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John Córdoba: "No me maltrato la cabeza"

El jugador del Espanyol dice que no le preocupa la falta de goles pues ya pronto llegarán.

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Jordi Quixano / El País, Barcelona
23 de enero de 2014 - 03:06 a. m.
John, el hijo de Manuel Acisclo Córdoba, juega en la Liga española con la camiseta del Espanyol. / EFE
John, el hijo de Manuel Acisclo Córdoba, juega en la Liga española con la camiseta del Espanyol. / EFE
Foto: EFE - ANDREU DALMAU
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Trona en los altavoces del carro reguetón, hasta que se adentra en la zona reservada para los jugadores de la ciudad deportiva. Es la forma de desperezarse del colombiano John Córdoba, delantero del Espanyol que el martes jugó 15 minutos en el partido por la Copa del Rey con el Real Madrid, el cual su equipo perdió 1-0.

Con un padre futbolista profesional, en su casa debería ser una exigencia eso de darle al balón, ¿no?

Bueno, en mi casa siempre se vivió el fútbol, pero pensaron que sería mi hermano mayor el que llegaría, porque estuvo en las categorías inferiores de la escuela de Santa Fe. Pero vivíamos con mi madre, no con mi padre, y a ella no le gustaba nada el fútbol. Siempre me decía que no podía jugar, supongo que por lo que pasó con mi papá. Hasta que un día los senté y les dije que no me gustaba el estudio, que quería ser futbolista. Y desde entonces tuve su apoyo. Pero al principio fue complicado.

¿Su madre no lo dejaba jugar?

Me lo prohibía, sí. Me escondía los guayos y no me permitía ir a entrenar. Pero yo quería volar hasta allá y tenía amigos que me incitaban y venían a buscarme en moto porque el campo estaba retirado. ¡Y qué campo! Era de tierra y con unas rocas impresionantes. Por lo que siempre llegaba con las manos peladas y heridas, y mi madre me regañaba más fuerte. Eso sí, una vez dominabas el balón en ese campo, ya no tenías problemas con los demás.

¿Y tuvo problemas económicos en su infancia?

No, no. Eso no. El ambiente que yo viví no fue ni tan bueno ni tan malo; tranquilo, gracias a Dios. Aunque allí, como en todas partes, uno tiene que aprender a convivir con la delincuencia común, madurar para saber lo que es bueno y malo. Se ven cosas, sí, aunque nunca tuve amigos delincuentes ni nada parecido. De hecho, mis amigos son profesionales del fútbol o estudian.

¿Y cómo empezó su carrera?

Pues a los 11 años. Resulta que jugué el Ponyfútbol, que es un torneo en Medellín de niños, en donde las escuelas ponen a los mejores jugadores. Actué con Envigado porque me ficharon a esa edad. Recuerdo que al principio viví con los chicos en el mismo estadio, Parque Sur, donde aprendí a lavar la ropa y ser ordenado. Pero unos meses más tarde me fui a vivir a casa de unos primos. Y allí me quedé hasta los 18. Eso sí, a los 16 ya jugué mi primer partido profesional.

¿Le molesta que lo comparen con su padre, Manuel Acisclo Córdoba, internacional con Colombia en los años 80 y 90, quien cantó 153 goles?

No mucho, porque él marcó su historia en Colombia y yo ahora estoy aquí. A él lo apodaron Triciclo, porque era muy rápido y lanzaba bicicletas, y a mí me llaman simplemente John. Bueno, en Jaguares (México) me dijeron “Drogba”, porque siempre veía sus videos y partidos con el Chelsea; mi único referente. Eso sí, lo único es que con mi padre nos picamos por los goles; él hizo 153 y yo, con carrera por delante y con el favor de Dios, llevo buenos números para superarlo.

Pero en el Espanyol sólo ha marcado uno...

Lo sé, lo sé. No me preocupa ni me pone nervioso. Llegará un momento en el que patearé sin querer y entrará a gol. Me falta un poco de suerte porque he jugado bien. Aunque sé que al delantero se lo juzga por sus goles. Pero es que a veces jugamos partidos cerrados y no tengo muchas ocasiones, o no me cae a mí el balón y sí a mi compañero. Lo importante es que estamos jugando bien.

Frente al Alcorcón (de segunda) falló uno cantado con la cabeza. ¿Le da vueltas a esos errores?

Todo el mundo piensa en esas jugadas. Debió ser gol. Pero no me maltrato la cabeza. No hay que hacer eso, sería peor. Sé que llegarán y me quedo con la afición, que en cada partido me demuestra que hay aprecio, y eso me motiva para seguir trabajando.

¿Le hace bromas en el vestuario al respecto?

El grupo que me tocó está muy unido y es recochero, y entre las bromas también le dicen a uno las cosas seriamente. Y si me corrigen para bien, bienvenido sea. Yo también hago bromas, pero hasta cierto punto porque no todo el mundo las asimila igual. Aunque soy bastante de molestar... ¡Ah! Y el reguetón y la salsa choque corren de mi parte en el vestuario. Soy el que maneja eso.

¿Con el Real Madrid pudo marcar el martes?

Sí, fue un mano a mano con Íker Casillas, que finalmente me tapó. Real Madrid siempre será un equipo complicado.

Su técnico Javier Aguirre dice que usted es un gran delantero y que si tuviera gol, estaría en el Chelsea...

Siempre que salgo al campo estoy convencido de que voy a marcar y dedicárselo a Dios y a mi familia. Y me da igual como llegue, porque el gol es gol. En eso trabajo. Ya llegará.

¿Los goles lo harán quedarse en el Espanyol?

No sé... Mi idea es seguir en el Espanyol porque aquí estoy tranquilo, contento. Pero es temprano para hablar de eso y son ellos los que tienen la opción de compra.

Por Jordi Quixano / El País, Barcelona

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