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En 2003, Barcelona enfrentaba una de las crisis más profundas de su historia. En cinco años, habían pasado cinco técnicos, tres presidentes y una larga lista de estrellas con saldo cero en títulos. Fue un periodo traumático para el barcelonismo, acentuado por el traspaso de Luis Figo al Real Madrid, otro golpe duro a los aficionados culés. La última temporada Barcelona terminó sexto en una liga en la que el equipo de Chamartín fue campeón. Para muchos, fue el peor Barça de todos los tiempos.
Pero, en febrero todo dio un giro cuando el presidente Joan Gaspart renunció a su cargo. Se convocaron elecciones y apareció el hombre que cambió la historia del club: Joan Laporta. Lo llamaban “el Kennedy catalán” por su estilo fresco, juvenil que volcó la contienda electoral del club azulgrana a su favor. Un candidato con proyecto sólido y promesas alentadoras para el futuro de una institución que tras bambalinas contaba con el hombre más importante en la historia del Barcelona: Johan Cruyff.
Laporta aplastó a sus adversarios con el 52% de los votos y, a sus 41años, se convirtió en el presidente más joven de la historia del club catalán. Una vez ganada la elección, el proyecto empezó por la renovación de la plantilla. El nuevo presidente había prometido a Beckham, pero este decidió irse al Real Madrid a jugar con los galácticos. Así que el fichaje de Barcelona fue Ronaldinho Gaúcho.
Aconsejado por Cruyff, la siguiente tarea fue buscar un técnico que le diera al equipo un impulso renovado. La premisa era clara, había que competir de nuevo con el estilo que llevó al Barcelona a ser el mejor equipo del mundo a finales de la década de los 90, y solo había un camino: el técnico debía ser holandés, así que Barcelona puso su foco en la Eredivisie y fue por Guus Hiddink, campeón de la liga de Holanda con el PSV.
Hiddink se negó porque el contrato que tenía con el club neerlandés era mejor. La segunda opción fue el flamante técnico del Ajax, Ronald Koeman, viejo conocido en Cataluña porque jugó con el equipo y fue campeón de Europa en 1992. Sin embargo, el equipo de Koeman no quiso dejar ir gratis a su técnico y el Barça no quiso pagar la ficha. La tercera opción, finalmente, fue la definitiva, Frank Rijkaard.
Rijkaard, histórico jugador del Milán y el Ajax, no tenía buenos pergaminos para dirigir el Barcelona. Solo había sido asistente de Guus Hiddink en la selección holandesa. Cuando este dejó el cargo, Rijkaard asumió como técnico principal. A los dos años renunció tras quedar eliminado contra Italia en la Eurocopa de 2000. Después asumió la dirección técnica del Sparta Rotterdam, pero descendió a la segunda división.
En ese momento la apuesta de Laporta era arriesgada, pero al final fue exitosa. La institución tenía un objetivo: recuperar el estilo de juego. Después de un inicio irregular, Rijkaard, de la mano de Ronaldinho, Deco, Eto’o, Gio Van Bronckhorst, Rafa Márquez y una excelente plantilla, llevó al Barcelona en 2006 a conquistar la segunda Champions de su historia, en final histórica donde vencieron 2-1 al Arsenal de Thierry Henry.
Esa noche en París, el club blaugrana formó con Valdés, Puyol, Rafael Marques, Deco, Ronaldinho y Eto’o. El Barcelona, un equipo ofensivo, rápido, que priorizaba el juego por las bandas y el buen toque del balón. Laporta arriesgó buscando el estilo ofensivo de fútbol holandés y Barcelona se convirtió en el club del momento conjugando tres elementos primordiales: política institucional sólida, técnico con estilo de juego claro, fresco y dinámico, y una plantilla de jugadores extraordinarios.
Frank Rijkaard no salió bien del Barcelona y después del éxito, llegaron las dudas. En medio de escándalos que rodeaban a Ronaldinho y el bajo nivel del equipo a pesar de figuras como Deco, Zambrota o Van Bommel, el entrenador del Barcelona se fue del equipo. Con una cosecha de dos ligas, dos supercopas de España y una Champions League. El Barça de 2006 que sentó las bases del que para muchos fue el mejor equipo de la historia: el multicampeón Barcelona de Pep Guardiola.
Una base de jugadores jóvenes que dos años después explotaron con el entrenador catalán y que ganaron todo lo que jugaron: Lionel Messi, Víctor Valdés, Carles Puyol, Andrés Iniesta, Xavi Hernández y algunos más. Una generación de futbolistas, guiados por Guardiola, pupilo de Cruyff, compañero de Rijkaard, de Koeman, del mismo estilo de juego fundamentado en la memoria del fútbol holandés.
Las bases del fútbol total
La fórmula con la que Laporta renovó el Barcelona en 2003 no era nueva. La historia empieza en la temporada de 1971, cuando Barcelona fichó uno de los técnicos más revolucionarios de la historia del fútbol: Marinus Jacobus Hendricus "Rinus" Michels, que llegaba del poderoso Ajax que ganó la Copa de Europa de la temporada 70/71. La estrella del conjunto tulipán era un tal Johan Cruyff, balón de oro y obsesión del Fútbol Club Barcelona.
El presidente del club, Agustí Montal Costa, contrató al técnico del Ajax para acercar al ídolo del fútbol holandés, sin sospechar que esa decisión cambió el estilo del Barcelona para siempre. Michels planteó su idea del “fútbol total”, con posesión de la pelota como idea principal, a través de un juego agresivo y dinámico con sistema táctico. El estado físico del equipo al tope de su rendimiento y presión intensa tras la pérdida del balón.
Contrario a los sistemas defensivos que proliferaban por aquellas épocas, Michels ideó un fútbol que jamás se había visto. Este sistema fue la base del Ajax que reinó durante muchos años en Europa y, años más tarde, el sustento táctico de uno de los mejores equipos de la historia del fútbol, la selección de Holanda del 74, también conocida como la Naranja Mecánica.
La Naranja Mecánica no ganó el mundial, pero enamoró con su juego. En el Barcelona, Rinus Michels tampoco tuvo un palmarés extraordinario. Estuvo en dos etapas del 71 al 75 y del 76 al 78, y solo ganó tres títulos: una Copa de Ferias, una liga española y una Copa del Rey. Sin embargo, su influencia en el estilo de juego fue su mayor legado y sembró la semilla del súper equipo que llegó en años posteriores.
En 1973, Johan Cruyff fichó como jugador del Barcelona, entrenado por Michels. Ambos ganaron el título de liga tras 14 años de sequía. Quienes vieron a ese equipo dicen que era una máquina. Cruyff llegó a Cataluña para convertirse en el personaje más influyente en la historia del club. Su fichaje supuso un impacto mediático sin precedentes y eso que solo ganó dos títulos.
Una década más tarde, en 1988, Cruyff se convirtió en entrenador del conjunto catalán y logró conformar un equipo de ensueño. En esos años, se vivió una de las etapas más ganadoras del Fútbol Club Barcelona, que incluyó la primera Copa de Europa del equipo en la temporada 91/92. Alumno de Michels, el holandés se valió de los preceptos tácticos de su maestro para guiar a un equipo inolvidable.
El “Dream Team” de Zubizarreta, Laundrup, Koeman, que marcó el inolvidable gol en la final de Wembley, Stoikov, Guardiola, Romario y muchos más. Cruyff convirtió al Barcelona en un equipo grande de Europa e instauró un estilo de juego agresivo, bello y dinámico, como el de Michels, pero más ganador y competitivo. El holandés dejó el equipo culé en 1996, cosechó 11 títulos y es el segundo técnico más ganador en la historia del club, solo superado por Guardiola, su pupilo, que supo explotar al máximo las ideas tácticas del “fútbol total” para ganar 14 campeonatos.
La etapa ganadora de Cruyff estuvo sustentada en el sólido proyecto institucional del Barça en aquel entonces. El presidente era José Luis Núñez, el dirigente más longevo de la historia del club y, para muchos, el mejor presidente de la historia del Barcelona. Además de las glorias deportivas, Núñez mejoró notablemente el presupuesto de institución, multiplicó los socios del club y creó La Masía, ejemplo de buen manejo administrativo de la cantera deportiva.
El Barça aplicó el mismo modelo que replicaría, de forma exitosa, en 2003: una estructura institucional sólida, una plantilla de jugadores en el tope de su rendimiento y un técnico holandés que sembró un estilo claro de juego (Michels y Rijkaard) para que el estratega posterior (Cruyff y Guardiola) llevara la idea a su máximo nivel. Así se crearon dos de los equipos más dominantes y hegemónicos de la historia del fútbol.
En la misma línea, ahora es el momento de Ronald Koeman, que llega a la dirección técnica del club precedido por cuatro técnicos holandeses exitosos en el Barcelona. Todos quedaron campeones. Además de los ya mencionados, Louis Van Gaal también fue multicampeón y se llevó dos ligas y una copa del rey. Las circunstancias para el nuevo director técnico del Barcelona son parecidas a las que recibió Rijkaard en 2003. El equipo viene de una temporada sin títulos, goleado, con una plantilla de alto promedio de edad y la moral en el piso.
A diferencia de la elección de Laporta en 2003, y el posterior nombramiento de Rijkaard como cabeza de un proyecto deportivo, Ronald Koeman llega bajo el mandato de Bartomeu, uno de los presidentes más impopulares de la historia del equipo, con la afición pidiendo su dimisión y que se convoquen elecciones. El argumento es que el Barcelona no está soportado en un proyecto institucional y deportivo sólido.
Está en manos del holandés Ronald Koeman que tendrá que refrescar la plantilla en menos de un mes antes y no está garantizado que sean jugadores de máximo nivel. Cuando Rijkaard llegó su trayectoria como técnico tampoco se decía mucho, era una incógnita, una apuesta. Koeman, en cambio, acumula experiencia, pero en la mayoría de los casos ha terminado despedido. Le pasó en el Valencia, le pasó en el Everton.
A su favor cuenta que es ídolo histórico del Barcelona y su asistente será Henrik Larsson, otro ídolo del club. Koeman es una persona de carácter y su figura genera respeto. Eso es lo que necesita el vestuario del equipo. Además, es pupilo de Johan Cruyff, es holandés y le gusta el mismo estilo del fútbol ofensivo. En la plantilla cuenta con jugadores jóvenes, algunos que ya conoce como De Jong, que puede potenciar. Lo demás es volver a la esencia del fútbol holandés que ha sido buena semilla en el equipo catalán.