Juan Pablo Sorín: como los de antes
Cumple 44 años el exfutbolista argentino que siempre ha ido más allá de lo que le exigen el balón y la camiseta.
Andrés Osorio Guillott
Juan Pablo Sorín tiene el físico de los mesías que han reconstruido en el cine a lo largo del tiempo. Parece un profeta del fútbol. Aunque más que un profeta ha sido un rebelde del mismo. Un rebelde que hace parte de una especie que parece extinta, o que parece surgir de vez en cuando en las canchas. Pocos son los futbolistas que van más allá de lo que su oficio les exige. El lateral izquierdo que pasó por Barcelona ha llegado a manifestarse por otras causas que han aumentado sus altavoces en los últimos años. Desde el feminismo hasta los llamados al cuidado del medio ambiente han sido temas que el argentino ha comentado sin temor.
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Juan Pablo Sorín tiene el físico de los mesías que han reconstruido en el cine a lo largo del tiempo. Parece un profeta del fútbol. Aunque más que un profeta ha sido un rebelde del mismo. Un rebelde que hace parte de una especie que parece extinta, o que parece surgir de vez en cuando en las canchas. Pocos son los futbolistas que van más allá de lo que su oficio les exige. El lateral izquierdo que pasó por Barcelona ha llegado a manifestarse por otras causas que han aumentado sus altavoces en los últimos años. Desde el feminismo hasta los llamados al cuidado del medio ambiente han sido temas que el argentino ha comentado sin temor.
Al día siguiente de su presentación en el partido de exhibición de las leyendas del Barcelona con las leyendas de la selección de Colombia el pasado 5 de marzo, Sorín salió a recorrer el centro de la ciudad. Su jean y su camisa no fueron impedimentos para detenerse en una cancha de micro fútbol de La Candelaria para jugar con los obreros que suelen disputar un partido luego del almuerzo y antes de retomar sus labores de construcción. Al argentino se le vio comprometido. Como si esa pequeña cancha no tuviera diferencia alguna con el césped bien podado de los estadios en Europa o Argentina. Sorín es un futbolista de la gente, es un futbolista del pueblo.
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Por los días en los que Sorín empezaba a cambiar su estilo de vida, cuando con 18 años ya era uno de los elegidos por Pasarella para integrar la selección de mayores en Argentina, El Gráfico lo visitó o describió su casa de la siguiente manera: “Por el living de su casa desfilan fotos de veraneo en Villa Gesell ("Siempre voy allí con mis amigos. Además, en esa ciudad conocí a mi novia, Florencia"), otras con la camiseta de Social Parque ("De ese club salieron un montón de jugadores: los dos Batista, Redondo, Cáceres, Rudman"), los compact discs muy bien ordenaditos ("Hay de distintos gustos. Están los míos: Sabina, Divididos, Redondos, y los de mi viejo, que son todos de tango"), y los libros de Osvaldo Soriano en las dos bibliotecas que, junto a los dos sillones y a la fina alfombra, forman la escenografía de un departamento de cuatro ambientes”.
En la academia se ha hablado de la relación que existe entre moral y morada. La etimología de la palabra moral se refiere a las costumbres, y las costumbres tienen una conexión directa con las tradiciones y la cultura que se imparte en casa, en este caso, en nuestra morada. Y este tópico cabe para hablar de la morada de Sorín en sus primeros años en el fútbol, que estuvieron antecedidos por un deseo de estudiar Letras y una realidad de haber estudiado periodismo, oficio que ejerció después de su retiro de las canchas en el 2009. De Social Parque una identidad que pudo legar como jugador; de los tangos que coleccionó su padre, de las canciones de Los Redondos o de Sabina, y de los libros de Soriano y demás referentes de la cultura surgió un deportista que pensó también en su entorno, que dirigió ese lado artístico y analítico a los fenómenos que pueden rodear al fútbol, y que incluso son más relevantes que éste.
River Plate de Argentina, Juventus, Barcelona, Villarreal, Lazio y Cruzeiro. Pasos de gigante en cada uno, pero con una huella muy importante en el conjunto millonario, pues allí ganó seis títulos entre 1996 y el 2000. Su desborde por la banda izquierda, y su hidalguía para defender no solo como su obligación en la posición de lateral, sino de saber vestir los colores de cada camiseta lo hicieron capitán y referente en la selección de Argentina y en varios de los equipos que jugó. Con la zurda del pase milimétrico, del balón filtrado y al pie del compañero, se hizo un lugar especial en medio de una época que llevaba los nombres de Javier Zanetti, Diego Simeone, Juan Sebastián Verón, Gabriel Batistuta, entre otros futbolistas argentinos que recibieron la responsabilidad de mantener en alto a una Argentina de grandes gestas en la década de los 80’s y principios de los 90’s.
Diego Maradona, Beto Alonso, Ricardo Bochini o Claudio Borghi. Esos fueron los referentes de Sorín en los días en los que practicaba su técnica pateando la pelota contra la pared, como muchos otros lo hicieron, y no solo en el fútbol.
Sorín da la oportunidad de hablar de algo más que el fútbol. Sorín es de los que permite extenderse para hablar de la vida, ni más, ni menos. Da para hablar de causas sociales que no han sabido ser abanderadas, y que si se exponen con los parlantes y los reflectores del fútbol, tal vez las ideas calen y se realicen mejor, pues este argentino de cabello largo, que alguna vez se lo tuvo que cortar para poder jugar con la Argentina de Pasarella, sabe que un deporte que mueve masas debe saber moverlas también, pues reducirse al espectáculo es ignorar que detrás de las gradas hay gente que roba y mata por entrar a gritar un gol que lo excluya momentáneamente de una cotidianidad agreste.