepasado, cuando Edinson Cavani le anotó al Everton de James Rodríguez, el Bambino Pons, relator de ESPN, cantó el gol trayendo a colación a Matador, la canción de Los Fabulosos Cadillacs. Así como la canción y ese elemento de la música argentina, el delantero uruguayo, que cumplió 34 años, lleva ese apodo y lleva en su estilo varios símbolos que representan no solo la identidad de sus raíces, sino sus referentes en esta parte del continente americano.
En 2018, la Academia Nacional de Letras (ANL) de Uruguay organizó en el Museo del Fútbol de Montevideo un conversatorio llamado “El fútbol como generador de lenguaje”. Allí, el subsecretario nacional del Deporte de Uruguay, Alfredo Etchandy, dijo que “La garra charrúa es un sello, una impronta que tienen los uruguayos. Tiene unos componentes más amplios y entonces entiendo que la garra es ese plus que dan los uruguayos cuando parece que están vencidos, que ya no pueden dar más y aparece una fuerza interior que lo lleva a seguir luchando, a seguir adelante y muchas veces conseguir la victoria”.
De igual manera, el historiador Gerardo Caetano dijo que el fútbol es “generador de mitos, de historias, de filosofía popular”. Y en Cavani se refleja algo de todo esto. No solo porque cada gol puede ser el relato de una épica, o porque cada partido funda un mundo, sino porque el uruguayo representa en su pundonor la llamada garra charrúa, y en sus celebraciones evoca el estilo de caza de lesta comunidad indígena que desapareció de Uruguay hace cuatro siglos, y que se caracterizaba justamente por su fuerza y precisión para cazar. La comunidad, de carácter nómada, se dividía en Bohanes, Guenoas y Minuanes.
Cavani no olvida sus raíces. No olvida a sus antepasados y tampoco el lugar de donde proviene. No es secreto que la dificultad forja el corazón, y el delantero del Manchester United sabe que su pundonor se cultivó en los tiempos en los que debía mudarse de un lugar a otro con su familia porque la situación económica les impedía mantenerse en una casa fija. Las adversidades y las incertidumbres que surgen de los desequilibrios también derivan en convicciones, en deseos que yacen en los vacíos y buscan su puerto en mejores condiciones, en logros que sean el resultado de esas luchas y de esa superación de los problemas que configuran también algo de belleza a la vida.
Tan bellos pueden llegar a ser los recuerdos de aquellos momentos que Cavani no los trae a su presente como una época difícil, y en parte así es porque su papá le enseñó a no mezclar la vida privada con su vida profesional. De su infancia recuerda las imágenes que muchos tenemos cuando jugábamos descalzos sin importar lo que pudiera pasar. En el barro, bajo la lluvia, armando arcos con los sacos o lo zapatos. Cualquier espacio para jugar fútbol era objeto de la ilimitada imaginación que poseemos en la niñez: “Se me viene a la cabeza mi niñez, totalmente libre, feliz, con esos partiditos sin botines en los pies, bajo la lluvia, con necesidades de querer llegar, con sueños que me parece que otros países lo tienen menos. Nosotros respiramos fútbol desde la cuna, desde que empezamos a caminar pateamos una pelota. Eso te lleva a despertar las cualidades que puedas tener, los dones que Dios nos da. Eso nos lleva a apretar los dientes y a sacar tantos futbolistas, más allá de escuelas. Triunfa el que tiene más hambre de gloria, de dar al país alegrías, de sentir orgullo de vestir la camiseta de Uruguay”, dijo Cavani a EFE.
De su actitud dentro y fuera de la cancha brotan espíritus de la comunidad charrúa, pero de su fútbol, incluso de su aspecto físico, surgen algunos avistamientos de Gabriel Batistuta, su referente en la niñez y una de las figuras de la Argentina de las décadas de 1990 y parte de la del 2000: “No era un niño que mirara el fútbol en la tele, prefería jugarlo y divertirme. Cuando empecé a crecer y a ver más fútbol, con 14 años, Batistuta era el futbolista tipo para mi, por su carácter, su espíritu de trabajo y lucha en la cancha, su manera de definir, su velocidad. Era el futbolista que me sorprendía. También recuerdo mucho a mi hermano Fernando, que fue profesional, fue el modelo a seguir, había vivido con nosotros y fue a Montevideo a ser profesional. Yo le veía y sabía qué tenía que hacer para ser profesional”.
Más que ser el goleador histórico del Paris Saint-Germain, y de ser uno de los goleadores de la selección de Uruguay, lo que quedará en la memoria sobre Edinson Cavani será esa muestra de traer al fútbol una identidad olvidada, y de hacer de su obra un eco de otros grandes jugadores y seres humanos, que en otros tiempos y espacios demostraron que un legado se construye desde elementos impensados, reafirmando así que los grandes relatos, o los nuevos mitos no se crean por los manuales, sino por los grandes corazones que laten detrás.