El cuento de hadas del Chapecoense en la Copa Sudamericana

El equipo brasileño se clasificó a la final del torneo continental. Ha dejado en el camino clubes como Independiente, San Lorenzo y Atlético Júnior.

AFP
24 de noviembre de 2016 - 05:23 p. m.
Los jugadores del Chapecoense celebran el paso a la final de la Copa Sudamericana. Foto: AFP
Los jugadores del Chapecoense celebran el paso a la final de la Copa Sudamericana. Foto: AFP

Cuando el delantero Bruno Rangel llegó al Chapecoense en 2013 se encontró con un club recién ascendido a la segunda división brasileña, sin campo de entrenamiento ni gimnasio. Pocos retenían el nombre de este equipo olvidado. Ahora todo el continente lo conoce, es el finalista de la Copa Sudamericana.

Lo es gracias al pie salvador del arquero Danilo en el último minuto contra el San Lorenzo, por su victoria en los penales frente a Independiente o la goleada posterior al Júnior de Barranquilla. Pero, sobre todo, gracias al descaro de un equipo humilde que no ha tenido miedo de disfrutar de su suerte.

Porque no siempre fue así. Debilitado por los años de lucha en las duras divisiones inferiores del fútbol brasileño, el 'Verdao del oeste' estuvo a punto de desaparecer hace una década. Al borde de la bancarrota, la existencia del club de Chapecó, en el lejano interior de la sureña Santa Catarina, parecía inviable. Aunque la historia reciente de este club con 43 años de vida es también la de la lucha contra las probabilidades.

El Chapecoense vio la luz en 2009, cuando consiguió clasificarse para la cuarta división y ahí comenzó un despegue que, siete años después, le ha convertido en la revelación sudamericana y, además, con las cuentas saneadas. "El club cambió mucho desde mi llegada. El bus era muy viejito y ahora es bueno (...). Muchos jugadores no tenían los medios para ir a entrenar en coche. Iban en autobús a los entrenamientos. Ahora somos más respetados y conocidos", contó Rangel, máximo goleador de la historia del 'Verdao', al diario Lance.

Desde su vuelta a la élite en 2014, el equipo se instaló en la zona media-baja de la tabla, poco propicia a las pasiones. Al menos, no las suficientes para atraer al público de esta ciudad de unos 200.000 habitantes que apenas prestaban atención a su equipo. Ni siquiera lo logró esta temporada, donde el Chapecoense acumula una media de poco más de 7.000 espectadores para los partidos del Brasileirao, según el sitio Globoesporte.

Hasta que se cruzó en su camino la Copa Sudamericana. Por la compleja fórmula que utiliza la Confederación Brasileña para elegir a los equipos que disputarán la competición, el 'Huracán del oeste' debutó en 2015. Y fue un flechazo. En el primer torneo internacional de su historia, el Chapecoense logró vencer al todopoderoso River Plate, aunque quedó a las puertas de la semifinal. No importó, había nacido una estrella.

Aunque este año, en la resaca de la euforia, las cosas no empezaron bien. El técnico del milagro, Guto Ferreira, cambió de equipo y a mitad de temporada llegó Caio Junior. De nuevo en la Sudamericana, el 'Verdao' perdió en el primer partido contra su propia réplica, el todavía más modesto Cuiabá. El Chapecoense respondió después en la vuelta y comenzó un viaje que solo acabará en la final, donde ahora espera al vencedor del cruce entre el Atlético Nacional y el Cerro Porteño.

Gran parte de la culpa la tiene Danilo, un arquero de 31 años curtido en el fútbol humilde. Si ante Independiente detuvo cuatro penales para pasar a cuartos, ante el San Lorenzo su pie milagroso valió una final. Por entonces, Caio Junior apenas le pedía a Dios desde la banda que el árbitro pitara pronto. "En el final sólo estaba rezando para que acabara el partido. Es duro, has trabajado y un balón puede cambiarlo todo", contó después.

La suerte volvió a estar de lado del Chapecoense, que se despidió con una fiesta histórica del Arena Condá. Por el reglamento de la Conmebol, el 'Verdao' no podrá disputar la final en su estadio de unas 20.000 localidades, ya que precisa de un aforo mayor. El partido de donde saldrá el campeón de la Copa – la vuelta se disputará en Brasil – tendrá que ser en Curitiba o Porto Alegre. Y Caio Junior tiene claro dónde le gustaría alojar a la hinchada. "Para mí sería bonito jugar en Curitiba, mi ciudad. Y Chapecó va a ir toda para allí. Si pudiera, recibiría a todos en mi casa", aseguró.

Sea donde sea, el Chapecoense irá a por todas. “Es posible ser campeón. Nadie creía que íbamos a llegar a la final y llegamos. Todo puede pasar”, valoró el exultante Danilo. De momento, su puesto en la definición no se lo quita nadie. “Habemus finalista”, tuiteó el club desde su cuenta oficial junto una imagen de la fumata blanca en el Vaticano, en este caso teñida de verde. Ni el equipo del Papa Francisco pudo con ellos.

Por AFP

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