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La avenida Marathon, invadida por hinchas que piden monedas para una entrada, conduce a la cancha auxiliar del Monumental, ese imponente templo del fútbol chileno que emerge entre las montañas. Es mediodía y, casi a la hora del almuerzo, el entrenamiento de Colo Colo llega a su final. Un grupo de fanáticos espera detrás de un vallado. Y cuando los jugadores se dirigen al vestuario, se desviven por una foto, un beso o un autógrafo. Uno de los más requeridos es Juan Guillermo Domínguez, volante vallecaucano, una de las figuras del ‘Cacique’, que llegó hace cuatro meses y poco demoró en ganarse el cariño.
El Espectador charló en exclusiva con Carachito, quien se perdió la convocatoria de José Pékerman para el partido de eliminatorias ante Paraguay y el amistoso contra Camerún por un desgarro multifibrilar que sufrió ante Universidad Católica, en el triunfo colocolino. Por eso este corresponsal lo encuentra camino al gimnasio para someterse a las sesiones de fisioterapia. Y el ex futbolista del Cali acepta gustoso la invitación. Aunque antes de internarse en el juego de las preguntas y las respuestas, pide permiso: “Voy a saludar a la afición”.
Cómo lo quieren los hinchas de Colo Colo. Basta estar cinco minutos a su lado para apreciar todo ese afecto…
Sí, estoy muy contento porque vengo realizando un buen trabajo acá y todo ese esfuerzo que uno pone se le retribuye con cariño. Llegué hace cuatro meses, pero no me costó tanto adaptarme. En el día a día de los entrenamientos, los partidos que se juegan cada fin de semana y el hecho de que uno siempre va al frente, ayudan a ese reconocimiento del público. Además, al equipo le va bien, estamos punteros del campeonato.
¿Ya quedan secuelas de la lesión que lo marginó de la selección?
Ya estoy bien. Incluso, me he dado el gusto de poder estar en el clásico contra la U, hace tres semanas. Cuando me lesioné, la meta que me propuse fue llegar a ese partido. Aquí, en Chile, es el encuentro que ningún jugador se quiere perder. Y gracias a Dios tuvimos la fortuna de ganarlo.
Ómar Labruna, que también lo dirigió en el Cali, le tiene una confianza ciega. De entrada lo puso de titular y, de no ser por esa lesión, hubiera seguido en el equipo.
Cuando llegué, entregué lo mejor de mí. Me dieron la posibilidad de jugar y no la desperdicié. Este es un fútbol competitivo. Por eso hay que dejar todo. De a poco me pude ganar el puesto, un lugar dentro del camerino y acá estoy, tratando de jugar cada día mejor.
¿Le dolió más el desgarro o quedar al margen de la convocatoria, justamente por esa lesión?
La verdad es que me dolió más no poder jugar con la selección que la propia lesión. Pero, bueno, yo digo que todo pasa por algo en la vida. Lo importante es que ya miraron para acá a Juan Domínguez. Y si sigo trabajando de esta manera, voy a tener otro chance.
Pasó mucho tiempo desde su última convocatoria. Que lo haya citado José Pékerman en esta selección que juega tan bien, ¿es una doble satisfacción?
Sí, totalmente. En Argentina, cuando jugué en Newell’s Old Boys, también venía haciendo un gran trabajo, sabía que esa oportunidad iba a llegar tarde o temprano. El ‘profe’ Pékerman ha tenido la posibilidad de analizar a todos los futbolistas que juegan en el extranjero, me lo dijo cuando vino a Chile. Y eso te llena de orgullo y motivación para poder hacer las cosas bien y estar disponible para la tricolor.
Ese trato preferencial, que el técnico haya venido a Chile a charlar con usted, ¿lo compromete más con la causa de la selección?
Claro. Además, todos hemos visto el gran trabajo que ha hecho Pékerman, no sólo con la selección, también a lo largo de su carrera. Ha dirigido un Mundial con Argentina. Es un gran profesional. Entonces, tener la posibilidad de conocer su calidad de persona, es algo que me genera tranquilidad. Ojalá tenga otra opción para contribuir en lo que queremos todos, llegar a Brasil.
¿Y cómo observa el rendimiento de la tricolor?
Estoy contento por lo que está haciendo la selección. Pero esto tiene que ver, igualmente, con el trabajo que se viene gestando desde hace años. Los que estamos ahorita, hemos jugado en la sub-17, en la sub-20 y estamos en una edad ideal y en un nivel importante.
¿Y cuánta importancia tuvo la renovación de sangre para el reverdecer de la selección?
Todos coincidimos en un gran momento. Y eso es una tranquilidad para la selección. Además tenemos a Falcao, que está imparable. Es un plus para nosotros.
¿Qué le genera ver jugar a Falcao?
He tenido la oportunidad de jugar con él. Y por supuesto, me pone contento. Es muy interesante cómo habla, las ideas que expresa, cómo nos motiva… Son cosas que son nuevas. Es un gran jugador y como persona es increíble. Y así como Argentina tiene a Messi, nosotros contamos con Radamel.
¿Falcao sería el Messi de Colombia?
Para mí, Messi es lo máximo. Pero Radamel no se queda atrás, es un gran deportista, una gran persona.
¿Y el resto de sus compañeros?
Grandes jugadores, en especial, nos ayuda mucho la experiencia de Mario Yepes o Faryd Mondragón, con quienes compartí muchos buenos momentos en Deportivo Cali.
Era un peladito cuando jugó con ellos en Deportivo Cali, ¿no?
Jajajá… Sí, es cierto. Pero con Mario y Faryd compartí muchas cosas. Me acerqué mucho a ellos para escucharlos, para conocer todos esos tips que son necesarios para ser un referente.
Y también hay consejos de la familia, ¿verdad?
De mi hermano, ¡claro! Él tuvo la oportunidad de estar en la Selección, jugó Copa América… Todos sabemos lo que fue Álvaro. Siempre me llenó de orgullo y es la voz de la experiencia.
¿Qué le dijo cuando lo convocó Pékerman?
Me llamó por teléfono y me felicitó. Mi familia se puso muy contenta. Gracias al buen momento que estoy pasando, puedo aspirar a estar en la selección, que no es poca cosa. A mí no me llamaban a la mayor desde la época en que dirigía el profesor Eduardo Lara.
¿Extraña mucho al Deportivo Cali?
Todos saben que el Deportivo es mi pasión, soy hincha del Cali. Pero acá estoy bien, asentado con mi familia, tratando de mantenerme en el extranjero, algo que es muy difícil, y aprovechar esta nueva oportunidad que me dieron en la selección.