
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El martes los jugadores del Borussia Dortmund vivieron un gran susto cuando el bus en el que se transportaban fue alcanzado por tres explosiones. El miedo se apoderó de la plantilla. Fue un momento en el que los segundos se convirtieron en horas. Eterno. Nuri Sahin, jugador turco del equipo alemán, intentó narrar los momentos que vivieron sus compañeros en la tarde del martes. “Es difícil explicarlo, encontrar las palabras adecuadas”, dice.
“Lo hemos visto muchas veces en televisión, pero siempre ocurría muy lejos de nosotros. Incluso en Estambul, en mi país, en año nuevo, fue más cerca pero no tanto. El martes vimos lo que es estar en una situación como esa y no se lo deseo a nadie”, dijo el jugador con la voz entrecortada y angustia en sus ojos, que se humedecieron mientras recordaba.
Nuri Sahin (@nurisahin): – It's hard to find the right words.@JanAageFjortoft pic.twitter.com/KTMPF3PTNI
El jugador fue enfático. Dijo que no pensó en fútbol hasta el segundo tiempo, cuando ingresó por Bender. Su cabeza estaba en otra parte. Aún se le veía afectado por lo sucedido. Y claro. No habían pasado 24 horas desde el atentado y ya estaban en el gramado del Signal Iduna Park, como si lo que ocurrió no importara y la UEFA lo pasara por alto. “Sé que el fútbol es muy importante. Amamos el fútbol”, precisó, “y sé que ganamos mucho dinero, que tenemos una vida privilegiada, pero somos humanos. Hay mucho más que fútbol en este mundo y eso pudimos verlo con los atentados”.
Pero más allá de todo lo que rodea el fútbol, Sahin se siente tranquilo y afortunado por seguir con vida, porque el atentado contra el bus del Borussia Dortmund no pasó a mayores, “En la noche del martes aún no me había dado cuenta de lo que había pasado. Cuando llegué a casa, con mi mujer y mi hijo esperando en la puerta, me di cuenta de lo afortunado que hemos sido”, finalizó.