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Amar a Colombia es abrirles camino a las nuevas generaciones de compatriotas al representar a mi país en los eventos más importantes de fútbol en el mundo. Soy el único oficial de medios FIFA y estuve trabajando durante el Mundial de Rusia 2018. Ya había estado en Brasil 2014 y en otros eventos de categorías juveniles.
Todo comenzó en 2010, cuando hacía parte de la Federación Colombiana de Fútbol, en donde desempeñaba el cargo de director de comunicaciones. En aquel entonces nos encontrábamos en plena organización de lo que fue el Mundial Sub-20 de la FIFA de 2011. Fui parte del equipo que lideró los cambios en los estadios del país y participé en las adecuaciones de las zonas de prensa, que dieron como resultado uno de los mejores campeonatos juveniles de la historia. Mientras hacía ese trabajo fue como hacer un máster en tiempo récord en organización deportiva, y tras ese Mundial, por los buenos resultados, la FIFA me convocó para ser oficial de medios en otras Copas del Mundo. Me convertí en el primer colombiano.
El debut en la de mayores, por decirlo de alguna forma, fue la Copa de Brasil, en 2014. Allí experimenté lo que era tener bajo mi responsabilidad el andamiaje de una de las sedes del evento más importante del mundo a nivel deportivo. Era mi oportunidad de demostrar que no se habían equivocado al confiar en mí. Estuve en las sedes de Porto Alegre, Sao Paulo y Fortaleza.
No sólo es cuestión de hacer correctamente la labor como oficial de medios, que de por sí ya es algo de gran responsabilidad. Cuando salgo del país tengo claro que no solamente me represento a mí o a mi familia, sino al país entero. Es mi responsabilidad como colombiano cambiar la imagen, muchas veces viciada, que tienen de nosotros en el extranjero. Es gratificante ver cómo la percepción que tienen cambia tras unas pocas horas de compartir con los pares o las personas de diferentes países. Ya no somos los de la nación azotada por la droga y la violencia, ahora somos el país de Falcao, James, el Pibe, el que le brinda al mundo personas honestas y amables.
Y es precisamente gracias a la percepción favorable que deja un trabajo bien hecho que se van abriendo oportunidades para los colegas que vienen detrás recorriendo el mismo camino que yo. Hoy en día somos tres colombianos que trabajamos con la FIFA y las diferentes confederaciones.
Antes de que la pelota ruede, las luces se enciendan y las puertas de los estadios se abran para que el público ingrese, hay un trabajo de un grupo de personas que deben funcionar como máquinas, sin descuidar detalles, para que la perfección sea como lo exige la FIFA. Unos en el campo, otros en las tribunas, otros a las afueras del estadio, y un grupo especializado debe encargarse de brindarles todo a los periodistas para que puedan informar y de esa manera lo que ocurre en el terreno de juego pueda llegar a todos los países del mundo en los que se reproducen los detalles de un Mundial de Fútbol de mayores, el evento deportivo más importante del planeta.
En Rusia 2018 estuve encargado de la sede de Saransk. Fue emocionante para mí porque pude estar por primera vez como oficial FIFA en un Mundial de mayores con la selección de Colombia. Me reencontré con viejos amigos que conocí cuando hice parte de la Federación Colombiana de Fútbol. José Pékerman es un señor. Me saludó muy especialmente y fue amable siempre que lo necesité para cuadrar las ruedas de prensa y los espacios de trabajo con su equipo. El resultado deportivo no fue el esperado, pero es uno de los momentos más gratificantes que viví en Rusia.
También me volví a ver con Bolillo Gómez, en el partido entre Panamá y Túnez. Nos dimos un fuerte abrazo y recordamos nuestras épocas de trabajo en la Federación. Dos colombianos en un Mundial, haciendo país y dejando el nombre de la nación de la que sólo sentimos orgullo. Luego de la fase de grupos pasé a la sede de Nizhni Novgoirod, en el juego de octavos estuve en el Uruguay vs. Francia. Sin saberlo compartí con los que resultaron siendo los campeones del mundo. También pude ver a un verdadero maestro, el señor Óscar Washington Tabárez, quien es un avanzado de este deporte.
Ahora estoy en Colombia, descansando después de más de un mes de trabajo en el que los días se hacían largos por el verano ruso, cuando la luz del sol está 18 de las 24 horas del día. Estar lejos de mi familia siempre será difícil, pero dejar el nombre de Colombia lo recompensa todo. Espero que siga teniendo estas oportunidades y que cada vez seamos más los compatriotas dejando el nombre del país en alto.